Síndrome de Estocolmo
Desde el punto de vista psicológico, el síndrome de Estocolmo representa una de las posibles reacciones emocionales que pueden surgir como consecuencia de una situación de enorme fragilidad y desamparo, como por ejemplo un secuestro.
Fue acuñado por el criminólogo, Nils Berejot en los años 70, para describir los comportamientos de un grupo de rehenes que desarrollaron una conexión emocional con sus secuestradores, después de que intentaran asaltar un banco en la capital de Suecia.
Lo más sorprendente es que cuando las víctimas fueron liberadas, tuvieron actitudes de compasión y generosidad con sus captores, incluso llegaron a financiar su defensa. ¡Continúa leyendo para saber más sobre este fenómeno psicológico!
¿Qué es el síndrome de Estocolmo?
Se trata de una experiencia psicológica desconcertante: se refiere al vínculo emocional positivo que una persona desarrolla con su propio secuestrador o abusador. La víctima suele mostrar las siguientes señales:
- Siente empatía y compasión hacia su maltratador e incluso puede identificarse con él.
- Niega o minimiza la gravedad de la situación, al punto de no reconocerse como víctima de abuso o violencia.
- Percibe los pequeños gestos amables por parte de su agresor, como si fueran actos extraordinarios de bondad, lo que contribuye a generar una imagen idealizada y magnificada de esa persona.
- Cree que depende del amor y cuidado de su secuestrador o abusador, por lo que tiende a ver a las personas que intentan ayudarla a escapar, como enemigas o perversas.
- Tiene el deseo de proteger o defender al maltratador.
Criterios diagnósticos
Es importante señalar que este síndrome no está incluido en los dos manuales diagnósticos más importantes de trastornos mentales (El DSM-V y el CIE-11). No obstante, para algunos expertos forma parte del «trastorno de estrés postraumático», mientras que otros lo asocian a los «trastornos debidos a factores estresantes», que se mencionan en los manuales.
Por otro lado, y de acuerdo a un artículo divulgado por el FBI, existen cuatro factores que se consideran condición necesaria en la aparición de este síndrome:
- Dependencia: el rehén se encuentra privado de su libertad y depende, de forma exclusiva, de su secuestrador.
- Aislamiento: el rehén está recluido de otras personas, por lo que se encuentra subordinado a las decisiones de su captor.
- Amenaza: el captor amenaza de muerte al rehén, quien interpreta dicha amenaza como seria y real.
- Amabilidad: el rehén percibe al secuestrador como amable, en la medida en que no haya maltrato evidente.
Posible causa
Muchos profesionales de la salud mental consideran que el síndrome de Estocolmo es un mecanismo de supervivencia, en el cual emergen dinámicas distorsionadas en el funcionamiento interpersonal de la víctima, quien desarrolla sentimientos positivos hacia su victimario con el objetivo, no consciente, de adaptarse y sobrevivir ante una circunstancia tan adversa. El objetivo de esta conducta es sentir un poco de dominio de la situación y negar la amenaza que se presenta.
De esa manera, la víctima intenta autoconvence de la buena voluntad del secuestrador y que este solo desea cuidarla. De hecho, esto puede provocar un sentimiento de gratitud. Agradecen por seguir dejándolos con vida, estar sanos y salvos, alimentarlos y estar atentos a sus necesidades básicas.
La identificación con el agresor responde a una reacción inconsciente que la persona manifiesta, como forma de lidiar con el trauma de ser víctima.
Ejemplos de síndrome de Estocolmo
En las últimas décadas, ha habido secuestros que dieron lugar a casos de este fenómeno en las víctimas y que se han vuelto famosos. Algunos de ellos son:
Mary McElroy
Mary McElroy fue secuestrada en 1993 por un grupo de hombres. Los delincuentes la llevaron a una casa abandonada en Kansas y la encadenaron en el sótano. Le exigieron rescate a sus familiares y al cabo de 34 horas de cautiverio, la dejaron en libertad sin ningún tipo de daño físico.
Lo más sorprendente fue que, en el juicio, Mary expresó de forma abierta su simpatía hacia ellos y se mostró preocupada ante la posibilidad de que, Walter McGee, uno de sus secuestradores, tuviera que cumplir con la pena de muerte.
Patty Hearst
La nieta del empresario, William Randolph Hearst fue secuestrada en 1974 por el Ejército Simbionés de Liberación. Fue sometida a un intenso abuso psicológico por parte de sus captores, lo que la llevó a adoptar algunas de sus creencias y comportamientos. Es más, acabó participando en actividades criminales junto a ellos.
Luego fue arrestada y utilizó el síndrome de Estocolmo en su defensa. Sin embargo, el argumento no se consideró válido y fue sentenciada a 35 años de prisión.
Natascha Kampusch
Fue secuestrada en 1998, a sus 10 años, por Wolfgang Priklopil. Él la mantuvo privada de su libertad durante 8 años en un sótano, ejerciendo violencia física y psicológica hacia ella. A medida que pasaba el tiempo, Natasha desarrollaba una relación afectiva ambivalente hacia él, quien en ocasiones la trataba de forma amable.
Al ser liberada, mostró una lealtad inesperada hacia su secuestrador y una profunda angustia cuando Wolfgang se quitó la vida.
Situaciones en las que puede surgir el síndrome de Estocolmo
Este trastorno ha sido de manera mayoritaria asociado a situaciones de secuestro. No obstante, existen otros contextos en donde se puede presentar este fenómeno. Por ejemplo:
Violencia de pareja
Por la cercanía del vínculo y la implicación afectiva, las personas que son maltratadas por sus parejas, tal como señala un artículo de la revista, Anuario de Psicología Jurídica de México, pueden desarrollar el síndrome de Estocolmo.
En este caso, la víctima de maltrato llega a adaptarse a la situación de violencia, presentando distorsiones cognitivas como son la disociación, la negación o la minimización, lo que además motiva que perdonen o justifiquen los comportamientos abusivos de su pareja.
Abuso infantil
Debido a las tácticas de manipulación que los abusadores aplican para establecer una relación de confianza con los niños, puede presentarse el síndrome de Estocolmo en las víctimas de abuso infantil. Los abusadores suelen mostrar actos superficiales amables, lo cual puede confundir al niño y hacerle creer que el adulto se preocupa por él de forma genuina. Además, los sentimientos contradictorios y ambivalentes son muy habituales cuando se trata de abuso intrafamiliar.
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Tráfico sexual
El contexto de tráfico sexual incluye una combinación de control, manipulación y dependencia que puede llevar al desarrollo de este síndrome. Las víctimas, atrapadas en una situación de coerción total y sometimiento, pueden experimentar una conexión emocional profunda con sus traficantes, debido a la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran. Además, son aisladas de sus entornos y se les niega el acceso a recursos básicos, lo que intensifica la sensación de dependencia.
Un fenómeno curioso con insuficiente investigación
Hay que tener en cuenta que el síndrome de Estocolmo se refiere a una reacción paradójica que surge de la interacción entre la psicología humana y las circunstancias extremas. Es decir, que se desarrolla ante una situación traumática.
Si bien, este fenómeno se ha vuelto popular por la extrañeza que supone, aún hay muchos puntos ciegos al respecto. No existen estudios científicos suficientes que respalden su estandarización, por lo que se requiere de una mayor investigación para comprender mejor sus causas y mecanismos subyacentes.
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