Emma Kunz, una investigadora del más allá
A mediados de los años 70, un extraño y misterioso personaje pasó a engrosar las filas de una (ya gruesa) lista de nombres relevantes de Historia del arte. Su nombre era Emma Kunz y, como ha sucedido siempre con múltiples artistas adelantados a su época, llevaba más de una década enterrada. Un hecho que, quizás, le confiera aún más interés a su obra.
Y no es para menos. La figura de esta suiza ha sido motivo de polémica y controversia desde sus inicios en el mundo de la curación. Porque algo que mucha gente ignora es que los dibujos de Emma Kunz no estuvieron hechos al azar: obtenía las ideas gracias a unos (supuestos) dones extrasensoriales.
¿Quién fue realmente Emma Kunz?
Esta especie de William Blake contemporánea nació en la Suiza alemana, en 1892. Se crió y creció en zonas rurales, donde sus padres trabajaban como tejedores. Ninguno de ellos tuvo influencia alguna en el desarrollo artístico de su hija, lo que hace aún más extraordinaria la sensibilidad creativa de Kunz.
Desde muy joven, Emma afirmó tener la capacidad de predecir eventos futuros y de poseer habilidades curativas y telepáticas. Durante toda su vida fue una conocida y reputada sanadora, todo ello a base de remedios naturales con minerales y plantas variadas.
Jamás se consideró alguien especial. A su entender, cualquier ser humano tenía el potencial para hacer lo mismo que ella, pero la industrialización y el materialismo salvaje habían paralizado los poderes de la mayoría. Al estar en continuo contacto con el campo y la naturaleza, ella había sido una de las pocas afortunadas en conservar esa comunión primigenia con la madre tierra.
Muy interesada en el espiritualismo, la filosofía y sus corrientes, ella prefería denominarse a sí misma como una investigadora. Estudiaba su entorno, las plantas, las rocas y los diferentes elementos naturales con la precisión del mejor científico de la época.
Analizaba sus propiedades, experimentaba con ellas, y después se ponía a plena disposición de aquellos que la necesitaran. Por eso, no resulta raro de imaginar que, además de sanadora, también tuviera la capacidad de predecir ciertos acontecimientos.
Los dibujos de Emma Kunz: ¿fraude o milagro?
Una de las técnicas que caracterizaban a sus procesos adivinatorios era el dibujo. Con un péndulo, un papel y un lápiz trataba de encontrar respuesta a las múltiples preguntas que todos (e incluso ella misma) le planteaban.
Ella afirmaba que, al registrar los trazos geométricos del péndulo, podía averiguar mucho sobre el mundo que la rodeaba. Desde los temas tratados en una reunión gubernamental, hasta preguntas de índole más personal y particular, como las variaciones en una enfermedad.
Solo de esta forma podía canalizar toda su energía en otro lugar que no fuera su mente y, de paso, compartirla con todos los demás.
Actualmente no se conserva la guía que utilizaba para descifrar las figuras geométricas que dibujaba. Tampoco se sabe con seguridad qué numero de dibujos existen, ya que no están fechados ni firmados: Emma no consideraba relevante que su nombre apareciese en ellos.
“Mis dibujos son para el siglo XXI”.
-Emma Kunz-
Podía estar hasta 24 horas trabajando en una sola pieza, vislumbrando el grosor, la forma, el tamaño y la presión de los campos de energía. Se tomaba muy en serio su trabajo y, de hecho, se cree que durante la Segunda Guerra Mundial trató de despolarizar las energías negativas del propio Adolf Hitler.
También le daba mucha importancia a los colores de sus creaciones, que le permitían visualizar el estado de ánimo y la situación de la persona que había acudido en busca de su ayuda.
Se ha llegado a asegurar que, incluso, vaticinó la creación de la bomba atómica por parte de Estados Unidos, además del calentamiento global y la destrucción de la capa de ozono.
El legado de una artista inmortal
Profeta o no, el legado de Kunz ha llegado hasta nuestros días gracias a las incontables exposiciones globales de las que ha formado parte. La artista, que jamás conoció este tipo de fama durante su vida (falleció en 1963), jamás hubiera pensado que sus dibujos serían hoy en día analizados por críticos de arte, comisarios de museos e investigadores.
Su conexión con la espiritualidad, las matemáticas, la medicina y la biología son solo algunas de las partes más atractivas de su personalidad. De hecho, cuando aún estaba viva, llegó a afirmar que “lo que yo hago no será entendido hasta más adelante, en el siglo XXI”.
Puede que Emma, hace más de 50 años, ya supiera más sobre su futura trayectoria artística de lo que jamás podremos entender.
O quizás no. Quizás, simplemente, todo se trate de una serie de fascinantes coincidencias. Ahí residen el misterio y la incertidumbre que llevan medio siglo pululando sobre la figura de esta mujer y de sus dibujos indescifrables, que aún permanecen a la espera de alguien que sea realmente capaz de ver más allá del papel.
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- Mora Sánchez, Josefa Fátima. (2017). Los dibujos ocultos de las artistas y mediums Laure Pigeon, Magalí Herrera y Josefa Tolrá. Universidad de Granada.