Inteligencia naturalista: ¿en qué consiste y para qué sirve?
Gracias al psicólogo y pedagogo Howard Gardner, pudimos conocer que no existía únicamente un tipo de inteligencia, sino más bien ¡ocho! Hasta ese momento, la atención se la habían llevado la inteligencia lógico-matemática y a la lingüística (sobre todo en las escuelas y en las evaluaciones de la inteligencia). Por suerte, hoy sabemos que existen muchas más; una de ellas es la inteligencia naturalista.
Este tipo de inteligencia tiene que ver con nuestra capacidad para relacionarnos con el entorno y sus elementos; nos permite observar la naturaleza, entenderla, clasificarla y ordenarla, además de establecer relaciones entre sus elementos (flora y fauna, por ejemplo).
Seguramente es de las menos conocidas, y sobre todo, de las menos valoradas a nivel académico. Sin embargo, como veremos, seguramente es la inteligencia que ayudó a nuestros antepasados a conocer mejor su entorno y a sobrevivir. ¡Conoce este y otros datos curiosos sobre ella, aquí!
Inteligencia naturalista: ¿en qué consiste y para qué sirve?
La inteligencia naturalista forma parte de la teoría de las inteligencias múltiples propuesta por el psicólogo y pedagogo Howard Gardner (Estados Unidos, 1943), una teoría elaborada y difundida en los años 80. Concretamente, la teoría tiene fecha de 1983, pero no fue hasta el 1995 cuando se añadió la inteligencia naturalista al modelo.
¿A qué hace referencia el concepto de inteligencia naturalista? Se trata de la capacidad de categorizar elementos del entorno, reconociendo sus diferencias y la manera en la que se relacionan entre sí, a fin de utilizar dicha información para interactuar con estos elementos de forma beneficiosa.
Por otro lado, las conexiones y relaciones que nos permite este tipo de inteligencia con los elementos del medio, nos pueden ayudar a mejorar la interacción que tenemos con dicho entorno. En realidad, este concepto engloba el contexto urbano, suburbano y rural, es decir, no únicamente el “medio natural”.
Objetivo: sobrevivir
La inteligencia naturalista es, probablemente, la que más ayudó a nuestros antecedentes a evolucionar, a adaptarse al medio, a ejercer influencias sobre él y, en definitiva, a sobrevivir. De hecho, por estas razones, algunos expertos han situado su origen en la era del Paleolítico.
Más allá del hecho de sobrevivir, a día de hoy esta inteligencia nos permite conocer mejor la naturaleza y elaborar jerarquías dentro de los propios sistemas naturales, muy útil para según qué campos del saber (por ejemplo en biología).
Famosos con inteligencia naturalista
¿Quién posee (o más bien dicho, poseía) una alta inteligencia naturalista? Por ejemplo el científico naturalista Charles Darwin (Shrewsbury, 1809 – Down House, 1882), o el geógrafo y naturalista Friedrich Heinrich Alexander (Berlín, 1769 – 1859).
Estos autores fueron capaces de adentrarse en entornos naturales y de aprender de ellos, identificando sus especies animales y vegetales, aprendiendo sus características definitorias y utilizando la información en beneficio propio y de la sociedad. Y precisamente de eso trata la inteligencia naturalista.
Características definitorias
En la definición de Gardner para la inteligencia naturalista, se le da mucho énfasis al tipo de información con la que se trabaja a partir de esta inteligencia (y no tanto al qué se hace con dicha información). Sí que es cierto que se habla de esta inteligencia como un proceso, pero sobre todo de los contenidos concretos que se pueden tratar a través de ella.
Estos contenidos hacen referencia, como hemos dicho, a los elementos de la naturaleza, a las particularidades anatómicas de cada una de las plantas y animales que observamos, etc. Así, activaremos la inteligencia naturalista cuando nos encontremos ante un entorno natural o ante un espacio con diferentes formas de vida y seres vivos.
Procesos involucrados
¿Qué procesos mentales se activan cuando utilizamos la inteligencia naturalista? Principalmente la observación, la atención selectiva y sostenida, las habilidades de clasificación y categorización, la realización de inferencias y la identificación d relaciones, así como la formulación de hipótesis relacionadas con el entorno.
Por otro lado, es un tipo de inteligencia que nos permite experimentar y orientaros hacia la naturaleza, lo que a su vez nos puede ayudar a conocerla mejor y a valorarla más. Es decir, si nos ponemos un poco filosóficos, la inteligencia naturalista también tiene relación con la apreciación de la belleza y con el amor por el medio ambiente.
“Mantén tu amor hacia la naturaleza, porque es la verdadera forma de entender el arte más y más”.
-Vincent Van Gogh-
¿Solapamiento con las otras inteligencias?
La inteligencia naturalista podría solaparse, en algunos casos, con otros de los tipos de inteligencia propuestos por Gardner. Por ejemplo, en el caso de la inteligencia lingüística; ¿verdad que utilizamos esta última para conceptualizar los elementos identificados, aunque estos provengan de la naturaleza?
Por otro lado, la inteligencia lógico-matemática nos permite entender las jerarquías y las categorizaciones que hemos elaborado gracias a la inteligencia naturalista. Como vemos, éstas dos últimas se podrían incluso complementar. Finalmente, por poner otro ejemplo, en el caso de la inteligencia espacial, ésta nos serviría para aplicar todos los conocimientos “obtenidos” gracias a la inteligencia naturalista, en un entorno concreto y a tiempo real.
En definitiva, la inteligencia naturalista no es, ni de lejos, de las más conocidas, pero sin duda es una de las que más influyó a nuestros antepasados a la hora de sobrevivir y de adaptarse al medio. Como dato curioso, aunque para ejercerla están implicadas muchas áreas a nivel cerebral, generalmente se considera que guarda mayor relación con el hemisferio derecho que con el izquierdo.
“La naturaleza nunca se apresura. Átomo por átomo, poco a poco logra su trabajo”.
-Ralph Waldo Emerson-
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- Gardner, H. (2006). Schaler, Jeffrey A., ed. "A Blessing of Influences" in Howard Gardner Under Fire. Illinois: Open Court.
- Gardner, H. (1998). A Reply to Perry D. Klein's 'Multiplying the problems of intelligence by eight'. Canadian Journal of Education, 23 (1).
- Gardner, H. (1989). To Open Minds: Chinese Clues to the Dilemma of American Education. Nueva York: Basic Books.