¿Qué es la dismorfia de productividad?
La dismorfia de productividad impide tomar conciencia de nuestros logros y competencias. Desde ese filtro debilitante, todo esfuerzo cae en saco roto, nunca se hace lo suficiente y lo que se lleva a cabo es defectuoso o inútil. Este término define un fenómeno psicológico en el que muchos trabajadores se perciben representados.
Si bien no es una entidad clínica diagnosticable, se trata de una condición que integra desde el síndrome del impostor, la ansiedad y el perfeccionismo extremo. Los sentimientos de culpa que se derivan trazan, poco a poco, una visión negativa de nosotros mismos. Se te identificas, descubre más datos a continuación.
Este tipo de dismorfia puede ser consecuencia de tener unos jefes que boicotean tu trabajo.
Dismorfia de productividad: definición y características
Si hay un fenómeno psicológico cada vez más frecuente es la dismorfia. El King’s College de Londres expuso en un trabajo en qué consiste dicho trastorno. La persona presenta una preocupación obsesiva por su cuerpo, viendo defectos donde no los hay y construyendo una visión alterada y negativa sobre su apariencia.
Este tipo de afección se traslada a escenarios más allá del propio físico, por ejemplo, al ámbito laboral. De este modo, la dismorfia de productividad se define como la percepción de que no rendimos lo suficiente y hay que esforzarse más. Esto acaba en sisifemia, es decir, en el cansancio mental del trabajador que dedica muchas horas a su tarea.
Este término lo acuñó la periodista Anna Codrea-Rado, para explicar esa desconexión que aparece entre lo que logramos y los sentimientos experimentados al respecto. Siempre hay un poso de desánimo, de frustración y de insuficiencia. Es algo debilitante; una realidad en la que muchos se reflejan y que proseguimos a describir.
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¿Cómo saber si lo sufro?
Imagina que eres maestro. Preparas cada día tus clases, te esfuerzas en presentar la información de manera dinámica, divertida y significativa. Tus alumnos aprenden, lo pasan bien y demuestran sus competencias en la materia.
A pesar de ello, regresas cada día a casa sintiéndote un fracaso, pensando que deberías hacer más. Esta es la maldición de la dismorfia de productividad. Las características que edifican su anatomía son las siguientes:
- Baja autoestima.
- Autocrítica constante.
- Autoconcepto negativo.
- Dudar del talento propio.
- Elevada carga mental y estrés.
- Incapacidad para valorar los logros.
- El trabajo se convierte en la única preocupación.
- No valorar los conocimientos y éxitos del pasado.
- Imposibilidad de disfrutar del ocio o tiempo libre.
- Sentimientos de insuficiencia hacia tu rendimiento.
- Percepción de que en algún momento serás despedido.
- El agotamiento impide focalizarse en la familia u otros ámbitos.
- Necesidad de invertir más tiempo del necesario en el trabajo (sisifemia).
- Sensación de que en cualquier momento aparecerá un problema en el trabajo por nuestra culpa.
La persona con esta clase de dismorfia es incapaz de descansar o de tener tiempo para el ocio. Piensa que es improductiva.
¿Cuáles son las causas de la dismorfia de productividad?
La dismorfia en el ámbito productivo es una realidad psicológica producto de nuestro tiempo. Vivimos en una sociedad demandante donde la autoestima está cada vez más desgastada y la autoimagen más vulnerada.
El entorno y la cultura actúan como esas presiones externas y esos espejos en los que nos reflejarnos para descubrirnos como figuras defectuosas. Somos entidades que casi nunca están a la altura de lo que otros esperan. Esta condición es el resultado de muchos factores como los que se analizan, a continuación.
Síndrome del impostor
El síndrome del impostor se refiere a esa sensación persistente de que uno es un incompetente y que, en algún momento, los demás descubrirán que somos un fraude. A pesar, eso sí, de que hay evidencia suficiente para demostrar que somos hábiles, competentes y personas capaces.
Un artículo en la revista Frontiers in Psychology resalta que, en esta condición, no solo debemos fijarnos en los aspectos que definen a quien la padece. No todo es causa de una baja autoestima, por ejemplo. El entorno también importa, es posible que las personas que nos rodean medien en esa percepción negativa. El síndrome del impostor es, en realidad, el eje que mueve la propia dismorfia en lo productivo.
