Hikikomori, jóvenes nipones aislados en su cuarto

La soledad es un fenómeno que nos asecha de formas que no alcanzamos a dimensionar. Los jóvenes de Japón lo viven a diario y, en muchos casos, no lo advierten.
Hikikomori, jóvenes nipones aislados en su cuarto
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 23 noviembre, 2023

Los Hikikomori son jóvenes japoneses que rehuyen de la idea de salir de su habitación. En la cultura japonesa la soledad siempre ha sido un valor tradicional que representaba la búsqueda y la sabiduría acerca de uno mismo, de la naturaleza y de las relaciones sociales.En cierta manera es una visión feudal aunque positiva, pero en la actual sociedad japonesa la soledad constructiva ha pasado a ser un aislamiento patológico.

Hikikomori, adolescente aislada porque la presión de su entorno la ha sobrepasado

A raíz de la Segunda Guerra Mundial la sociedad japonesa comieza a desarrollarse económicamente de forma frenética, lo que propició un ritmo de estudio y de trabajo cada vez más exigente y competitivo. Los jóvenes recibían una educación cada vez más estricta que se degeneró hasta un sistema educativo que promovía la férrea disciplina de adquisición de conocimientos dejando de lado tratar temas comunicativos y psicológicos de los alumnos en las aulas.

Las familias de los Hikikomori ven a sus hijos como una vergüenza, como algo que hay que ocultar a su vecinos y familiares por temor a un escándalo y a que se les estigmatice.

Ante esta presión por parte de sus familias y de la sociedad los jóvenes japoneses han desarrollado una forma de aislamiento desconocido para el mundo occidental : se han recluido en sus cuartos durante meses o años sin la intención de volver al mundo real.

Hikikomori, un fenómeno a definir

La primera persona que acuñó el término Hikikomori fue el psiquiatra japonés Tamaki Saito, en su libro “Hikikomori, Rescue Manual” en 2002. En el libro describe a los jóvenes japoneses que se recluyen en sus cuartos como víctimas de un sistema educativo y mercado laboral cada vez más afixiante y competitivo. Señala que el principal problema es la deficiente comunicación que existe entre los padres y los hijos de algunas familias Japonesas.

La sociedad japonesa actual

La sociedad japonesa se está desarrollando desde hace algunas décadas con una velocidad vertiginosa, pero de unos años a esta parte ha empezado a existir una crisis económica en la que si quieres ascender socialmente debes demostrar una capacidad y disciplina impecable. Muchas de las parejas que han vivido este crecimiento económico han tenido un solo hijo. En él han depositado todas las esperanzas de un futuro de vida mejor y han proyectado en él quizás algunos deseos frustrados de su juventud.

La excesiva presión del entorno laboral en Japón termina desbordando a muchas personas

Las familias hacen un ingente esfuerzo económico para que lo hijos puedan triunfar en el mundo laboral, llevándolos a las mejores escuelas, con muchas actividades extraescolares y además con un trabajo curricular en casa que deja un espacio ínfimo o nulo para el ocio y las relaciones con sus iguales.

Las escuelas en Japón

Las escuelas en Japón tienen un nivel educativo y un trazado curricular muy exigente y variado. Tienen una dinámica de continuos exámenes, tareas para casa y una férrea supervisión del profesor hacia la actividad del alumno. En muchas ocasiones, los jóvenes japoneses hacen sesiones intensivas extraescolares que implican estar tardes y fines de semana en la escuela.

Pero no solo eso, en ocasiones se organizan campamentos intensivos en las escuelas en los que los escolares duermen y comen en las aulas, y se examinan continuamente de varias materias hasta que logran aprobar. Muchos de ellos no duermen si no han logrado superar todas las pruebas a las que se les someten.

Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.

-Albert Einstein-

Sin embargo muchos de ellos jamás logran adaptarse, bien porque tienen necesidades educativas especiales o porque el estrés tan elevado provoca que aparezcan diversos trastornos psicológicos. Por desgracia, Japón cuenta con una deficitaria red asistencial para poder ayudar a estos jóvenes que están cada vez más perturbados por este ritmo.

La relación con los iguales: competencia, incomunicación y acoso.

Muchos de estos niños y adolescentes empiezan a ver a sus iguales con recelo y desconfianza, y muchos de ellos sufren acoso por sus pobres resultados en comparación con el grupo o por otros aspectos personales. Los jóvenes no son atendidos por ningún psicólogo o educador social del centro, por lo que el problema cada vez se hace mayor.

Joven acosada por sus iguales

Además de esto, ven el mercado laboral no como una herramienta para satisfacer su independencia personal y llevar a cabo sus habilidades, sino como un terreno hostil que temen por no poder estar a la altura y no poder llegar a ser productivos.

Muchos de ellos se ven solos, tensionados, incomunicados, presionados por su familia y con un futuro laboral delante que se presenta demasiado competitivo para sus capacidades. Si a todo esto le unimos la increíble expansión tecnológica en el país nipon, es un cóctel explosivo previsible: muchos de ellos se van a sentir más atraídos por el aislamiento y por crearse “una vida virtual”. Es una manera de decir basta a la sociedad y a sus familias.

Por dónde pasa la solución para los Hikikomori

Las familias de los Hikikomori ven a sus hijos como una vergüenza, como algo que hay que ocultar a su vecinos y familiares por temor a un escándalo y a que se les estigmatice. Piensan que puede ser un problema pasajero.

Sin embargo, si un joven se encierra en su habitación durante semanas y no hay una respuesta clara por los padres, el problema tiende a cronificarse. Los jóvenes abandonan la escuela y se encierran en su cuarto en un aislamiento total. Comen, duermen y tienen su ocio virtual dentro de esas 4 paredes.

El mundo les parece mejor relacionándose con la gente a través de un ordenador, viendo películas, leyendo revistas manga, jugando a videojuegos, escuchando música y durmiendo. Tienen un aseo muy limitado y si se tienen por ejemplo que cortar el pelo lo hacen ellos mismos. Así pasan años y es una epidemia en Japón pues existen alrededor de dos millones de Hikikomori en el país.

Los jóvenes japoneses son víctimas de un sistema educativo y un mercado laboral cada vez más afixiante y competitivo. 

Las autoridades niponas ya han puesto en marcha un plan de intervención pues es una gran pérdida generacional, y se están investigando formas de poder ayudar a estos jóvenes. Muchos psicólogos señalan que la mejor intervención es la sistémica-familiar, para lograr que progresivamente la familia se comunique con el enfermo y pueda lograr sacarlo de su encierro.

La integración a la sociedad debe ser gradual y en muchas ocasiones Hikikomori recuperados son los que orientan y apoyan a estos jóvenes para salir de su encierro voluntario. El problema no es una fobia social, agarofobia o timidez extrema, problemas que existen en otros países del mundo; su abordaje por tanto debe de ser distinto

La solución sería más de carácter preventivo, ya que la sociedad japonesa debe tomar nota de este problema para rebajar el nivel de exigencia y el aislamiento social que promueven sus escuelas.


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