Descubre la fuerza de los vínculos débiles

En los vínculos débiles hay poca interacción y escasa intimidad emocional. Sin embargo, ofrecen perspectivas y oportunidades más ricas y heterogéneas que las que puede aportarnos nuestro círculo más cercano. ¡Te contamos por qué!
Descubre la fuerza de los vínculos débiles
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 27 enero, 2023

Las relaciones sociales son uno de los bienes más preciados que poseemos. Esas personas con las que nos relacionamos nos proporcionan conexión, afecto, apoyo y seguridad, y tenerlas cerca ayuda a proteger nuestra salud mental y física.

Sin embargo, al hablar de tu círculo social probablemente pienses en tu pareja, familiares o amigos más íntimos. Pero, ¿sabías que son aquellos menos allegados a ti quienes pueden abrirte grandes oportunidades vitales? Hoy te invitamos a conocer la fuerza de los vínculos débiles.

Hay quienes, por naturaleza, son extrovertidos, abiertos y comunicativos. Disfrutan relacionándose con todo tipo de personas y en todo tipo de ambientes, y gracias a esto poseen una gran cantidad de contactos. Por otro lado, hay quienes valoran y priorizan las relaciones profundas y significativas, con una gran vinculación emocional.

Ninguna de las opciones es superior a la otra y todas las formas de ser y elecciones que realizamos son totalmente lícitas. Sin embargo, es posible que los primeros cuenten con una cierta ventaja, y a continuación te explicamos por qué.

Amigas hablando en la calle
Las relaciones de vínculos débiles se caracterizan por un contacto poco frecuente y escasa implicación emocional.

¿Qué son los vínculos débiles?

La teoría de los vínculos débiles fue propuesta por el sociólogo estadounidense Mark Granovetter en 1973. Con este modelo, el autor pretende explicar cómo se relacionan las interacciones a nivel micro (entre individuos) con los patrones a nivel macro (en sociedades). Y, para ello, apunta hacia los vínculos débiles como vehículo principal de esta asociación. Pero, ¿en qué consiste exactamente?

Si echamos un vistazo a nuestras relaciones personales, comprobaremos que no todas ellas son iguales. Estas difieren en varios puntos, que son los que determinan cuán fuertes o débiles se consideran:

  • La cantidad de tiempo compartido entre ambas personas. Cuánto de nuestro día a día dedicamos a convivir y relacionarnos con ese otro.
  • La intensidad emocional. Es decir, el grado de implicación personal que existe de forma mutua. Fácilmente, podemos observar cómo los sentimientos que nos unen a nuestro mejor amigo son mucho más intensos que los que profesamos hacia un compañero de trabajo.
  • La intimidad o confianza mutua. Esta se construye con base en la autodivulgación que hacemos, a cuánto compartimos de nosotros mismos con el otro y cuán cercanos y seguros nos sentimos para mostrarnos vulnerables en su presencia.
  • Los servicios recíprocos. Estos hacen referencia a cuánto nos aportamos de forma mutua con ese otro, ya sea a nivel material o inmaterial. Los favores, el apoyo emocional, el acompañamiento, la ayuda o la orientación de cualquier índole también nos indican cuán importante es una relación para nosotros.

Así, podemos definir los vínculos débiles como aquellos en los que dichas características se presentan en niveles bajos. Sí existe relación entre ambas personas, pero la interacción entre ellas no es muy frecuente, profunda ni significativa y la implicación emocional es mínima. Podemos encontrar en esta categoría a conocidos, vecinos, compañeros o amigos no muy cercanos.

La fuerza de los vínculos débiles nos impulsa a avanzar

Cabría esperar que fueran nuestras personas más cercanas quienes más apoyo y oportunidades nos ofrecieran, dado que su disposición a hacerlo es mayor que la de aquellos con quienes estamos menos conectados. Sin embargo, la teoría de los vínculos débiles nos invita a tener en cuenta una realidad: cuanto más fuerte es el vínculo entre dos personas, más probabilidad hay de que sus redes de amistad se solapen o se superpongan una a la otra.

