¿Por qué opinamos sobre relaciones de pareja ajenas?
Aunque opinar sobre relaciones de pareja ajenas no es deporte olímpico, está cerca de serlo. Pocas prácticas hay tan comunes y arraigadas en nuestra cotidianidad como criticar y analizar la vida de quienes se enamoran e inician una relación. Este es un territorio común y bien abonado para los chismes, las valoraciones y las críticas más destructivas.
Es cierto que esta materia ha sido un contenido habitual en las revistas del corazón desde siempre. El problema es que, con la llegada de las redes sociales, este campo se ha vuelto más agresivo. Suele ser combustible para memes y para más de un artículo amarillista en busca de likes. Toda esa selva de palabras y comentarios poco amables son un reflejo de un reverso algo oscuro de nuestra humanidad.
Las personas opinamos y dejamos caer nuestros juicios de manera constante. Lo hacemos sin saber y sin reparo alguno a introducirnos en vidas que no son nuestras. Sin embargo, es una evidencia que en la actual sociedad dominada por lo digital, opinar de cualquier cosa es tan común como respirar.
Lo cierto es que con esta costumbre normalizamos una forma muy sibilina de violencia y el daño psicológico.
No solo las parejas famosas se ven en la palestra de las críticas y opiniones más lesivas. En el plano privado, esta práctica es de lo más común y también destructiva.
Opinar sobre relaciones de pareja ajenas, algo muy nuestro
Hace un tiempo internet se llenó de imágenes de la nueva pareja de Keanu Reeves: la artista Alexandra Grant. De pronto, se inició todo un efecto sísmico de opiniones orientadas en una misma dirección. Muchos no podían creer como el protagonista de John Wick estaba con alguien cuya apariencia no encajaba en los cánones de la farándula hollywoodiense.
Alexandra Grant era demasiado mayor para Reaves, cuando, en realidad, tiene 9 años menos, decían. No era el modelo de mujer despampanante y con bótox. Luce canas, aparenta la edad que tiene y evita la sofisticación. Alexandra es una mujer normal con una carrera artística deslumbrante. Una vez más, se había encendido de opiniones dañinas sobre las relaciones de pareja ajenas.
Lo mismo está sucediendo estos últimos días con Jennifer López y Ben Affleck. Este último se ha convertido en carne de meme después de que un fotógrafo lo captara dormido a bordo de un barco en su luna de miel por París. Ahora, todo el mundo opina sobre su “supuesto” agotamiento a causa su vida sexual con la cantante y actriz puertorriqueña.
Comentarios como estos, todos ellos tan frívolos como crueles, trazan una realidad cada vez más común. Esa dominada por las críticas y burlas sobre determinadas parejas.
El efecto Dunning-Kruger, opinar sin saber
En la actualidad abundan cada vez más los “opinólogos”. Hablar, juzgar y opinar sin saber es deporte nacional. A esta conducta la llamamos efecto Dunning-Kruger y se define por esa práctica en la que uno sobrevalora sus habilidades y conocimientos. Se asume que las palabras pronunciadas son verdades fueran absolutas y en tratar a los demás como si no tuvieran idea de nada.
Un estudio de la Universidad de Cornell dice que estas personas no solo llegan a conclusiones erróneas, sino que además su propia incompetencia les roba la capacidad metacognitiva para darse cuenta. Aplicado a este contexto en el que opinar sobre relaciones de pareja ajenas, hay un aspecto evidente.
Las personas no solo juzgan y etiquetan a determinadas parejas, sino que llegan a conclusiones cerradas sin contemplar la realidad personal de cada individuo. Se limitan a observar y a convertir sus conjeturas en verdades absolutas que más tarde publican y comparten en redes sociales.
Couple shaming, señalar y criticar a determinadas parejas
Todos hemos oído hablar de términos como body shaming o single shaming. Definen ese acto en el que avergonzar o criticar el cuerpo de alguien, o en el caso de la segunda dimensión, burlarse de quien permanece soltero. Ahora mismo podríamos hablar sin duda del couple shaming, o la costumbre de opinar sobre parejas ajenas hasta el punto de convertirlo en un ataque o una humillación.
Está sucediendo con Ben Affleck y pasó hace unos años con la también actriz Jenny Slate. Esta última fue pareja de Chris Evans entre el 2016 y el 2017. Durante ese tiempo fue criticada por infinidad de seguidores del Capitán América, por no ser, según ellos, lo bastante bonita para el actor. Finalmente, la relación se rompió.
No podemos dejar de lado el poder que tienen los medios. Fenómenos como los memes, pueden destruir por completo la imagen pública de alguien. Una investigación de la Universidad Quaid-i-Azam, en Pakistán, nos recuerda algo. Los medios de comunicación y las redes sociales son catalizadores natos a la hora de generar y transmitir opiniones.
Basta con que alguien comente que determinada persona es poco atractiva, o que alguien ha quedado consumido por su luna de miel (como el caso de Affleck) para que ese dato se difunda al segundo.
Hablar sobre relaciones de pareja ajenas despierta también el morbo y el sensacionalismo.
Relaciones de pareja ajenas, chismes y el juego del morbo
Podríamos decir que introducirnos y juzgar relaciones de pareja ajenas es algo que arrastramos durante siglos. Juzgamos a la pareja cuya diferencia de edad es evidente. Hablamos por lo bajo de quien, habiendo terminado una relación, inicia otra nueva al poco tiempo. Se cuchichea de la chica alta que sale con el chico de menor estatura. También de quien tiene sobrepeso y está con una pareja delgada.
Asumimos que la chica que sale con alguien de mayor posición económica, lo hace por dinero. La mente humana juzga y etiqueta el mundo que le envuelve casi a cada instante y de manera inconsciente. Lo hace para intentar controlar la incertidumbre, pero con ello se proyectan también los prejuicios y estereotipos.
Si las relaciones de pareja son campo abonado para las críticas y las valoraciones zafias, es también porque nos gustan los chismes. Esta práctica nos sirve para conectar los unos con los otros, formar corrillos y compartir información que no nos incumbe, pero que despierta, al fin y al cabo, el jugoso juego del morbo. Tristemente, esta dinámica siempre ha existido y es evidente que siempre existirá…
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