Todo sobre el síndrome del hijo del medio
El síndrome del hijo medio es para algunos poco más que una leyenda urbana; para otros, una realidad evidente. Lo cierto es que crecer en una familia donde se asume esa posición intermedia no siempre es fácil. Con frecuencia, el hermano mayor simboliza esa figura sobre quien sitúan todos los refuerzos positivos, mientras que el pequeño se lleva los mimos y los cuidados.
Fue el psicoterapeuta Alfred Adler quien introdujo la teoría del hermano mediano, destacando cómo estos niños perciben su posición en la constelación familiar de forma más compleja. Según el Adler, se suelen sentir algo descuidados, más solos y desarrollan una personalidad particular. ¿Qué hay de cierto y qué hay de falso en esta perspectiva? Lo analizamos a continuación.
Que cada vez nazcan menos niños hace que el fenómeno del hermano mediano aparezca con menor frecuencia. Sin embargo, quienes crecieron en una familia con varios hermanos, suelen acotar que sufrieron esta característica.
Síndrome del hijo del medio: definición y características
El síndrome del hijo medio referencia la experiencia de desatención que sienten algunos niños a causa de su orden de nacimiento. Algunos -supuestamente- ven con molestia cómo sus hermanos mayores y pequeños se llevan todos los refuerzos y cuidados.
Desde que Alfred Adler introdujo este concepto en su libro Problems of Neurosis (1964), el tema no dejó de atraer innumerable interés. También es importante señalar que no estamos ante ninguna condición psicológica ni trastorno registrado en el DSM-V. Por otro lado, aunque la ciencia lleva años indagando este tema, no siempre encuentra apoyo contundente a la teoría.
Una muestra de ello es un trabajo reciente publicado en Heliyon, donde se concluyó que el orden de nacimiento no tiene un impacto en el modo de relacionarse dentro de la dinámica familiar. Sin embargo, más allá de la literatura científica, en la realidad cotidiana algunas personas sí se identifican con esta perspectiva. Revisemos los factores y la evidencia al respecto.
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Hijos medianos muestran «cierta distancia» de sus padres
Una de las primeras indagaciones sobre el síndrome del hijo medio fue la que apareció en 1998 en el Official Journal of the Human Behavior and Evolution Society. En este trabajo se resaltaba que ser el hermano mediano podría afectar al vínculo parental. Algo que se vio es cómo a la hora de buscar apoyo, algunos prefieren a los propios hermanos que a los padres.
Asimismo, también se evidenció que, por término medio, la cercanía afectiva que sentían por sus madres no estaba al mismo nivel que sus hermanos mayores y pequeños; la de estos últimos era más significativa. Todo ello podría resumirse en el hecho de que el orden de nacimiento incidiría en el apego e interacción con los propios progenitores.
No obstante, cabe señalar que ese estudio no se ha vuelto a revisar y no disponemos de datos actualizados.
El síndrome del hijo mediano perfila una personalidad diferente
La psicología clínica confiere una gran relevancia a las dinámicas de crianza y al concepto del apego. En el síndrome del hijo mediano se acota la idea de que estas figuras no reciben tanta atención emocional como los demás hermanos. Por tanto, si las experiencias psicoafectivas son desiguales, cabe la posibilidad de que esto afecte a la conducta y personalidad del niño.
¿Qué rasgos y características definirían a alguien criado en un contexto con dichas dinámicas? Mira las siguientes:
- Personalidad competitiva y rebelde. El hijo mediano crece con la necesidad de competir con sus hermanos por la atención parental. Esto, en ocasiones, traza un carácter más rebelde y hábil en cuanto a conducta competitiva.
- Buenas habilidades sociales. A menudo, el intento del hijo medio para acercarse a los adultos en busca de atención, le facilita un desarrollo temprano de la asertividad, la buena comunicación y las habilidades de negociación.
- El peso de los celos y el estrés. Este síndrome defiende la idea de que, por lo general, son el hermano mayor y el pequeño quienes se alzan como los «preferidos» de los padres, incentivando las experiencias de celos y de sufrimiento emocional.
- Suelen asumir riesgos. El hecho de que los progenitores presten mayor atención al resto de los hermanos, hace que el hijo mediano se vea más libre para involucrarse en conductas de riesgo. Esa falta de supervisión refuerza en ellos un espíritu más explorador y arriesgado.
- Independientes y resolutivos. La periodista Katrin Schumann dispone de un libro titulado The Secret Power of Middle Children (2011). En su trabajo se reseña que crecer en un escenario donde ser el mediano supone recibir menos refuerzos, quizás es una ventaja. Estos niños tal vez se vuelvan más independientes, resolutivos y creativos.
- Percepción de abandono y soledad. Crecer siendo testigo de que los otros hermanos se llevan casi toda la atención de los padres, dejaría la impronta de estas heridas. Un ejemplo lo tenemos en el Indian Journal of Psychological Medicine; su artículo argumentó que los hermanos mayores demuestran rasgos más perfeccionistas debido a la presión paterna.
