Piel y emociones: ¿cuál es su relación?
Cuando estamos tristes o estresados, nuestra piel parece estar menos lustrosa, más áspera, deshidratada y con menos color del habitual. Sin embargo, si nos sentimos bien, nuestra tez parece encontrarse en perfecta armonía.
Con cerca de dos metros de largo y más de cinco kilogramos de peso, la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Y es un libro abierto sobre el estado de ánimo y los problemas de salud. Por eso, cualquier sensación negativa intensa puede hacerse visible a través de ella.
Alergias, picores, aspereza, palidez, enrojecimiento, ronchas, sequedad, agrietamiento, heridas, cambios de pigmentación, sudor, deshidratación… Son muestras difíciles de ocultar y algunos de los cambios que pueden aparecer en la piel carecen de desencadenante fisiológico.
En estos casos, hablamos de alteraciones psicosomáticas cuyo origen es psicológico y de raíz emocional. Dicho esto, veamos cómo se relacionan la piel y las emociones.
La relación entre la piel y las emociones
En las últimas décadas, diversos estudios han confirmado la estrecha relación entre piel y emociones. De hecho, a la luz de la evidencia encontrada, se ha creado una nueva área de estudio: la psicodermatología. Esta disciplina divide los trastornos psicodermatológicos en tres categorías:
- Psicofisiológicos: son aquellos problemas de la piel que empeoran o surgen a partir de estados emocionales. Por ejemplo, la psoriasis.
- Psiquiátricos primarios: se refieren a las afecciones cutáneas producidas por algunos trastornos mentales. La mayoría de ellas autoinducidas, por ejemplo, la tricotilomanía.
- Psiquiátricos secundarios: aluden a las afecciones de la piel que desarrollan baja autoestima o fobia social. Por ejemplo, el acné quístico.
La relación entre la piel y las emociones es bidireccional. Es decir, las afecciones de la piel no solo empeoran o se generan por diferentes estados emocionales; sino que estas también pueden desarrollar alteraciones mentales como consecuencia. Y, mientras mayor sea el problema, mayor será la afección física o mental.
Algunas alteraciones cutáneas
Según la información de un artículo del psiquiatra Mohammad Jafferany, algunas de las afecciones en la piel que validan su relación con las emociones son las siguientes.
Dermatitis atópica
La dermatitis atópica es una afección caracterizada por el enrojecimiento de la piel, hinchazón y picazón. En este caso, un estudio del 2016 publicado en International journal of environmental research and public health encontró que a mayor nivel de estrés, mayor es la prevalencia de la dermatitis atópica.
Las conclusiones de otra investigación sobre la asociación entre esta enfermedad y el riesgo de depresión y ansiedad señalan que las personas con dermatitis atópica tienen más probabilidades de padecer dichos trastornos.
Psoriasis
Es afección cutánea que provoca enrojecimiento, escamas plateadas e irritación de la piel. Se ha observado que el estrés y la psoriasis tienen una relación bidireccional muy estrecha.
Los autores de un artículo publicado en Frontiers in Psychology afirman que «esta condición está relacionada con una reactividad emocional caracterizada por emociones negativas que tienen un mayor impacto en la calidad de vida de los pacientes». Las emociones no pasan desapercibidas en la piel.
Urticaria
Otra afección cutánea que ejemplifica la relación entre piel y emociones es la urticaria; cuyos síntomas incluyen la aparición de ronchas rojas o del color en la piel, causando comezón.
La mayoría de estos episodios no tienen una explicación aparente, por lo que algunos expertos sugieren que el estrés juega un rol fundamental en su aparición. Pues, gran parte estos pacientes atraviesan situaciones estresantes.
Esta afección está asociada también con factores psicológicos, como depresión, ansiedad y estrés, que pueden influir en su aparición y evolución. Aparte de eso, cuando la urticaria se vuelve crónica, afecta la calidad de vida y el bienestar emocional de las personas.
Hiperhidrosis
Se trata de una condición en donde los afectados experimentan sudoración excesiva. Suele estar asociada al ejercicio o al aumento de la temperatura. Algunos estudios indican que la hiperhidrosis y el estrés están vinculados.
En estos casos, las personas desarrollan diferentes secuelas emocionales, como fobia social y baja autoestima. Por tanto, se crea un círculo vicioso que empeora la condición, al igual que el caso de la psoriasis.
Acné excoriado
Se produce cuando se rasca o aprieta el acné. Esto genera heridas, cicatrices y manchas en la piel. Puede impulsarse por trastornos de la personalidad y de la imagen corporal, depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo y baja autoestima.
Además de las alteraciones nombradas, existen muchas otras que reflejan la relación entre la piel y las emociones. Por nombrar algunas tenemos:
- herpes simple
- dermatitis artefacta
- alopecia areata
- excoriaciones neuróticas
- prurito psicógeno
Profundiza: Los efectos del estrés en la piel
Piel y emociones: otras formas de relación
Más allá de las enfermedades y los trastornos cutáneos, existen otras formas en que se puede evidenciar la relación entre piel y emociones. Estos casos suelen ser respuestas momentáneas del organismo a estímulos externos, que además de generar una reacción emocional, producen un cambio cutáneo.
Por ejemplo, cuando sentimos vergüenza, nuestro rostro tiende a ponerse rojo, debido a la dilatación de los vasos sanguíneos. En cambio, cuando tenemos miedo, los vasos sanguíneos se contraen, lo que hace que nuestra piel adquiera un tono pálido.
Por su parte, otro ejemplo bastante común es la llamada «piel de gallina», la cual suele aparecer cuando sentimos miedo o nos estremecemos.
Contacto físico y bienestar
Otra relación entre piel y emociones la observamos en la necesidad del contacto físico para desarrollarnos y vivir con plenitud. Esto se pone en evidencia en los bebés prematuros que requieren del contacto piel a piel con su madre.
Asimismo, los abrazos, los besos y las caricias que podemos recibir de nuestros seres queridos son bálsamos para el alma en momentos difíciles. De esta forma, nuestra piel recibe estímulos que nos suben el ánimo o nos devuelven la alegría.
Conclusión
En este artículo hemos revisado cómo la piel y las emociones mantienen una relación bidireccional, donde los cambios en una puede generar modificaciones en la otra. La relación causal aún no es clara, pero es evidente su conexión.
Gracias a la psicodermatología, sabemos que afecciones como la dermatitis atópica, la psoriasis, la urticaria y la hiperhidrosis están asociadas con el estrés y otros factores psicológicos. Ahora bien, esta conexión no siempre es negativa, ya que a través de ella podemos disfrutar de los beneficios del contacto físico.
Para terminar, te invitamos a identificar de qué manera se hace patente en tu vida cotidiana la conexión entre tu piel y tus sentimientos. ¿Cómo reacciona tu piel cuando estás feliz? ¿Cuando tus niveles de estrés se elevan, qué cambios provoca a nivel cutáneo?
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