La inteligencia según el modelo de John Horn
La inteligencia supone una ventaja adaptativa. Ahora, ¿qué implica ser inteligente? ¿Cuáles son los rasgos que caracterizan a las personas con alta inteligencia?
Los psicólogos han intentado dar respuesta a esta incógnita desde hace más de 150 años. En consecuencia, la cantidad de teorías que se han escrito hasta la actualidad es numerosa. En este artículo vamos a focalizarnos en una: el modelo de John Horn.
Las definiciones del concepto de inteligencia han sido muy prolijas y han tenido como resultado multitud de test y cuestionarios que nos permiten medirla (como las reconocidas escalas de inteligencia de Wechsler). De la investigación de la que disponemos podemos extraer una conclusión: la inteligencia abarca multitud de habilidades.
La conducta inteligente implica que seamos capaces de solventar problemas de forma eficaz, pero también alude a la capacidad de saber adaptarnos al contexto que nos rodea. Si tenemos en cuenta este hecho, todos los seres humanos y también los animales somos inteligentes.
¿Qué es la inteligencia?
La definición de inteligencia siempre ha estado vinculada a cómo la medimos:
- Para Ebbinghaus (1885) es la capacidad de adaptación a situaciones cambiantes y novedosas.
- Para Binet (1916) se refiere a capacidades más específicas. En concreto, a las funciones ejecutivas (las que nos caracterizan como humanos) como la memoria, la percepción o la atención.
- Para Sternberg (1990) existen tres tipos de inteligencia. La inteligencia A se refiere al potencial innato del ser humano de aprender del entorno, la inteligencia B alude a la inteligencia práctica (es decir, a las manifestaciones de la inteligencia en la vida cotidiana) mientras que la inteligencia C hace referencia a las puntuaciones de inteligencia que arrojan los tests.
A este respecto, el psicólogo John Horn, de la mano de Raymond Cattell, crea un modelo que combina con acierto multitud de variables implicadas en la conducta inteligente, entre las que cabe destacar los aspectos genéticos, el desarrollo de la persona o los resultados académicos.
“La inteligencia se organiza de forma jerárquica”.
-John Horn-
La metáfora computacional y el modelo Cattell-Horn
Según este planteamiento, nuestra mente funciona como lo hacen los ordenadores. Lo que nos permite ser inteligentes es en primer lugar nuestra dotación genética, nuestro cerebro (es decir, el hardware o aspecto estructural) e implica funciones como la memoria, la rapidez perceptiva o la capacidad de clasificar conceptos; y en segundo lugar, la capacidad de evaluar y de extraer valoraciones de nuestra experiencia o de realizar juicios y llegar a conclusiones (es decir, el software o aspecto funcional).
Inteligencia fluida
La inteligencia fluida alude al aspecto estructural, es decir, a las capacidades con las que nacemos. Se refiere a nuestra habilidad para afrontar situaciones que implican dos cosas: novedad y flexibilidad; sin tener en cuenta los aprendizajes que hemos ido adquiriendo con el tiempo.
Esta inteligencia hace referencia a nuestra capacidad para inducir (poder llegar a conclusiones mediante la identificación de patrones en las cosas que nos suceden) o para deducir (extraer valoraciones a partir de los hechos), también alude a la amplitud de la memoria asociativa (recuperar información almacenada cuando está asociada con otras informaciones) o a la rapidez intelectual.
La inteligencia fluida alcanza su máximo desarrollo en la adolescencia, momento a partir del cual va declinando de la mano del envejecimiento y del deterioro de las estructuras cerebrales.
“Metafóricamente la inteligencia fluida representaría una especie de cascada que fluye y que se extiende por todo el caudal que la contiene”.
-Angeles Sánchez-Elvira-
Inteligencia cristalizada
La inteligencia cristalizada se refiere a los conocimientos que hemos ido adquiriendo fruto de la experiencia y de la relación con nuestro contexto. Es el resultado de la historia biográfica única e irrepetible de cada ser humano.
Está conformada por múltiples capacidades como la de poder efectuar relaciones de significado entre los elementos (por ejemplo, el conocimiento de que un elefante es un mamífero), la capacidad de comprensión verbal o los conocimientos mecánicos (por ejemplo, saber conducir).
