¿Por qué somos supersticiosos?

Las supersticiones son creencias mágicas sin fundamento racional en las que todos hemos creído alguna vez. Pero, ¿por qué somos supersticiosos?
¿Por qué somos supersticiosos?
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 10 octubre, 2022

¿Cruzas los dedos para tener buena suerte? ¿Te da miedo pasar por debajo de una escalera? Las supersticiones, aunque creamos más o menos en ellas, lo cierto es que están por todos lados. Pero, ¿por qué somos supersticiosos?

La explicación podría tener su origen en la tendencia del ser humano a querer dar sentido a aquello que, por medio de la razón o la lógica, no logra entender. ¿Qué más hay detrás de las supersticiones?

“La superstición en que fuimos educados conserva su poder sobre nosotros aun cuando lleguemos a no creer en ella”.

-Gotthold Ephraim Lessing-

¿Qué significa ser supersticioso?

La superstición se define como ‘una creencia que no tiene fundamento racional; consiste en atribuir carácter mágico o sobrenatural a determinados sucesos’, o ‘en pensar que determinados hechos proporcionan buena o mala suerte’.

Por su parte, Damisch y colaboradores (2010), en un estudio publicado en la revista Psychologial Science, las definen como ‘creencias irracionales según las cuales se considera que un objeto, acción o circunstancia, sin una relación objetiva con una situación vital de la persona, puede influir en ella’.

Las supersticiones tienen mucha historia detrás y deben contextualizarse dentro de cada cultura, tradición e incluso religión de cada lugar. Hay multitud de supersticiones, como que un gato negro que se cruza delante de nosotros es capaz de cambiar nuestra suerte, romper un espejo, pasar debajo de una escalera o derramar sal en la mesa. Y también supersticiones “buenas”, como cruzar los dedos para tener buena suerte.

Herradura con tréboles
Las supersticiones deben contextualizarse dentro de cada cultura.

Las razones por la que somos supersticiosos

La superstición no tiene un único origen: intervienen factores personales, sociales y culturales. Hay culturas que son más supersticiosas que otras y personas que lo son más también. Intentamos averiguar qué hay detrás de todo ello.

Buscando explicación a los misterios: la mente animista

El hecho de que los humanos siempre hayamos intentado buscar una lógica en aquello que parecía escaparse a ella podría explicar por qué somos supersticiosos.

Además, tenemos una mente animista, que nos lleva a atribuir a los objetos y hechos físicos (a las entidades inanimadas) cualidades biológicas como la vida o psicológicas como la conciencia. De hecho, a raíz de esta mente animista del ser humano, muchas religiones antiguas pensaban que los objetos y los sucesos de la naturaleza poseían alma y consciencia propia.

La mente racional es más costosa

Con el paso de la historia y el avance de la ciencia, llegó el método científico que nos llevaba a ser más racionales a la hora de explicar el porqué de las cosas. En cambio, las supersticiones son más “sencillas”, son argumentos superficiales que nos permiten sentir que controlamos “algo” de lo que nos rodea. Y aunque esa lectura de la realidad sea más simplista, nos aporta sensación de seguridad.

Así, a modo ilustrativo, es más fácil pensar que hemos tenido un mal día porque “nos hemos levantado con el pie izquierdo” (literalmente), que empezar a analizar todos los detalles que explicarían por qué hemos tenido un mal día y entenderlo.

Disonancia cognitiva y superstición

Por otro lado, la disonancia cognitiva también podría tener algo que ver con la superstición o la llamada “creencia en la suerte”. Piensa en lo selectivos que somos con nuestras supersticiones.

Por ejemplo, si pasamos por debajo de una escalera y después encontrarnos la rueda del coche pinchada, está claro, ¿no? (pensamiento de causa-efecto). En cambio, olvidaremos esa escalera si después encontramos todos los semáforos en verde de camino a la oficina, porque a nuestra mente “no le interesa” -en este caso entiende que es absurdo imaginar una posible relación entre el estado de los semáforos y la situación de la escalera-. En ambos casos hemos pasado por debajo de una escalera, pero nuestra mente decide cuándo tender el hilo atribucional y cuándo no.

Aquí está funcionando el mecanismo de la disonancia cognitiva, ya que tendemos a tomar como relaciones causa-efecto a todas aquellas asociaciones que esperamos que lo sean. Dicho de otra manera, tendemos a confirmar lo que pensamos y con las supersticiones sucede lo mismo.

El ambiente sociocultural influye

¿Son más supersticiosos hombres o mujeres? ¿Depende la superstición de nuestro origen? Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México analizó la contribución de las variables sociodemográficas de sexo, edad y nivel socioeducativo al tipo de creencias mágicas de un grupo de 360 personas.

A través de un cuestionario de creencias mágicas, indicaron su grado de acuerdo o desacuerdo con 41 afirmaciones, muchas de ellas relacionadas con la superstición y divididas en 4 categorías:

  • Experiencias extraordinarias.
  • Superstición.
  • Religión.
  • Comunicación paranormal.

Los resultados del estudio apoyaron el argumento de que las creencias mágicas, entre ellas las creencias supersticiosas, son producto del ambiente sociocultural en el que se desarrolla cada persona.

Encontraron, por ejemplo, que, a mayor nivel educativo, menor era la inclinación de las personas a adoptar diferentes creencias mágicas. Y este escepticismo puede ser fortalecido y mantenido por el contacto de las personas con compañeros que están inmersos en la ciencia y en ambientes universitarios, sitios donde se retan las creencias tradicionales y se prueban ideas poco ortodoxas.

Por otro lado, encontraron también que tanto los hombres como las mujeres compartían las mismas creencias en experiencias extraordinarias, superstición y comunicación paranormal, independientemente de su nivel socioeconómico. Finalmente, según el estudio, la sociedad no solo moldea nuestras percepciones más básicas y hasta el concepto que tenemos de nosotros mismos, sino también nuestras creencias mágicas y supersticiosas.

Amuletos
La tendencia de querer dar un sentido a aquello que no logramos entender se relaciona con la superstición.

Otros factores que favorecen la superstición

Son varias las razones que explican nuestra superstición. Más allá de lo mencionado, podemos decir que somos supersticiosos también porque:

  • Necesitamos tener una sensación de control sobre las situaciones inciertas o impredecibles (tenemos poca tolerancia a la incertidumbre).
  • Es más fácil acogernos a una superstición que asumir que hay un componente importante de aleatoriedad en aquello que nos sucede.
  • Necesitamos suavizar la sensación de indefensión que tenemos.

Así que, en cierto modo, creer en las supersticiones nos “tranquiliza”. Y es que, no es malo ser supersticioso, puede incluso ser bueno tomarnos con humor estas creencias mágicas que a todos nos han llamado la atención alguna vez.


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  • Claver, I. (2010). El gran libro de las supersticiones. Barcelona: Editorial Océano Ámbar. Schmitt, J.C. (1992). Historia de la superstición. Barcelona: Crítica.
  • Damisch, L., Stoberock, B. y Mussweiler, T. (2010). ¡Mantén tus dedos cruzados! Cómo la superstición mejora el rendimiento. Psychological Science, 21 (7), 1014-1020. DOI: 10.1177/0956797610372631.
  • Guerrero, C., Ávila, R. & Miranda, P. (2008). La correlación entre creencias mágicas y variables sociodemográficas. Psicología y Ciencia Social, 10(1-2), 5.15.
  • Matlin, M. (2009). Cognition. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, Inc.

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