Qué es el animismo en filosofía

Desde las primeras sociedades que atribuyeron espíritu a los elementos naturales, hasta los debates filosóficos sobre la conciencia y la existencia, el animismo nos invita a repensar nuestra conexión con el universo.
Qué es el animismo en filosofía

Última actualización: 14 noviembre, 2024

La creencia en el alma y en que otros seres poseen una, como los animales no humanos, las plantas, las rocas y demás elementos de la naturaleza, ha estado presente desde hace milenios. Esto es lo que se conoce como animismo. Gracias a sus interesantes planteamientos, diferentes disciplinas, como la filosofía, han invertido bastante en analizarlo.

Más allá de una simple superstición, dicho concepto dejó huellas profundas en el pensamiento, influyendo en religiones, mitos y formas de entender nuestro entorno. Te explicamos cómo esta corriente ha moldeado la manera en que las culturas antiguas y modernas perciben la vida y el mundo.

¿Qué plantea el animismo?

El animismo es la creencia de que todos los seres vivos, los objetos inanimados y los fenómenos naturales poseen algún tipo de sensibilidad o sintiencia. En otras palabras, propone que elementos como los ríos o los árboles no son solo partes inertes del paisaje, sino que están dotados de una vida interna, un alma, lo que les permite interactuar y tener influencia en su entorno.

Tal concepto tiene sus raíces en las primeras reflexiones sobre el mundo natural y está muy ligado a las religiones primitivas. Y es que, en muchas culturas antiguas, se atribuían espíritus a los elementos naturales como una forma de explicar fenómenos que, en su momento, no podían entenderse de otra manera.

A través de esta doctrina se ofrecía una forma de interpretar la naturaleza y sus procesos mediante una conexión profunda entre lo humano y lo no-humano.

Otras perspectivas filosóficas y religiosas separan el mundo espiritual del material, pero el pensamiento animista funde ambos. Mientras que religiones como el cristianismo o el islam ven el alma como exclusiva del ser humano, esta teoría sostiene que todos los elementos del universo, vivos o inertes, tienen un espíritu.

Historia, defensores y conceptos clave de esta corriente

Edward Burnett Tylor, antropólogo, acuñó el término «animismo» en el siglo XIX, en su obra Primitive Culture (1871). Pero las primeras influencias profundas se remontan a la Grecia antigua, con presocráticos como Tales de Mileto, quien sostuvo que «todo está lleno de dioses». Esta frase sugiere una visión en la que los elementos naturales poseen una esencia o vida.

Otro pensador influyente fue James Frazer, quien exploró cómo el pensamiento animista formaba parte de los sistemas de creencias más antiguos. Frazer vinculó lo animista con la magia y la religión, mostrando cómo los seres humanos a lo largo de la historia han atribuido alma y vida a todo lo que los rodea.

De igual manera, en su obra Magia, ciencia y religión (1925), el antropólogo polaco Bronisław Malinowski abordó cómo las sociedades indígenas contemporáneas mantenían formas animistas en sus rituales y prácticas cotidianas, sugiriendo que esta teoría era una fuerza cultural poderosa en muchas comunidades.

Conceptos clave

Desde la perspectiva filosófica, el estudio animista se ha entrelazado con tres doctrinas clave: el hilozoísmo, el panpsiquismo y el vitalismo. Si bien estos conceptos suelen confundirse con el animismo, tienen matices importantes que pasamos a explicar.

1. Hilozoísmo

Partiendo de la teoría de Tales de Mileto, plantea que todo el universo, incluidas las entidades inanimadas, está dotado de algún tipo de vida o energía vital. Es decir, no solo los seres vivos, sino también los objetos inanimados (como piedras, ríos, montañas) poseen una forma de vitalidad.

2. Panpsiquismo

Se trata de una corriente que va más allá de la idea de que solo los seres vivos poseen alma; sostiene que todas las cosas en el mundo, incluso los objetos inanimados como rocas o átomos, tienen algún grado de experiencia mental o conciencia, aunque sea en formas muy simples.

