Pensamientos suspendidos en el aire
Las creencias irracionales, como su nombre lo indica, no tiene nada que ver con el raciocinio, están por “afuera” de la comprensión o de lo que realmente puede llegar a pasar. Cuando una persona está constantemente pensando en que algo malo va a ocurrirle y eso lo paraliza a tal punto de no poder tomar una decisión ni actuar correctamente, se vuelve un verdadero problema.
Todos tenemos pensamientos más o menos irracionales en algún momento de nuestras vidas. Es frecuente porque nadie está exento de tener miedos. Hasta el más osado o fuerte le teme a algo. Es más, las creencias sin razón de pensamiento son compartidas con miles de personas en todo el mundo. Así lo ha descubierto tras un estudio Albert Ellis, Doctor de Psicología de la Universidad de Columbia.
El fundador de la “Terapia racional emotiva” (TRE) indica que las ideas irracionales básicas son aquellas que compartimos con otras personas en el mundo. Pero antes de hablar del tema y averiguar si lo que piensas es una idea irracional o no, es preciso que primero comprendas tu comportamiento (y el de los demás).
La TRE distingue las ideas racionales de las irracionales. Las primeras son las que están sujetas a la probabilidad y son relativas. Esto significa que pueden ocurrir o no, pero se basan en algo cierto y se expresan como un deseo o preferencia. Por ejemplo “me gustaría ir de vacaciones” “quisiera tener registro de conducir”, etc. Si no se logran surge la depresión, la frustración o la tristeza, pero no limitan a la persona a pensar o desear nuevos objetivos.
Por otra parte, las creencias irracionales son de carácter dogmático y absoluto, es decir, que se basan en los conceptos de “todo o nada” o “siempre y nunca”. Se expresan como “debería”, “tengo que” “estoy obligado a”. Si no se logran los deseos, puede generar emociones muy negativas, tales como depresión, ansiedad, culpa, cólera, etc.
Estas emociones si pueden influir en la obtención de los objetivos por parte de la persona, ya sean en el corto o en el mediano plazo. La frustración de no haber logrado algo genera conductas de aislamiento, ansiedad, abuso de sustancias toxicas (alcohol y drogas), entre otras patologías.
Las creencias irracionales básicas las vivimos a diario, como por ejemplo, por el hecho de que debemos ser aprobados por todo el mundo. ¿Cuántas veces has actuado guiado sólo por el “qué dirán”? Eso no es bueno para ti, porque estarás perdiendo, poco a poco, tu esencia, aquello que realmente eres. Lo irracional de ello es que eres lo que la sociedad, tus padres, tu pareja, tu jefe o tus vecinos quieren, no lo que a ti te pasa al respecto. Esto no quiere decir que lo hagas a propósito, sino que ya estás programado para ello.
Por otro lado, el hecho de tener que agradar a los demás te obliga a actuar de manera tal que seas valorado y apreciado por tus tareas. No es sólo buscar la aprobación, sino de sentirte valioso para el resto. ¿Y cuándo tienes en cuenta tus necesidades y gustos? No quiere decir que seas egoísta y sólo pienses en ti, pero lo irracional de esta actitud reside en el hecho de no poder decidir por nuestros propios medios (aunque pensemos que si) de qué manera queremos servir a la sociedad o a la familia.
Las capacidades que tenemos están basadas únicamente por los resultados que conseguimos. Entonces, las ideas irracionales aparecen al momento de que algo no sale como lo esperábamos. Todo lo contrario a lo “que debería ser” se convierte en una catástrofe, en una tragedia, en pensar que no merecemos siquiera vivir, etc. Si algo no se alcanza en el tiempo y la forma estipulada, creemos o bien que no se vale nada o que ya no tiene sentido seguir luchando o trabajando por ello.
Es preciso que tengas mucho cuidado con las ideas irracionales que afectan a todo el mundo, ya que son las que, en la mayoría de los casos, nos indican cómo actuar y qué decidir. No dejes que sean ellas las que te dominen.
Foto cortesía de Ricardo Reitmeyer