Usar a los hijos para manipular al cónyuge
Por desgracia, muchas veces los conflictos de una pareja terminan por involucrar a los hijos, aunque ellos no tengan nada que ver en esta problemática adulta. En esas circunstancias, y con mucha frecuencia, se utiliza a los menores para manipular al cónyuge. Lo primero que se debe saber es que esto se considera una forma de maltrato.
A veces, el rencor entre los padres es más fuerte que el amor y la responsabilidad que tienen hacia sus hijos. Por eso, y a pesar de los graves daños que les causan, terminan utilizándolos para manipular al cónyuge.
Por lo general, intentan conseguirlos como aliados para hacerle daño al otro padre o para que favorezcan sus intereses. Los padres deben saber que esta es una forma de violencia contra el menor.
Usar a los hijos para manipular al cónyuge tiene consecuencias negativas sobre el desarrollo psicológico de los menores. A veces, estos chicos tendrán que lidiar de por vida con los efectos de esta situación.
… “la habitual manipulación del menor por parte de uno o ambos padres para ponerlo en contra del otro tiene, según los expertos, consecuencias catastróficas en su autoimagen, su autoestima y en sus capacidades de tratar con los demás y mantener relaciones de apego seguras en el futuro”.
-Raquel F. Novoa-
Manipular al cónyuge a través de los hijos
Las formas de utilizar a los hijos para manipular al cónyuge son muy variadas. A veces son sutiles y otras veces explícitas.
La doctora Ana Cristina de la Cruz, psicóloga y docente de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), así como muchos otros autores, define a estos padres como “progenitores alienadores”. Con base en diversos estudios, señala que hay varias conductas que son propias de este tipo de padres. Las más habituales son las siguientes:
- Rehusarse a dar información sobre los hijos.
- Desvalorizar e insultar al otro padre delante de los hijos.
- Tomar decisiones sobre los hijos, sin consultarle al otro padre.
- Implicar a la escuela en los problemas.
- Impedir que los hijos hablen o vean al otro padre.
- Involucrar a otros familiares o amigos en su campaña de desacreditar al otro padre.
- Amenazar a los hijos con un castigo o similar, si tienen una actitud favorable al otro padre.
- Desvalorizar los aportes o los regalos que hace el otro padre.
- Utilizar al hijo para enviarle mensajes al otro padre.
- Victimizarse frente al hijo para que se ponga en contra del otro padre.
En términos generales, de lo que se trata es de limitar las posibilidades que tiene el hijo para construir una relación saludable con el otro padre. También de lograr propósitos individuales valiéndose del efecto que los hijos causan en el cónyuge o excónyuge.
Las motivaciones de los padres manipuladores
Es obvio que la intención de manipular al cónyuge, sobre todo a través de los hijos, no nace en el marco de una relación saludable. Lo más común es que este tipo de conducta se adopte cuando hay una ruptura o divorcio, pero también se puede implementar para todo lo contrario: mantener una relación deteriorada.
En el primer caso, lo habitual es que el padre manipulador tenga un profundo resentimiento contra su excónyuge. A veces porque fue el otro quien terminó la relación. También porque se piensa que se está en desventaja económica y los arreglos al respecto no se consideran justos. Así mismo, es posible que haya celos porque la otra persona tiene una nueva pareja.
En el segundo caso, muchas veces se cree que utilizar a los hijos para manipular al cónyuge es algo que se hace “por una buena causa”. En este caso la situación es más compleja porque los hijos van a sentirse comprometidos emocionalmente en ese objetivo de no permitir que acabe la relación entre sus padres.
Las consecuencias para los hijos
El informe, ya citado de la doctora Ana Cristina de la Cruz, indica que cuando uno de los padres intenta alejar a sus hijos del otro padre, aparecen sentimientos de angustia, desarraigo, soledad y frustración. En los casos más graves surgen tendencias depresivas, ideas de suicidio, enojo, impotencia, desorientación y trastornos de salud crónicos.
Cuando los hijos no están físicamente alejados del otro padre, pero juegan un papel en la crisis de pareja que viven sus progenitores, los sentimientos no son tan diferentes. Sin embargo, en este caso puede haber un fuerte sentimiento de culpa, ya que a ellos se les delega la misión de impedir que la relación entre los padres se termine.
Muchas veces ellos llegan a sentir odio por el otro padre como una forma de salir del laberinto en el que se encuentran. Es frecuente que esto lleve a que en su vida adulta tengan dificultades para identificar y expresar sus sentimientos. Así mismo, suelen trasladar esa inestabilidad a sus propias relaciones de pareja en el futuro.
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- Ramírez, A. M. (2004).
- Conflictos entre Padres y Desarrollo de los Hijos
- . Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 11(34), 171-182.