A diferencia del hilozoísmo, que habla de una vitalidad general en todas las cosas, el panpsiquismo se enfoca en la presencia de una forma de mente o conciencia en toda la materia. Esto no significa que cada objeto tenga una mente compleja como los seres humanos, sino que existe un aspecto mental básico en todos los sistemas y objetos del universo.

Filósofos modernos como Alfred North Whitehead han contribuido al panpsiquismo, proponiendo que cada evento en la naturaleza tiene un aspecto experiencial y está en constante relación con los demás, uniendo así el universo en una red de interconexiones vivas.

3. Vitalismo

Para el siglo XVIII, el médico alemán Georg Ernst Stahl utilizó el término animismo en un contexto bastante diferente. Stahl fue uno de los principales representantes de una doctrina médica conocida como vitalismo, la cual argumenta que absolutamente todos los organismos vivos se caracterizan por tener una fuerza o principio vital que los distingue de los objetos inanimados.

De acuerdo con su postulado, este pensamiento se utiliza para describir esa fuerza que anima a los cuerpos, no como un espíritu en un sentido místico, sino como una energía vital que mantiene el funcionamiento biológico.

El animismo y el origen de las religiones

El pensamiento animista no es una religión en el sentido estricto de la palabra, sino más bien un conjunto de creencias y prácticas presentes dentro de diversas tradiciones religiosas. Por ejemplo, en sociedades indígenas donde se suelen llevar a cabo rituales y ceremonias para honrar a los espíritus de los animales, plantas y fuerzas de la naturaleza, lo animista ha permitido una profunda conexión entre los humanos y su entorno.

Así, este modo de pensamiento se puede considerar una de las primeras formas de espiritualidad, sentando las bases para religiones milenarias en diversas culturas, en especial en aquellas que veneraban los ciclos y fuerzas naturales.

No obstante, también puede entenderse como una creencia que no se limita a un marco religioso específico. En muchas sociedades modernas, hay un creciente interés por la ecología espiritual que evoca principios animistas. Esta promueve la idea de que todos los seres vivos, así como el entorno natural, están interconectados y merecen respeto y cuidado.

Lo animista trasciende el ámbito de la religión organizada y se manifiesta en movimientos sociales que abogan por una mayor conciencia y respeto por la naturaleza.


Perspectiva animista en la psicología

Para la psicología, lo animista es el fenómeno por el cual las personas, en especial los niños, atribuyen consciencia, vida o intencionalidad a objetos inanimados. Este enfoque estudia cómo la mente tiende a proyectar cualidades humanas en el entorno no-humano, y la forma en que las personas construyen su percepción del mundo.

Jean Piaget, psicólogo suizo, hizo uno de los principales estudios en este campo. Piaget exploró cómo los niños, durante sus primeras etapas de desarrollo, suelen ver el mundo de manera animista, atribuyendo vida y emociones a objetos como juguetes o herramientas cotidianas.

Este fenómeno, conocido como animismo infantil, es una etapa natural en el desarrollo, donde los niños aún no distinguen con claridad entre lo vivo y lo no-vivo.

Dentro del campo de la psicología, la teoría animista está muy relacionada con el desarrollo del pensamiento simbólico. A medida que los niños crecen y adquieren más conocimiento sobre el mundo, esta tendencia a atribuir vida a los objetos desaparece, lo que refleja su avance hacia formas de pensamiento más abstractas y realistas.



Un conjunto de creencias que nos acompañan desde el principio de los tiempos

Desde sus raíces en las primeras creencias espirituales de culturas ancestrales, hasta su estudio en la filosofía y la psicología modernas, el animismo influye mucho en nuestra comprensión del mundo y la conexión con lo natural.

A lo largo de la historia, esta corriente ha dado lugar a formas de espiritualidad y veneración hacia los elementos naturales, además de servir como base para el desarrollo de diversas doctrinas como el hilozoísmo, el panpsiquismo y el vitalismo.

En última instancia, lo animista nos invita a reconocer la vitalidad en todas las cosas, motivándonos a desarrollar un respeto más profundo por la naturaleza y los seres que nos rodean.


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