¿Sabes qué es el Síndrome de Münchausen?
El Barón de Münchausen aseguraba haber vivido extraordinarias experiencias, como un viaje a la luna o haber cabalgado sobre una bala de cañón, durante las batallas en la que participó contra los turcos, o haber visitado el interior de una ballena, etc.
El síndrome de Münchausen está inspirado en este excéntrico personaje del siglo XVIII, famoso por inventar fantásticas aventuras. Dicho trastorno se caracteriza por la creación o el fingimiento de enfermedades ficticias para llamar la atención. Con este fin, las personas que lo padecen son capaces de automutilarse o de inyectarse sustancias tóxicas para simular enfermedades y dolencias.
El Síndrome de Münchausen: un cuadro fantástico
La motivación de quienes son diagnosticados con el síndrome de Münchausen es puramente psicológica. Es decir, se da rienda suelta a la fantasía para asumir el papel de enfermo y así recibir atención y cuidado. Éste es un rasgo distintivo con respecto a otro trastornos parecidos que también implican la simulación de síntomas, pues en otros casos la persona finge estar enferma, para obtener un beneficio externo, como cobrar un seguro médico, evitar el servicio militar o el trabajo, recibir una compensación económico, etc.
En el síndrome de Münchausen, los síntomas son fingidos o causados consistentemente y pueden ser tanto físicos como psicológicos. Además, éstos pueden aparecer en cualquier parte del organismo, y pueden ser tan variados e intensos como lo permita la imaginación o el conocimiento médico de la persona.
Veamos algunos de los síntomas comunes:
- Abscesos o erupciones generalizadas (provocados).
- Esputo con sangre (por lesiones autoinfligidas en la nariz o la garganta).
- Dolores abdominales agudos.
- Diarrea o vómitos.
- Hemorragias autoprovocadas por la ingestión de anticoagulantes.
- Parálisis.
- Síntomas producidos por la ingestión de medicamentos o la inoculación de sustancias tóxicas o virus como el VIH.
El origen de este curioso síndrome suele remontarse a la ocurrencia de ciertos sucesos en la infancia, como hospitalizaciones frecuentes y traumáticas o la existencia de un vínculo significativo con un médico.
El inicio de este síndrome crónico se da comúnmente durante una primera hospitalización por una enfermedad real, ya sea física o psicológica. Por eso, a veces puede que la persona padezca de alguna dolencia verdadera, pero la exagera para recibir mayor atención por ello.
Asimismo, la presencia de un trastorno de personalidad de base (p.ej, narcisimo, histrionismo, etc.) también se asocia con el síndrome de Münchausen.
Desmitificando al fabulador
Como la verdad siempre sale a la luz, hay algunas pistas que hacen sospechar de la existencia de este trastorno. Revisemos cuáles son estos patrones que suelen cumplir este tipo de pacientes:
- Son bastante difíciles de llevar y no cumplen los tratamientos indicados.
- Son manipuladores y problemáticos con el personal médico y enfermeras, bien sea por su falta de cooperación o por cuestionarlo todo.
- Cuentan con un extenso historial de hospitalizaciones e intervenciones médicas.
- Tienen un conocimiento excesivo sobre los términos y los protocolos médicos.
- Los síntomas que presentan no suelen concordar con cuadros diagnósticos conocidos.
- No mejoran con los tratamientos y empeoran cuando son observadas.
Tristemente, cuando la hospitalización pasa a ser un estilo de vida, se produce un deterioro en la vida de estas personas. Lo cual les hace incapaces de tener estabilidad laboral o relaciones afectivas sanas y duraderas. Una señal de esto último es que las visitas que reciben al centro hospitalario son escasas o nulas.
Estas personas, sin lugar a dudas, necesitan ayuda para salir de ese círculo vicioso autodestructivo. La terapia debe estar enfocada en hacer consciente la necesidad de afecto que subyace al trastorno, así como aprender a satisfacer sus necesidades afectivas por sí mismos y a través de relaciones personales sanas y constructivas.