Los 10 tipos de creencias más comunes que moldean nuestra forma de ser

Ya sean religiosas, familiares o políticas, las creencias que tenemos sobre ciertos temas están relacionadas con nuestras experiencias e historia de vida.
Los 10 tipos de creencias más comunes que moldean nuestra forma de ser
Macarena Liliana Nuñez

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez.

Última actualización: 01 marzo, 2025

Las creencias son una parte fundamental del ser humano y sus diferentes tipos se desarrollan a lo largo de la vida, influyendo en nuestras decisiones y forma de ser. Desde la fe en un paraíso después de la muerte hasta la convicción de que el esfuerzo siempre trae recompensas, estas convicciones forjan la manera en que pensamos, sentimos e interactuamos con el mundo.

Nos referimos a esas ideas que consideramos verdaderas, así no contemos con la completa seguridad para demostrarlo. Dichas verdades subjetivas son el resultado de múltiples factores, como la educación y la cultura. Te compartimos las más comunes y cómo inciden en la vida cotidiana.

1. Limitantes

Las creencias limitantes son esos juicios injustificados que hacemos de nosotros y que nos cohíben de dar nuestro máximo potencial. Cuando no tenemos confianza en nosotros mismos, es común que los pensamientos negativos nos nublen la mente y nos impidan tomar acción. Algunos ejemplos frecuentes son los siguientes:

  • «No tengo suficiente tiempo/dinero».
  • «No tengo un cuerpo ni rostro atractivo».
  • «Nunca voy a tener estabilidad económica».
  • «Nunca tendré éxito en la vida o en el amor».
  • «No soy lo suficientemente bueno/a en esto».

Este tipo de ideas pueden controlarnos la vida y cambiar nuestra visión del mundo. En cambio, cuando dejamos atrás las creencias limitantes y confiamos en que tenemos todo lo necesario para alcanzar el éxito, es posible perseverar ante las adversidades, asumir la responsabilidad de nuestros fracasos y comprometernos con nuestros objetivos.

2. Potenciadoras

Entre los diferentes tipos de creencias están las potenciadoras, esas que nos motivan a luchar por nuestros objetivos y que fomentan el desarrollo personal. Hablamos de convicciones que nos dan el extra de confianza que necesitamos para enfrentar las dificultades que se puedan presentar, así como activar nuestra resiliencia y mentalidad positiva. Estas son algunas creencias que nos potencian:

  • «El trabajo o la persona de mis sueños espera por mí».
  • «No importa las veces que falle, seguiré intentándolo».
  • «Mis metas pueden parecer lejanas, pero voy a lograrlas».
  • «Aprendiendo de mis errores puedo mejorar mis finanzas».
  • «Con esfuerzo y dedicación puedo alcanzar mis objetivos».

Acorde con un estudio publicado en la Revista Educación en Valores, lo que creemos tiene el poder de construir o destruir nuestra autoestima y confianza. Por ende, al trabajar en creencias potenciadoras todos los días fomentamos nuestras capacidades y desarrollo personal.



3. Familiares

Cada familia es un universo de creencias y valores que se comparten entre sus integrantes de generación en generación. Estas ideas están influidas en gran medida por la educación, la cultura y el modo en que se enfrentan los desafíos.

No todas las creencias familiares son positivas o potenciadoras. Algunas promueven el crecimiento y la resiliencia, por ejemplo la idea de que «el trabajo honesto siempre da frutos». Sin embargo, otras pueden ser limitantes, perjudiciales y llenas de prejuicios, como: «Mostrar los sentimientos es una señal de debilidad».

Es importante cuestionarnos las creencias familiares que nos limitan y adoptar otras perspectivas más acordes a nuestros valores.

4. Culturales

El lugar y la época en que crecemos tiene un gran impacto en nosotros. Las creencias culturales son las ideas y valores que damos por sentado al ser parte de la sociedad a la que pertenecemos. Algunas impulsan la igualdad, la solidaridad y el bienestar; otras pueden perpetuar prejuicios, desigualdades o violencia.

Las creencias culturales incluyen las normas sobre cómo se supone que debería comportarse un hombre o una mujer, cuáles son las expectativas del éxito personal y familiar, o qué es lo que se espera de una relación amorosa. También, condicionan otros aspectos como nuestra posición política y cómo percibimos nuestros derechos y los de los demás. Estas ideas pueden variar según la cultura y es válido cuestionarnos si restringen nuestra felicidad.

