Ansiedad y sistema inmunitario ¿cómo se relacionan?
Ansiedad y sistema inmunitario guardan un vínculo estrecho y, a menudo, desgastante para la salud. Tanto los estados de estrés como los trastornos de ansiedad mantenidos en el tiempo producen cambios hormonales y alteraciones en las defensas y la respuesta inmune. Algo así se ve, por ejemplo, en las personas que encadenan un resfriado tras otro y que pasan épocas de elevado cansancio.
En estas situaciones, de poco nos sirve recurrir a los complementos vitamínicos o a los zumos de naranja ricos en vitamina C. No si continuamos sin ofrecer una respuesta adecuada a ese estado mental subyacente que, lo queremos o no, acaba afectando a la salud. Taquicardias, dificultad para respirar, mareos, alteraciones del sueño… En ocasiones, descuidamos el gran impacto que tienen estas condiciones psicológicas sobre el organismo.
Como bien decía el conocido psicoterapeuta Albert Ellis, pocos estados mentales son tan irracionales y destructivos como la ansiedad excesiva, la ira elevada o el miedo pronunciado. A día de hoy, podemos añadirle otro jinete más, el de la angustia que trae la incertidumbre. Sabemos que la situación actual no es fácil y que, como bien señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), los problemas de salud mental aumentarán en los próximos años.
Es momento de tomar conciencia. Es hora de entender mucho más cómo nos cambia el mecanismo de la ansiedad y qué podemos hacer al respecto.
Ansiedad y sistema inmunitario: relación, síntomas medidas terapéuticas
Saber que si sufrimos ansiedad tenemos más riesgo de caer enfermos preocupa y hasta enfada. Sin embargo, hay que detenernos en un pequeño matiz. La ansiedad como el estrés por sí mismos no son peligrosos ni se alzan como un tipo de respuesta que uno deba evitar a toda costa. Son, en realidad, mecanismos de supervivencia que nos permiten adaptarnos y responder mejor a los desafíos cotidianos.
El problema llega cuando estos estados y esta activación psicofisiológica son continuos. En estos casos, las alteraciones bioquímicas que generan son intensas y se evidencian a través de enfermedades comunes (resfriados, fiebres, alergias…). En relación a este tema, cabe destacar, por ejemplo, un estudio realizado en la escuela de Medicina Mount Sinai, Nueva York, Nueva York.
Aunque se necesiten de más trabajos para comprender la relación entre ansiedad y sistema inmunitario, sabemos que el haber vivido acontecimientos estresantes, padecer depresión y sufrir ansiedad mantenida en el tiempo producen alteraciones neuroendocrinas y neurotransmisoras. Profundicemos un poco más.
Ansiedad y sistema inmunitario ¿cuáles son los síntomas?
El organismo es muy proclive a debilitarse cuando pasamos épocas de elevada preocupación, estrés y ansiedad. Algo en lo que la mayoría estaremos de acuerdo es que en estas situaciones es común sufrir más cefaleas, dolores musculares, etc. Ahora bien ¿cómo saber si el sistema inmunitario está débil a causa de estas condiciones psicológicas?
- Encadenar un resfriado tras otro sería el primer síntoma.
- Tener más tendencia a padecer gripes.
- Sentirse cansando, más débil de lo habitual.
- Es común también sufrir problemas en la piel, como irritaciones, eccemas, etc. Todo ello se debe al exceso de cortisol en el cuerpo, que estimula la liberación de histamina, que puede acabar provocando este tipo de trastornos dermatológicos.
- Asimismo, también es común tener mayor riesgo de sufrir infecciones.
¿Cuál es la causa?
Si nos preguntamos cuál es la causa de esa relación entre ansiedad y sistema inmunitario la clave está en el cortisol. Cuando se eleva el estrés o la ansiedad y lo mantenemos durante días, meses (o años) esta hormona aumenta sus niveles en el flujo sanguíneo. Lo mismo ocurre con la adrenalina. La presencia de estos neuroquímicos, que actúan a su vez como hormonas, afectan a la resistencia y salud del sistema inmunitario.
Asimismo, también se produce un exceso de producción de glucosa. Esto también altera la respuesta defensiva del organismo a la hora de hacer frente a los patógenos.
Reducir la ansiedad para mejorar las defensas (y la calidad de vida)
¿En qué nos centramos primero? ¿En subir las defensas o en manejar la ansiedad? Lo más adecuado en todos los casos es aplicar un enfoque multidimensional. Es decir, salud física y salud psicológica van siempre de la mano, por tanto atenderemos ambas esferas a la vez. Es recomendable, por tanto, contar con la supervisión médica y con el apoyo de un psicólogo.
Veamos no obstante, qué estrategias pueden ayudarnos.
Comprende qué es la ansiedad y cómo actúa
La ansiedad es una reacción normal y adaptativa que aparece en situaciones de preocupación, estrés o incertidumbre. En caso de no manejarla, de darle espacio y prevalencia, produce un deterioro funcional que afecta a la calidad de vida. Así, la persona debe entender que hay tres áreas en las que debe centrarse. Son las siguientes:
- Pensamientos.
- Emociones.
- Comportamientos.
Aprende a pensar mejor: reestructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva parte de la idea de que las personas reforzamos patrones mentales negativos que afectan al modo en que nos sentimos. Es esencial que aprendamos a detectar esos pensamientos y creencias disfuncionales para trabajar en ellos.
Autocontrol emocional de la ansiedad
La ansiedad es una caja llena de emociones desordenadas que no comprendemos y que solemos evitar. Por muy desagradables que sean esas emociones internas, hay que reconocerlas, comprenderlas y entender su mensaje. Poco a poco, nos sentiremos más libres y tendremos una mayor competencia sobre ellas.
Correcta alimentación y vida activa
Si ansiedad y sistema inmunitario guardan una relación estrecha, debemos crear hábitos de vida saludables para mejorar las defensas. ¿De qué manera? Estas serían algunas pistas:
- Alimentación natural, fresca y variada. Evitaremos las grasas saturadas, congelados, harinas refinadas y todos esos alimentos inflamatorios.
- Los alimentos ricos en magnesio, fibra y de origen vegetal son los más indicados.
- Importante también mantener una vida activa. Salir a caminar cada día o practicar algún deporte nos será de gran ayuda.
- Dormir entre 7 u 8 horas diarias.
Para concluir, aunque cada persona vive y experimenta la ansiedad de una manera diferente, sus efectos siempre son nocivos y debilitantes. Aprendamos a conocer a nuestro enemigo y a convivir con él de manera saludable. No podemos eliminarlo de nuestra vida, pero sí manejarlo para que nos permita disfrutar de un buen equilibrio.
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