10 patrones tóxicos en la relación de madre e hija
El vínculo que construimos con nuestra madre es, tal vez, el más importante a lo largo de nuestra vida. No obstante, no siempre las relaciones entre madres e hijas son positivas y constructivas; de hecho, en muchos casos, pueden aparecer ciertos rasgos que ponen en evidencia la existencia de patrones tóxicos.
La aparición de este tipo de comportamientos puede afectar a la seguridad y la autoestima de las hijas y dejar profundas secuelas en el autoconcepto. En este artículo vamos a explorar diez patrones tóxicos en la relación madre e hija, buscando identificar sus principales características y algunos consejos para restaurar el vínculo o, al menos, sanar las heridas y perdonar.
Por supuesto, todas las interacciones entre madre e hija son diferentes y los conflictos entre estas son, en general, normales. No obstante, la presencia de los siguientes patrones en la relación y la prevalencia exagerada de uno o más de ellos puede ser un campanazo de alerta que nos invite a revisar la relación que, siendo hijas, hemos construido con nuestra madre y busquemos sanarla y encaminarla al mutuo bienestar.
1. Menosprecio
Un primer rasgo tiene que ver con el hecho de desdeñar o quitar mérito a todo lo hecho por la hija. Las madres que recurren a este comportamiento suelen hacer sentir insignificantes a sus hijas, haciéndolas dudar constantemente de sus propias capacidades.
Esto, a su vez, puede generar en las hijas la creencia de que nada de lo que hagan será suficiente para satisfacer a sus madres, emprendiendo una búsqueda infructuosa de amor y reconocimiento.
2. Narcisismo
En segundo lugar y profundamente ligado al rasgo anterior, las madres narcisistas pueden generar también patrones tóxicos en la relación con sus hijas.
Por un lado, este tipo de madres pueden ver a la hija como una proyección de ella misma, como una extensión de su propia vida, lo que puede motivar que menoscaben la identidad de sus hijas y les impidan su desarrollo interior. En el intento de hacer de sus hijas una versión ideal de ellas mismas pueden provocarles un profundo daño en su autoestima.
Por otro lado, la relación estará centrada la madre, es decir, tenderán a ignorar las emociones de la hija y a buscar ser el centro de atención.
3. Madres competitivas
Sumado a lo anterior, otro rasgo problemático en la relación entre madre e hija es la presencia de sentimientos de celos y envidia de las madres hacia las hijas. Esto genera comportamientos competitivos que pueden afectar a la autoconfianza de las hijas.
Son madres que perciben a sus hijas como una amenaza o como una rival a derrotar, por lo cual pueden llegar a acciones como sabotearlas en sus relaciones o su trabajo y menospreciarlas en público.
4. Madres invasivas
Por otra parte, las madres invasivas e irrespetuosa de los límites también suelen generar un vínculo tóxico con sus hijas. Conductas como leer su diario personal e invadir su privacidad serían ejemplos de este rasgo. En este tipo de casos suele verse afectada la confianza y el respeto entre las dos partes.
5. Ser demasiado controladora
Otro patrón tóxico aparece cuando la madre es en demasiado controladora, teniendo serias dificultades para reconocer la validez de sus hijas como personas autónomas y libres.
Con la excusa de preocuparse por ellas y de hacer todo “por su bien”, son madres que no permiten que sus hijas tomen decisiones ni que se reafirmen como individuos. Esto termina traduciéndose como falta de confianza en el criterio de la hija, lo que a largo plazo puede generarle inseguridad y pérdida de la autoconfianza.
6. Vínculo ambivalente
De manera adicional, las madres que generan vínculos ambivalentes y ambiguos con sus hijas también pueden provocar afectaciones negativas en la relación. Estamos hablando de madres que suelen ser pasivo-agresivas en su comunicación y que algunos días son amorosas y consideradas y otros días son indiferentes o crueles. Este tipo de trato genera incertidumbre e inestabilidad emocional en sus hijas.
7. Distancia emocional
Otra forma de vínculo tóxico entre madre e hija se da cuando las madres no exhiben sentimientos ni muestras de cariño hacia sus hijas. Es decir, no hay contacto físico como caricias o abrazos e incluso no hay palabras afectuosas ni manifestación explicita de amor.
Esto provoca una desconexión emocional que puede desencadenar secuelas en la vida adulta, como incapacidad de conectar emocionalmente con otras personas o, por el contrario, excesiva dependencia emocional.
8. Madres dependientes
También puede generarse un vínculo negativo cuando las madres son en exceso dependientes de sus hijas. En estos casos, son las hijas quienes se convierten en cuidadoras de la propia madre, incluso desde edades muy tempranas.
Esto erosiona la relación entre madre e hija, pues se invierten los roles y se genera en la hija una sobrecarga en relación a las tareas del cuidado. El fenómeno suele darse sobre todo en madres jóvenes con muchos hijos y con una hija mayor.
9. Chantaje emocional
Otra forma de dependencia es la de tipo emocional, la cual también puede convertirse en un rasgo nocivo de la relación entre madres e hijas.
En este tipo de situaciones, las madres consideran a las hijas responsables absolutas de su felicidad y sus tristezas. Hay constantes reproches y manipulación, e incluso suelen mencionar cómo tuvieron que sacrificar su juventud y sus sueños por cuenta de la maternidad.
10. Madres autoritarias
Finalmente, las madres en exceso autoritarias también generan una relación nociva con sus hijas. Por ejemplo, cuando manifiestan una fuerte fijación a los roles tradicionales de género y esperan que sus hijas mantengan la actitud sumisa históricamente atribuida a las mujeres. O también cuando exhiben comportamientos intransigentes o violentos cuando se sienten desautorizadas o desobedecidas.
Este tipo de relación hace que las hijas puedan crecer con una relación de sumisión o de rebeldía hacia las figuras de autoridad.
¿Cómo restaurar el vínculo entre madre e hija?
Por último, no olvides que ninguna madre es perfecta y todas cometen errores. Aun así, es importante identificar este tipo de patrones tóxicos para reparar el vínculo y evitar repetirlos en la relación con nuestras hijas.
Entender que ahora somos adultas y que podemos poner límites en la relación con nuestra madre es un paso fundamental para sanar la relación. Adicional a esto, también resulta necesario superar la sumisión infantil y reafirmar nuestra autonomía para tener un vínculo más afectuoso, basado en el cuidado y respeto mutuo.
Finalmente, y teniendo en cuenta la historia particular de cada una, es posible que sea necesario buscar ayuda profesional para las dos y así reconstruir poco a poco la relación madre e hija.
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