Qué es el funcionalismo en psicología y en qué se basa

Esta corriente psicológica estudia cómo nuestros pensamientos y emociones nos permiten resolver problemas y enfrentar situaciones del día a día. Te explicamos sus principales características.

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez.

Escrito por Pablo Andrés Rojas Ramírez

Última actualización: 28 noviembre, 2024

¿Alguna vez te has preguntado por qué experimentamos ciertas emociones en momentos específicos o cómo nuestra mente parece adaptarse a situaciones inesperadas? Esa curiosidad sobre el porqué y el para qué de nuestros pensamientos y comportamientos es lo que dio origen al funcionalismo en psicología.

Liderada por figuras como William James, lo que propone esta corriente es que nuestra mente no solo trabaja como un conjunto de estructuras, sino como una herramienta flexible que responde a las demandas de nuestro entorno. Te presentamos sus principios básicos y sus claves.

Orígenes y exponentes del funcionalismo en psicología

El funcionalismo surgió a finales del siglo XIX como una reacción al estructuralismo que trataba de entender la mente humana, descomponiéndola en sus partes más básicas. A diferencia de este enfoque, la teoría funcionalista se centró en comprender los procesos mentales según para qué sirven y cómo ayudan a las personas a adaptarse y sobrevivir en su entorno.

En psicología, el funcionalismo tiene su raíz en el pragmatismo filosófico, en especial en las ideas de William James. Este filósofo y psicólogo estadounidense propuso que los procesos mentales deben estudiarse de acuerdo con su utilidad.

Para James, los pensamientos, emociones y comportamientos tienen un propósito: contribuir a nuestra adaptación en el mundo.

De este modo, dicha corriente se consolidó en psicología gracias a figuras como John Dewey, quien destacó la importancia de la experiencia y la adaptación en el aprendizaje. Asimismo, Harvey Carr ayudó a establecer la psicología funcionalista como una disciplina centrada en las capacidades adaptativas de la mente.

Las 5 ideas clave del funcionalismo

El funcionalismo ofrece una visión dinámica y práctica de la mente humana: desde verla como un sistema dinámico para interactuar con nuestro entorno, hasta la comprensión de los procesos que ocurren en ella. A continuación, te presentamos sus ideas principales.

1. La mente es un sistema flexible

Los procesos cognitivos cumplen una función adaptativa: ayudarnos a resolver problemas, tomar decisiones y enfrentar desafíos diarios. En lugar de ser aislados, estos mecanismos mentales trabajan de manera integrada, permitiendo ajustarnos de forma efectiva a las exigencias del mundo que nos rodea.

2. Es importante comprender cómo funciona la mente

La teoría funcionalista se centraba en comprender la tarea que cada proceso mental cumple en la cotidianidad y cómo contribuyen a nuestra adecuación y supervivencia.

Por ejemplo, las emociones como el miedo o la felicidad no son solo reacciones, sino respuestas adaptativas que nos guían para evitar el peligro o buscar situaciones placenteras. Además, el pensamiento y el razonamiento son herramientas favorables en la planificación y toma de decisiones que mejoran nuestra calidad de vida.

3. El entorno es fundamental en los procesos mentales

Desde la perspectiva funcionalista, influenciada por el pragmatismo, la mente está diseñada para solucionar problemas prácticos y facilitar la interacción con el mundo. En este sentido, el entorno influye en cómo pensamos, sentimos y actuamos. La forma en que respondemos a las cosas varía porque necesitamos ajustarnos a las demandas de la vida diaria.

4. La mente está en constante cambio

Los procesos mentales están en continua evolución, acomodándose a nuevas situaciones y desafíos. Partiendo de ello, el funcionalismo resalta cómo el pensamiento, las emociones y el comportamiento están diseñados para actuar con efectividad en un mundo en transformación continua.

5. Los procesos mentales deben analizarse desde su utilidad

El funcionalismo valora la mente no por su estructura, sino por su capacidad para contribuir al bienestar y la supervivencia. De ahí la importancia de que los mecanismos de la mente se entiendan atendiendo a cómo benefician al individuo. Este enfoque implica estudiar la función práctica de pensamientos, emociones y conductas.

Aplicaciones y ejemplos del funcionalismo en la vida cotidiana

Lo que pensamos, los sentimientos que experimentamos y la manera en que nos comportamos tienen un propósito que, como ya mencionamos, responde a la flexibilidad de la mente planteada por la teoría funcionalista. Veamos tres ejemplos.

Experimentar ansiedad antes de un gran evento

¿Sentiste ansiedad antes de una entrevista de trabajo, un examen o una presentación? El funcionalismo nos dice que el propósito de esta sensación es preparar el cuerpo y la mente para afrontar la situación.

La ansiedad nos mantiene alerta y enfocados. Aunque puede sentirse incómoda, en realidad es una respuesta adaptativa que contribuye a ser más eficaces en situaciones importantes.

La memoria y la toma de decisiones

La memoria es como una caja de herramientas donde guardamos lo aprendido de nuestras experiencias. ¿Alguna vez has recordado una situación pasada y pensado «la próxima vez, haré esto de otra manera»? El funcionalismo explica que eso es la memoria en acción, motivándote a tomar mejores decisiones en el futuro, con base en lo que viviste antes.

Las emociones como señales

¿Te has sentido triste después de una discusión con un amigo o un ser querido? En este caso, el funcionalismo nos invita a entender la tristeza como una señal de que algo importante necesita atención, y no como un aspecto negativo.

Las emociones nos ayudan a entender lo que es importante para nosotros y ajustarnos a situaciones emocionales. La tristeza, por ejemplo, nos indica que necesitamos reflexionar sobre lo sucedido y hacer algo para mejorar nuestra relación.

Legado funcionalista en la psicología moderna

A lo largo del siglo XX, esta teoría influyó en áreas como la psicología educativa, la psicología aplicada y la psicología evolutiva, dejando una huella profunda en el desarrollo de la psicología moderna.

Al ver cada proceso psicológico como una herramienta de supervivencia, el funcionalismo inspiró una visión adaptativa de la mente, donde pensar, sentir y actuar tienen un propósito concreto. Y aunque ya no es una teoría predominante, sus ideas siguen vivas.

Gracias a la influencia funcionalista, la psicología actual sigue interesada en entender por qué ciertos patrones de comportamiento persisten y cómo varían según el entorno. Por ejemplo, la psicología evolutiva explora cómo las habilidades cognitivas y emocionales se desarrollan para ayudar a las personas a adaptarse.

Asimismo, la psicología aplicada comparte el interés del funcionalismo en utilizar el conocimiento psicológico para resolver problemas y mejorar la vida cotidiana. Y también toma los principios adaptativos y prácticos de los procesos mentales para implementarlos en contextos específicos como el trabajo, la educación, la salud y el bienestar.

Una corriente que comprende la mente en una dimensión más real y útil

Si bien hoy no es una corriente predominante, el legado del funcionalismo está en áreas de la psicología aplicada y evolutiva, pues es una teoría que influencia el estudio de la mente y el comportamiento desde un enfoque práctico y funcional.

Al entender que cada emoción, pensamiento o acción tiene un propósito adaptativo, dicho enfoque no solo se interesa por lo que hacemos, sino por qué y para qué lo hacemos, ayudándonos a entender mejor la mente humana en su contexto más realista y útil.