Es decir, que probablemente tus personas más cercanas también estarán estrechamente vinculadas entre sí. No solo porque formen parte del mismo grupo de amigos o de la misma familia; incluso si tú los has presentado, es probable que entre ellos surja afinidad y se cree un vínculo. Esto crea un espacio común del que todos formáis parte y en el que no entran nuevas perspectivas.

Sin embargo, con los vínculos débiles esto no sucede. Es menos probable que dos de tus vecinos o compañeros lleguen a conocerse entre sí y a conectar a nivel profundo. Y son precisamente estas personas menos allegadas las que te pueden conectar con otras realidades, diferentes a las de tu núcleo cercano, que quizá te beneficien de varias formas. Mira por qué.

Amplían nuestra perspectiva

Las personas con las que formamos vínculos débiles son capaces de hacer llegar a nosotros información no redundante y así, abrir nuestra mira. Los más allegados generalmente comparten opiniones, perspectivas y experiencias de vida, y esto puede hacernos caer en un sesgo confirmatorio en el que solo observamos y nos relacionamos con quienes piensan igual.

Aquí, los conocidos aportan ideas diferentes, y no solo suyas, sino también de sus otros círculos, nutriéndonos, enriqueciéndonos y ayudándonos a tomar perspectiva. Así, pueden ayudarnos a ser personas más empáticas y tolerantes.

Nos ofrecen movilidad y oportunidades

Estos vínculos débiles son decisivos para las oportunidades individuales, ya sea que estemos buscando empleo, precisando inversores para nuestro negocio o tratando de vender un piso. Y es que los menos allegados son el vehículo para que esa información que queremos transmitir llegue a más personas, así como los encargados de hacernos llegar información ajena a nuestro círculo que podemos necesitar.

Un vecino puede recomendarte una empresa que está contratando gente y que tú no conocías; un compañero puede ponerte en contacto con un inversor de su círculo, y un amigo lejano puede conocer a quien desea alquilar tu piso. Si únicamente te hubieras quedado en tu círculo de confianza, difícilmente disfrutarías de esas oportunidades.

Fomentan la integración en la comunidad

Más allá del plano material, establecer relaciones menos cercanas también favorece el bienestar y la salud psicológica. Y es que, como seres sociales, necesitamos estar integrados en nuestras comunidades, sentir que formamos parte y que conectamos con otros.

Compartir con vecinos y conocidos favorece el sentido de pertenencia y la sensación de propósito y cooperación. Y esto es tan crucial que, incluso, puede reducir el riesgo de caer en una adicción.

Favorecen la cohesión social

Por último, los vínculos débiles son los que nos unen como sociedad, pues sin ellos, no seríamos más que un conjunto de grupos separados entre sí. Por ejemplo, una persona que cambia de empleo supone un nexo entre esos dos ambientes laborales (el anterior y el actual) trasladando ideas y conocimientos que llegan a compartirse y a mejorar el sector.

Igualmente, nosotros mismos somos transmisores de conocimiento e ideas entre los diferentes grupos de personas de los que formamos parte; de tal modo, podemos contribuir, por ejemplo, a potenciar un movimiento social o un cambio de ideología que no se produciría si quedase únicamente en un núcleo cerrado.

Dos personas hablando
Los vínculos débiles favorecen la cohesión social y la integración en la comunidad.

Cultiva tus vínculos débiles

Por todo lo anterior, queda claro que los vínculos débiles son realmente poderosos y relevantes tanto a nivel individual como social. Así, cuando dudes en abrirte a compartir con otros, cuando sientas que las relaciones menos profundas e intensas no te convencen o no tienen nada que aportarte, recuerda las oportunidades que pueden llegar a ti si las cultivas apropiadamente.


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