En este sentido, la inteligencia cristalizada nunca disminuye, a no ser que exista alguna patología, sino que tiene el potencial de seguir aumentando con el paso del tiempo.
“Metafóricamente, la inteligencia cristalizada puede representarse como un diamante que ha sido cambiado y pulido (trabajado) a partir de las condiciones ambientales en las que se desarrollló y de las experiencias de aprendizaje”.
-Ángeles Sánchez-Elvira-
Los 10 factores del modelo de Horn
Horn fue discípulo de Cattell y es considerado uno de psicólogos más importantes en el estudio de la inteligencia. Para Horn, a los dos factores que definen la inteligencia anteriormente mencionados (inteligencia fluida y cristalizada) cabría añadir otros ocho:
La visualización general
Se refiere a la capacidad de procesar de manera visual nuestro alrededor. Pongamos un ejemplo: imagina una silla e intenta hacerla girar en tu mente. Esta capacidad recibe el nombre de rotación de objetos y la fluidez y rapidez con la que lo hagamos es importante para este autor.
El procesamiento auditivo
Esta capacidad se mide a través de tareas consistentes en diversos patrones de sonido que están sometidos a algún tipo de distracción o distorsión. Por ejemplo: imagina que estás escuchando tu canción favorita, pero sometida a un intenso eco.
Lo que se evalúa en estas tareas es nuestra capacidad de seguir el ritmo y ser conscientes de lo que escuchamos, por ejemplo: comprendiendo la letra y las relaciones entre los instrumentos musicales.
La velocidad de procesamiento
Esta es una de las funciones ejecutivas por antonomasia. ¿Cuánto es dos multiplicado por 146? ¿Cuál es la capital de Italia? ¿Qué pesa más: un kilogramo de paja o un kilogramo de acero? Si has respondido rápido, probablemente tendrás una buena velocidad de procesamiento. Es una habilidad implicada de forma intensa en prácticamente todas las tareas intelectuales y se considera central en la investigación de la inteligencia.
“La velocidad de procesamiento puede medirse mediante tareas intelectuales simples en las que casi todas las personas podrían dar una respuesta correcta si tuvieran el tiempo suficiente”.
-Ángeles Sánchez-Elvira-
La velocidad de decidir de manera correcta
Consiste en la rapidez con la que emitimos juicios en problemas que requieran una solución. Está muy relacionada con la velocidad de procesamiento al requerir de cierta rapidez en la emisión de nuestras respuestas.
La memoria a corto plazo
¿Cuánta información nueva eres capaz de retener durante unos segundos sin elaborarla? La memoria a corto plazo es el almacén de memoria de tiempo limitado y circunscrito al momento presente.
Distintas investigaciones han encontrado que su amplitud oscila entorno al número 5: es decir, somos capaces de recordar al instante 5 unidades de información, de promedio, como máximo: 5 nombres, 5 dígitos, etc.
La memoria a corto plazo alude a nuestra capacidad de recordar información nueva de manera inmediata.
La memoria a largo plazo
La memoria a largo plazo es el almacén de información de carácter ilimitado. En él guardamos toda la información que ha sido trabajada, elaborada, procesada y relacionada con otras informaciones. Es el almacén donde se guarda la información que es recuperada con posterioridad: minutos, días, meses o décadas más tarde.
Conocimiento cuantitativo (GQ)
Este se refiere a la habilidad de un individuo a adquirir, retener y hacer uso de información cuantitativa, al igual que su capacidad para usar símbolos numéricos.
Este debe diferenciarse del Razonamiento Cuantitativo, pues aunque estas habilidades están estrechamente relacionadas, tienen componentes y respuestas diferentes. Con el GQ sólo se da la comprensión de conceptos y la retención memorística de los mismos.
Lectura y escritura (GRW)
Esta habilidad hace referencia a la capacidad que tienen las personas al momento de leer y escribir. Mide el nivel de comprensión lectora y su abstracción. Del mismo modo, el desenvolvimiento en la escritura y la capacidad de transmitir ideas por medio de esta.
“Los procesos psicológicos simples posibilitan que los procesos psicológicos superiores sobresalgan y se diferencien de las demás en la adultez”.
-Juan-Espinosa-
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