¡Esto es una catástrofe!
Con frecuencia las personas tendemos a procesar la información externa de manera errónea, como si nos hubiésemos colocado unas gafas a través de las cuales percibimos el mundo que nos rodea. Si esas gafas tienen los cristales limpios, seremos capaces de ver nuestro alrededor de manera realista, tal y como es.
Pero si las gafas tienen los cristales sucios, interpretaremos la realidad de una manera distorsionada, irreal. “Piensa mal y acertarás”. No sé quién diría eso, pero me parece uno de los refranes más absurdos e inútiles que he escuchado.
Las personas que sufren trastornos de ansiedad suelen utilizar un patrón de pensamiento que en psicología se denomina “catastrofismo” y que no hace sino que provocar, aumentar y mantener los síntomas de ansiedad.
Las personas catastrofistas siempre piensan que ante una determinada situación va a ocurrir el peor escenario posible. Algo terrible, una catástrofe, aunque realmente no tengan motivos racionales para pensar así. Por otro lado, momentos o circunstancias que son desagradables se perciben como insoportables o inaguantables.
Como sabemos, el pensamiento influye de manera directa en los sentimientos. Es decir, depende de cómo pienses, así te sentirás. Evidentemente, si eres una persona que tiende a pensar de manera catastrofista, que siempre está rumiando acerca de lo peor que puede ocurrir o evalúas exageradamente como horrible las cosas que te pasan, tus sentimientos serán de mucha ansiedad, miedo, preocupación, tensión…
Pongamos un ejemplo.
Supongamos que te despiden de tu trabajo. La realidad es que es un hecho penoso y desagradable, a nadie le gusta que le echen de su empleo, esto es lógico. Pero…¿Es una catástrofe? ¿No puedes soportarlo? ¿Ya no vas a poder ser feliz?
Una persona que catastrofiza sobre las situaciones respondería que por supuesto que es una catástrofe, que su vida se ha arruinado, que no encontrará otro trabajo y que está condenado a ser infeliz toda la vida. Ya no hay nada que hacer, está perdido.
Esta forma de pensar no es nada funcional y lo único que hará es hundirte más. Si piensas que nunca encontrarás otro empleo, no saldrás a buscarlo. Si piensas que ya no podrás ser feliz porque te han despedido, te deprimirás y no buscarás soluciones alternativas.
Al final llegarás al destino que temías. No digo que no pases por un periodo normal de tristeza, desesperación y duelo ya que has perdido algo que considerabas valioso y las emociones tienen que aflorar y realizar su función. El problema está en mantener este estado prolongadamente de manera que te hagas daño a ti mismo.
¿Cómo cambiar nuestro pensamiento catastrofista?
Para empezar, respira hondo y analiza la situación. La realidad es la que es: te han despedido, tu pareja te ha dejado, tu hija bebe alcohol los fines de semana, tu madre ha fallecido…
Seguidamente pregúntate a ti mismo si lo que está ocurriendo es verdaderamente tan paralizante o dramático como crees o eres tú el que está sobredimensionando la situación, definiendo la realidad a tu manera. Se sincero contigo mismo y te darás cuenta, que muchas cosas que pensabas que no soportarías, realmente sí que puedes con ellas.
En realidad somos más fuertes física y emocionalmente de lo que creemos.
Piensa que hay cosas que son incontrolables, que suceden aunque sean muy desagradables, pues el sufrimiento y la frustración forman parte de la vida y no hay que darle más vueltas ni alimentar más nuestro malestar pensando que “esto no debería haber sido así”.
Si te empeñas en que las cosas no deberían haber salido de la manera que han salido te llevarás dos irritaciones por el precio de una. No malgastes energía, inviértela en buscar soluciones y si no hay solución posible, solo te queda aceptar y continuar tu camino de la forma más adaptativa posible.
Si te propones practicar cada día, en cada nueva situación difícil, el relativizar y racionalizar tu manera de interpretar las cosas, en ver el mundo tal y como es y no como tu cabeza te dice que es, te sentirás mucho mejor para actuar de una manera más productiva y mejor para ti. Recuerda que pensamiento, emoción y conducta son tres engranajes que se influyen mutuamente.
Es tu obligación y tu deber cuidar tu mente y liberarla de fantasmas que solamente te perjudican, que no te ayudan a solucionar nada porque si no empiezas a cambiarte a ti mismo, nadie cambiará por ti.
“Piensa bien y ganarás”