5. Religiosas

Sea cual sea la religión que profesemos, nuestra fe viene de una serie de creencias que nos ayudan a «guiarnos» para alcanzar el propósito de vida que tengamos, acorde a nuestra espiritualidad, moral y valores. Estas se transmiten a través de textos sagrados, rituales y tradiciones, y cambian ampliamente entre diferentes religiones y culturas.

Creer que «Dios recompensa las buenas acciones» o que «ayudar a los demás es nuestra misión de vida» nos permite mejorar como personas y fomentar valores como la empatía, la solidaridad y la compasión.

No obstante, hay creencias religiosas que no tienen un impacto favorable en la sociedad, porque solo generan discursos de odio y violencia alimentados por el fanatismo. Por ejemplo, planteamientos como «los homosexuales son pecadores» o «quienes no siguen mi religión están equivocados».

6. Morales o normativas

Se trata de aquellas ideas que nos dicen qué está bien y qué está mal con base en nuestros valores como persona. Por ejemplo, desde la infancia los papás les inculcan a sus hijos reglas como «no mentir», «no robar» o «tratar a todos con respeto», que ayudan a guiar a los pequeños a tomar buenas decisiones todos los días.

Estas creencias están muy influenciadas por la religión, la educación y la cultura de cada persona; además, se modifican con el tiempo. Lo que hasta hace solo algunas décadas se consideraba moralmente inaceptable, como el matrimonio igualitario o el aborto inducido, ahora no es visto bajo la misma lupa normativa y conservadora.

7. Inculcadas por la educación

Las creencias que adquirimos en la escuela y luego en la universidad, pueden influir en nuestra mentalidad, autoestima y aspiraciones, e incluso hacernos conscientes de problemáticas sociales.

Estas son tan útiles como limitantes. Si un maestro le dice a su alumno que es bueno en álgebra puede motivarlo mejorar. No obstante, ideas erróneas como «el éxito solo se logra con buenas calificaciones» o «las matemáticas son más valiosas que el arte» pueden acompañar a las personas hasta su vida adulta.



8. Limitadas por la experiencia

Dice un antiguo refrán español que «más sabe el diablo por viejo que por diablo». Y es que la experiencia es una gran maestra de vida y puede hacer que generalicemos una situación del pasado y la convirtamos en una regla.

Una mujer que ha vivido varias infidelidades en su vida amorosa puede hacerse a la idea de que todos los hombres son iguales. O una persona que intentó emprender y fracasó, quizás piense que no sirve para los negocios.

9. Científicas

Estas son de los tipos de creencias basadas en estudios, evidencias y pruebas verificables que nos permiten explicar y darles sentido a ciertos fenómenos. Así las cosas, las creencias científicas incluyen el impacto del cambio climático, la efectividad de las vacunas y los medicamentos o la evolución de las especies.

A pesar de que a estas las respaldan datos contundentes, hay personas que pueden cuestionarlas debido a sus convicciones culturales. Por ejemplo, los terraplanistas creen firmemente que la Tierra es plana y los antivacunas aseguran que las vacunas no son seguras.

10. Populares

Esta clase de creencias son el extremo opuesto de las científicas, ya que están basadas en su mayoría por supersticiones o por la tradición oral que se transmite de generación en generación. Aunque suelen ser inofensivas, muchas personas pueden tomarse estas ideas muy a pecho.

Algunas de estas abarcan supersticiones populares como: creer que pasar por debajo de una escalera o romper un espejo trae siete años de mala fortuna, tocar madera puede atraer la buena suerte y llevar consigo amuletos evita el mal de ojo.



Los tipos de creencias moldean nuestra forma de ver la vida

Desde las creencias limitantes y potenciadoras, hasta las culturales y religiosas, las ideas que damos por hecho nos permiten tomar decisiones que vayan acorde a nuestros valores y experiencia.

Ten muy presente que las creencias pueden provocar distorsiones de nuestro pensamiento, las cuales llegan a perjudicar la autoimagen y las emociones. Con el tiempo se perciben como verdades absolutas que afectan nuestras elecciones y bienestar. Por ello, recuerda que es importante cuestionar tus convicciones, para que no te limiten ni afecten a las demás personas.


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