¿Se puede amar sin sufrir?
Cuando amamos algo o a alguien, varios sentimientos escondidos brotan desde lo más profundo de nosotros. Nuestro cerebro empieza a actuar de forma distinta y sentimos la necesidad de exteriorizar esos sentimientos, de forma consciente e inconsciente. Generamos toda una serie de circunstancias emocionales que nos preparan para hacer posible ese amor. Pero, ¿se puede amar sin sufrir? ¿Un sentimiento va de la mano del otro?
El amor genuino se basa en el cuidado, la ternura, la comprensión, el apoyo, la escucha, etc. El amor hace que la vida sea mucho mejor. Esta experiencia es única y maravillosa en la vida de todos los seres humanos. Pero a veces llamamos “amor” a situaciones que lejos de proporcionarnos ese bienestar, más bien nos hacen sufrir todo el tiempo. Por lo tanto, debemos buscar la manera de poder amar sin sufrir.
El autoconocimiento, la reserva de espacios individuales, el autocuidado y la autovaloración, son ejes que nos permiten protegernos de una forma inteligente, frente a las situaciones difíciles que se nos puedan presentar en la vida. Por eso, cuando el amor origina más sufrimiento que felicidad, cuando afecta la vida y el desarrollo personal, debe hacerse un alto en el camino y pensar qué pasa.
“Niégate a sufrir por amor, encuentra tu lugar en la soledad y no permitas que el deseo de amar esté por encima de todo”
-Walter Riso-
¿Amar significa entregarlo todo, sin límites?
Cuando amamos, es posible que queramos darlo todo e “intensificar ese amor”, a veces más de lo necesario. Hay momentos en los que podemos llegar a un estado en el que no importa que sintamos vulnerados nuestros derechos, e incluso debamos tolerar algún tipo de agresión verbal y/o corporal, justificándola como un “exceso de pasión”.
Muchas veces, con el tiempo, olvidamos cuál era el fundamento inicial de ese amor: dar y recibir una parte de la felicidad a la que todos tenemos derecho. También podemos hacer caso omiso a las preguntas de para qué se ama y cuáles son los medios para que ese amor sea positivo en nuestras vidas. Reflexionar periódicamente sobre esos puntos puede ser muy saludable.
Por otro lado, junto con el amor puede surgir el apego y la falta de autonomía para actuar y para decidir. Podemos llegar a sentir que es imposible continuar sin esa persona. Imaginamos que la felicidad se da únicamente en su compañía o que mientras más nos sacrifiquemos por conservar la relación, más durará. Así, solamente logramos convertimos en personas inseguras, temerosas o posesivas, melancólicas o agresivas, e incuso violentas.
“Ama sin renunciar a tu identidad. No existo para ti, sino contigo. A diferencia de un amor que se fusiona, propongo un amor saludable con identidad personal”
-Walter Riso-
Sin darnos cuenta por la lentitud de la trasformación, el amor inocente del comienzo se convierte en un sufrimiento constante. Pero podemos llegar a conformarnos con la fantasía de que mientras más se sufre, más se ama. Justificando así que amar sin sufrir es un imposible.
En este caso, se ha tergiversado el concepto del amor, pues el amor siempre empieza por nosotros mismos. Para estar bien con nuestro entorno, debemos estar bien con nosotros mismos en primer lugar. Resultaría imposible dar algo que no tenemos.
Damos amor y recibimos felicidad
En el fondo, las cosas son muy simples. Sencillamente se trata de dar nuestro amor al otro sin que eso nos haga daño, de amar sin sufrir. Inevitablemente habrá dificultades y situaciones dolorosas, pero estas no pueden ser la nota predominante en una relación. De lo contrario, no estamos hablando de amor, sino de dependencia o neurosis.
La autoconfianza y el desinterés de dar sin esperar nada a cambio, mejoran nuestra autoestima y nos hace generosos, permitiendo que la intención de amar se concrete en la mejor forma. No debemos permanecer a la expectativa de lo que podemos recibir, sino que simplemente debemos dar porque queremos hacerlo.
Así no solo generamos un ambiente cálido y generoso, sino que podemos sentir gratificación y felicidad al amar. Es así como se actúa por amor. Esta es una condición para no caer en un “amor” que conlleve a un sufrimiento irracional y perpetuo.
Se puede amar sin sufrir, si dejamos de creer que para amar tenemos que humillarnos, permitirle al otro que nos haga daño, sentir dolor, esforzarnos por mantener una relación imposible… Amar es felicidad, no dolor
Si por el contrario, estamos a la espera de recibir una contraprestación por lo que damos y esta no llega, surgen en nosotros sentimientos de frustración, ira, arrepentimiento y tristeza, entre otros. Esto hace que el sufrimiento se apodere de nosotros y refuerza nuestros apegos, miedos y dependencias.
Si tú quieres a alguien, más tarde o más temprano vivirás momentos de sufrimiento. Los desencuentros, las incomprensiones y los sentimientos de vacío pueden estar presentes hasta en las mejores relaciones de pareja. Pero si el sufrimiento es la nota principal en la melodía de esa relación, más que de afectos, estamos hablando en realidad de problemas con nuestras emociones que es necesario resolver antes de que sea tarde.