Mi pareja es muy pasiva en nuestra relación: ¿a qué se debe?

La pasividad es un enemigo del amor. Si sientes que llevas el peso de la relación y tu pareja da por sentado el afecto, apenas cuidando el vínculo en el día a día, te recomendamos la siguiente lectura.
Mi pareja es muy pasiva en nuestra relación: ¿a qué se debe?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 07 marzo, 2024

En el ámbito de las relaciones de pareja hay una receta muy efectiva para el desastre: la pasividad. Enamorarse de alguien que, lejos de trabajar el vínculo a diario, lo da por sentado y apenas lo atiende, duele. Porque el amor requiere de un gran dinamismo y, como decía Erich Fromm, es como una forma de arte que demanda esfuerzo, disciplina y tiempo.

A pesar de ello, es frecuente derivar en relaciones dominadas por la pasividad de alguno de sus miembros. Son personas que nos dañan sin ni siquiera levantar un dedo, que nos turban por su falta de iniciativa y falta de respuesta emocional. Lo llamativo es que detrás de esta conducta no está siempre la falta de afecto, sino una manera de responder al amor muy distorsionada.

Cabe señalar que esta dimensión no tiene nada que ver con un carácter tranquilo o sosegado. Estamos ante un perfil de personalidad que no entiende la responsabilidad de tener pareja. Es alguien inseguro, carente de iniciativa y habituado a delegar en los demás. De hecho, son figuras con una clara inclinación a la dependencia; a dejar que sea el otro quien haga, decida, actúe y solucione. ¿Qué hay detrás de esta conducta? ¿Qué podemos hacer? Lo analizamos.

La pasividad en la pareja es una de las principales causas de rotura afectiva.

Chico y chica hablando sobre que mi pareja es muy pasiva en nuestra relación
Los comportamientos pasivos afectan a cualquier escenario en una pareja: el emocional, el económico, el laboral, etc.

Mi pareja es muy pasiva en nuestra relación: posibles causas

Hay una frase que aparece con frecuencia en muchas sesiones de terapia: «es que mi pareja es muy pasiva». Es común quejarnos de que la otra persona no dice, no actúa, no sostiene las responsabilidades de la relación con la misma energía y disposición que nosotros. En el momento en que una persona asume en soledad todo el peso de un vínculo afectivo, esos cimientos tiemblan.

Lo llamativo es que usualmente se da un hecho que puede parecernos contradictorio. Hay personas que se muestran muy asertivas y resolutivas en el área social y laboral; sin embargo, son muy pasivas en el plano afectivo. En el momento en que se adentran en esa esfera de la intimidad emocional y la responsabilidad afectiva, faltan infinidad de competencias.

Esto hace que, durante un tiempo, sea una de las partes la que tire de ese vínculo, hasta que, poco a poco, el desgaste, las contradicciones y el sufrimiento hagan que uno se detenga. Y lo hacemos preguntándonos si tal sacrificio vale la pena. Porque, aunque se le pide a la otra persona que actúe y que responda, el cambio casi nunca se materializa. ¿Los motivos? Enseguida los veremos.

La falta de interés o el peso de la rutina en la pareja pueden ser un factor para que, poco a poco, uno de los miembros de la relación asuma una actitud pasiva y de «dejar hacer al otro».

1. Educación, sesgos culturales y factores personales

Detrás del modo en que construimos y actuamos en una relación de pareja, hay factores sociales y culturales inconscientes; por ejemplo, el sexismo y los roles tradicionales. Podríamos sugerir, incluso, que aún hay hombres que dejan sobre la mujer los aspectos emocionales, las tareas de crianza, etc. También, que existen mujeres muy tendentes a la dependencia.

No obstante, estas realidades están cambiando y hay factores más relevantes que pueden explicar esa pasividad. Por ejemplo, hay perfiles de personalidad con competencias nulas en el ámbito afectivo y relacional. Quizás desde su infancia estén habituados a que sean los demás los que nutran sus necesidades y validen sus emociones.

2. El apego ansioso-pasivo

El apego ansioso es otro elemento por el cual alguien se obsesiona en recibir el afecto ajeno de modo pasivo, sin invertir en la reciprocidad. Son personas que entienden el amor de manera unidireccional y orientada solo a la obtención de «recursos emocionales».

3. Crianza autoritaria y exigente: el peso de la inseguridad

La pasividad puede ser el resultado de una educación basada en la crítica constante y la sombra del autoritarismo. Los han devaluado durante tanto tiempo que, al final, decidieron no actuar para evitar todo conflicto. Dejarse hacer, permitir que sean los demás quienes se responsabilicen de la relación por mera inseguridad personal, es una explicación.

4. El trastorno de déficit de atención e hiperactividad

Las personas con un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) suelen mostrar conductas pasivas en las relaciones afectivas. Es común que olviden muchas cosas, que no terminen lo que inicien, que les cueste demostrar al otro su compromiso en la relación. Estudios como los realizados en la Universidad de Ohio evidencian las dificultades que, a veces, presentan quienes viven con dicha realidad.

5. Mala gestión de las discrepancias y conflictos

A nadie le puede sorprender. Hay quien, tras una serie de discrepancias con la pareja, opta por el clásico: «si tú no me das lo que necesito, yo dejo de trabajar en esta relación». Son personas con nulas capacidades de comunicación, baja resistencia a la frustración y una reducida inteligencia emocional.

Algunas personas con actitudes claramente infantiles, después de una serie de conflictos o discrepancias en la relación, deciden dejar de actuar, de asumir responsabilidades e incluso de hablarnos.

6. Falta de interés en el vínculo

Si mi pareja es muy pasiva en nuestra relación de un tiempo a esta parte, consideremos otra razón evidente. Puede que hayamos llegado a un punto en que el desinterés o el peso de la rutina asfixia el vínculo. Como bien sabemos, no todo el mundo es hábil para dar el paso y decir de forma asertiva: «Siento que lo nuestro no va bien o no siento lo mismo».

Son situaciones en las que, de pronto, nos vemos tirando en soledad de una persona que ya no tiene su mirada y corazón puestos en nosotros.

Personas en una cama para representar que mi pareja es muy pasiva en nuestra relación
Si nuestra pareja es muy pasiva, debemos actuar y exigir cambios. La comunicación es clave.

¿Qué hacer ante estas circunstancias?

Si mi pareja es muy pasiva, lo último que debo hacer es cronificar esa situación. En ocasiones, por temor a la soledad o incluso a la ruptura, optamos por asumir toda la responsabilidad. Sin embargo, debemos tenerlo claro: amar a alguien pasivo en el amor ya es estar solo. Es tener a una persona presente, pero ausente, alguien que no cuida, que no apoya ni se compromete.

¿Qué hacer, entonces? La pasividad, en realidad, es una respuesta aprendida a otro problema que se está dejando de lado. Y esto es clave. El primer paso será la comunicación, establecer un diálogo asertivo y sincero para comprender qué ocurre. Debemos saber qué motiva esa conducta y, nuestra pareja, por su parte, tiene que responsabilizarse en el cambio.

Una pareja es un equipo, pero también dos personas con problemas propios. Todos tenemos heridas latentes que sanar y realidades que atender. En caso de no hacerlo, esos lastres condicionarán toda relación afectiva. El amor requiere dinamismo, reciprocidad, ser artesanos cotidianos del afecto, el cuidado y la atención. Si esto no está presente, una relación se marchita en poco tiempo.


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