El perfeccionismo obsesivo
Está bien ser exigentes con nosotros mismos, pero no conviene convertirnos en figuras altamente severas y críticas para con el propio ser. No es bueno transformarse en ese saco de boxeo que golpea cada día el diálogo interno negativo. El perfeccionismo excesivo agota, nos mina y nos boicotea en cada acción que llevemos a cabo.
Para esa voz interna no importarán nuestras valías, talentos o los éxitos que obtengamos. Esa mente «hiperperfeccionista» establece unos estándares personales tan altos que jamás los alcanzaremos. Ello explica, el agotamiento y la insatisfacción constante.
Trastorno de ansiedad
La ansiedad crónica puede tener un impacto significativo en la productividad y en la percepción que tiene la persona sobre su rendimiento.
En este orden, Review of Clinical Psychology destaca en un artículo que el trastorno de ansiedad generalizada cursa con esa preocupación constante que incentiva la negatividad y las emociones desreguladas. Con frecuencia, muchos de quienes padecen esta dismorfia evidencian tal cuadro psicológico.
Dismorfia de productividad y redes sociales
Es importante enfatizar el papel de las redes sociales en la génesis de los procesos de dismorfia. Es decir, de esa condición en la cual, la persona desarrolla una imagen disfuncional, negativa y alterada de sí misma.
Las visiones idealizadas de personas exitosas alcanzando grandes logros, traídas por aplicaciones como Instagram, impactan en gran medida en muchas mentes, creando tal vez expectativas poco realistas y fomentando una sensación de insuficiencia constante.
Entornos laborales hostiles y críticos
En la génesis de los problemas psicológicos el contexto es decisivo. De este modo, el hecho de tener jefes autoritarios o figuras de autoridad que devalúan nuestra labor y que son críticos, también influye en esta realidad. Uno acaba dudando mucho de sí mismo, cuando siempre trabaja en entornos hostiles.
Recuerda, tus logros no te definen. Eres más que tu trabajo y el dinero que ganas. No bases en exclusiva la visión que tienes de tu persona en el escenario laboral.
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¿Cómo se trata la dismorfia de productividad?
Para tratar esta clase dismorfia hay que saber qué la desencadena. En ocasiones, existe un trastorno de ansiedad generalizada o, incluso, un alto nivel de estrés causado por las malas condiciones laborales. Los mismos consejos no sirven para todo el mundo y no todos tenemos las mismas necesidades. Ahora bien, desde un punto de vista general, podemos reflexionar en las siguientes dimensiones:
- Recuerda tus éxitos del pasado.
- Sé capaz de celebrar tus logros.
- Reconoce cada cosa que haces bien.
- Fortalece tu autoestima y autoconcepto.
- Pon límites claros entre tu vida laboral y personal.
- Practica la autocompasión; deja de ser tu peor juez y enemigo.
- Descansa, date un tiempo para recuperarte física y mentalmente.
- Apóyate en las personas que te quieren, háblales de tus pensamientos y preocupaciones.
- Valora las condiciones laborales en las que trabajas. Quizás estén afectando a tu salud mental.
- Establece metas realistas y no ocupes todo tu tiempo en el trabajo. Lleva a cabo una buena gestión del tiempo.
- Practica el autocuidado. Cada día debes establecer varias horas de descanso y de ocio para desconectar un poco.
- No vincules tu autoconcepto de manera exclusiva al trabajo. Eres algo más que la labor que desempeñas.
- Focalízate en nuevas áreas de crecimiento personal. Apúntate a cursos, haz deporte. La meta es desviar a tu mente del trabajo.
- Desactiva el perfeccionismo extremo. Basta con hacer las cosas bien, pero desear superarte cada día todo lo posible solo trae sufrimiento.
- La terapia cognitiva-conductual y la terapia de aceptación y compromiso son útiles y efectivas para tratar la dismorfia de productividad.
Es cierto que todos, en algún momento, sentimos que no somos lo bastante productivos. Esto podría instar a superarnos un poco más y, como tal, está bien. Pero procuremos no convertirlo en una obsesión. Las personas no somos únicamente nuestro trabajo; hay más ámbitos que necesitan atención.
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