Hay adultos que crecieron siendo el hermano mediano y que desarrollan, en ocasiones, problemas para establecer relaciones seguras.
Sensibilidad al rechazo en la edad adulta y relaciones inseguras
A veces, el hijo mediano crece en un territorio algo complejo, donde le faltan los reconocimientos y los apoyos parentales. Así, se desarrolla siendo testigo de que sus otros hermanos reciben mayores cuotas de afecto, de seguridad y de atenciones. En caso de que estas dinámicas se cumplan, tendrán su impacto en la edad adulta.
Una investigación publicada por International Online Journal of Educational Sciences subraya que esa educación desigual en la que uno no se siente amado con plenitud deja secuelas. La característica más evidente es el miedo constante a ser rechazados; temen experimentar las mismas vivencias afectivas que en la infancia y esa angustia perjudicará, sin duda, la calidad de sus relaciones interpersonales.
De esta manera, desde la psicología clínica, vinculamos esta última realidad a las teorías del apego. La Universidad de Minnesota, por ejemplo, destaca cómo esa crianza más vulnerable y carente de una vinculación emocional segura, eleva el riesgo de que en la adultez las relaciones románticas partan de un apego ansioso o inseguro.
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¿Cómo prevenir el síndrome del hijo mediano?
Llegados a este punto, quizás más de uno se siga preguntando si el síndrome del hijo mediano es real. Insistimos en que la literatura científica no encuentra datos concluyentes. De hecho, el Diccionario de la Asociación Americana de Psicología (APA) la describe como una condición hipotética.
A pesar de ello, es un hecho que una crianza y educación discriminatoria en cuanto a los cuidados y afectos sí deriva, a veces, en la aparición de ciertos efectos como los ya descritos. Asimismo, también se ha comprobado que el orden de nacimiento media en dimensiones como la inteligencia.
Al respecto, la revista PNAS compartió un artículo precisando que los hermanos mayores presentan puntuaciones más elevadas en este factor. Esto podría asociarse con un mayor número de refuerzos y atenciones por parte de los padres a dicho hermano.
Por tanto, si deseamos que nuestros hijos crezcan en felicidad, con el mismo potencial y tengan las mejores oportunidades, es importante no descuidar a ninguno de ellos y darles las mismas atenciones por igual. Veamos, a continuación, algunas estrategias básicas.
Atención y refuerzos emocionales igualitarios
Los padres de familias numerosas no siempre son conscientes de esas pequeñas desigualdades en materia de atención a los hijos. Es cierto que los pequeños demandan más cuidados y que en los primogénitos se albergan grandes esperanzas. Ahora bien, es importante tener cuidado, porque los hijos medianos son los que más desatendidos llegan a sentirse.
- Cobijemos en todos ellos las mismas ilusiones.
- Ofrezcamos las mismas oportunidades de aprendizaje.
- Aportemos refuerzos y validaciones emocionales a todos los hijos igual.
- Es esencial que nos interesemos por saber cómo son cada uno de ellos, qué les gusta, cuáles son sus sueños.
- Entendamos que cada niño es único y que cada hermano tendrá unas necesidades particulares.
Evitemos comparaciones
Procuremos no comparar a los hermanos entre sí. Esta práctica tiende a dejar secuelas y ser objeto de rencores posteriores. Si alguno de los niños demuestra ventaja en un ámbito, no menospreciemos a los demás por no evidenciar esa particularidad. Cada hermano tendrá sus virtudes.
Tiempo de calidad con todos por igual
Lo que sucede en la infancia edifica la persona que uno será el día de mañana. Así, el tiempo compartido con los hijos actúa como esos cimientos que quedan impregnados en la memoria emocional. Intentemos pasar tiempo de calidad con los niños, de forma conjunta y también por separado.
Una escapada divertida solo con los hijos medianos, de vez en cuando, refuerza el vínculo y son instantes que siempre se recordarán.
Tengamos presente el síndrome del hijo medio
No importa que para algunos sea un mito. Es evidente que, a veces, los hermanos medianos se perciben como esos hijos invisibles en el radar afectivo de sus padres. Tengámoslo en cuenta cada día y procuremos emborronar esa percepción, sofocarla e impedir que el niño desarrolle tal sensación.
El amor ayuda a que no germine el síndrome del hijo mediano
La atención, la presencia y los refuerzos emocionales desactivarán el síndrome del hijo medio. Si bien nadie puede negar que el viaje de la crianza y educación es un desafío, recordemos que más allá de la alimentación, la ropa y los regalos, lo que más necesitan es nuestro amor.
Sin duda alguna, amarlos es el mejor nutriente para que esta dimensión descrita no germine en ningún pequeño y arrastre coletazos en el futuro.
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