Celos, desvalorización e incredulidad: ¿cómo se relacionan?

Celar no es sano. Al contrario, es una dinámica que puede perjudicar la relación de pareja y dar rienda suelta a la desvalorización y la incredulidad.
Celos, desvalorización e incredulidad: ¿cómo se relacionan?

Escrito por Marcelo R. Ceberio

Última actualización: 27 mayo, 2022

Una de las principales dinámicas triangulares se produce en los celos. A diferencia de la envidia, en la que relacionalmente es un juego de dos personas, los celos conforman una tríada en la que existe un segundo que cree que existe un tercero (real o imaginado) que hace alianza con un primero y esta situación le detona (al segundo) sus más bajos “instintos asesinos”.

En una pareja, siempre el celoso, a excepción de la certeza de saber con seguridad que existe infidelidad, está impregnado por sentimientos de desvalorización. El celoso desconfía, no se siente seguro, tiene miedo de ser abandonado. Siente bronca que enfunda la angustia y la tristeza. Sufre más por lo que imagina, por sus rumias mentales, por las ideas persecutorias.

El problema de los celos es uno de los principales motivos de consulta y, a pesar de que la causa por la que llegan a una entrevista fuese otra, los celos siempre están presentes sazonando la experiencia.

Un celoso en sus reproches, acusaciones y críticas termina construyéndole ideas a su pareja de cómo podría traicionarle. Es tal su caudal imaginativo que, para otorgarle justificación a su arranque celotípico, narra un motivo que es un verdadero plan para la infidelidad. 

Todas las recriminaciones encierran un florido ideario acerca de las actividades que podría desarrollar el cónyuge en la fantaseada infidelidad:

  • “Llegaste tarde porque seguro que te has quedado conversando con tu clienta…”.
  • “Desde las 9 que tendrías que haber llegado, ¿te entretuviste con tu jefe?”.
  • “¿Desde cuándo miras tan atento a la vecino?”.

O una esposa celosa que reclama y se enoja con su marido por llegar 20 minutos tarde de la oficina, le reprochará: “¿ qué has estado haciendo hasta tan tarde en el trabajo?” y le diseñará una historia que bien podría llevarse acabo o una historia fantástica imposible de realizar.

Un marido celoso que le cuestiona a su mujer porqué llegó tarde de la universidad comenzará a colocar en el medio a compañeros de estudios, muchos de ellos en los que su esposa nunca hubiese reparado.

Pareja discutiendo

Los amantes también sostienen un matrimonio

Debemos aclarar que ese tercero en discordia en el triángulo no siempre produce una destrucción de la relación, sino que a veces llega a sostenerla. De cara a la inestabilidad, un amante descomprime la relación y corre momentáneamente de foco la crisis de la pareja.

Sin embargo, no es una solución. Tampoco un “amante” es uno de carne y hueso como única opción, existen multiplicidad de terceros que no son solamente personas. Amantes son el trabajo, las fiestas, el deporte, la televisión, los partidos de fútbol, las reunión de amigos, los hobbies, el estudio, etc.

Podría narrarse un compendio de historias de celos, pero básicamente el mecanismos de la tríada implica que primero (un cónyuge) es el objeto codiciado y perseguido por segundo (el otro cónyuge), a raíz de la existencia de tercero que puede ser un amante real -y además humano- de primero. El valor es colocado, en principio, por segundo, en ese tercero fantaseado o real que se vive aliado a primero.

Primero, por esta alianza, se transforma en centro de deseo y valor de segundo. Entonces, segundo es quien se instaura en el juego de roles en el lugar del desvalor. Si existen valorizados (primero y tercero), existen en tanto y en cuanto hay un desvalorizado (segundo), quien se sumerge en diversos sentimientos, desde la omnipotencia, impotencia, rechazo, denigración, agresión

La tendencia a celar tiene su base en la desvalorización. Un celoso tiene bajo el termómetro de su autoestima. Una persona que se quiera y se sienta bien consigo misma no tiene motivos para fantasear que su pareja lo engaña.

A menos, que el marido se presente muy seductor con otras mujeres, dedique demasiado tiempo a sus hobbies, deporte, televisión, etc., o la esposa coquetee alevosamente con otros hombres, o se dedique exhaustivamente a salir, o dedique mucha energía a su trabajo. Es decir, si existen consonantes reales de infidelidad.

Una persona con una autoestima saludable, no piensa que su compañero puede colocar el valor en otro porque siente que la pareja es lo mejor que les está sucediendo y que ambos no necesitan buscar fuera de la relación el llenado de carencias. No se trata de negar, se trata de valorar. Conceptos y mecanismos muy diferentes.

En conclusión, en este dinamismo interaccional, el segundo fantasea que el primero está con el tercero, esto quiere decir que valora, ama, desea, reconoce, toma en cuenta, etc., a primero, lo que equivale que se sitúe en un debajo relacional. De este por debajo, nacen sentimientos de desvalorización e inseguridad que socavan de manera paulatina la autoestima del protagonista.

El celotípico es incrédulo

Las soluciones intentadas refuerzan el cuadro. Cuanto más trata primero de convencer a segundo que está en un error en sus apreciaciones, menos creíble se vuelve.

S egundo -incrédulo y cargado de bronca- no tiene dudas que primero está con tercero y no está dispuesto a dejarse convencer por primero.

Primero hablará y hablará, lo colmará de atribuciones positivas que lo tratarán de valorar. Pero estas palabras no son creíbles para segundo. De esta manera, se entrampa y entrampa al resto del sistema.

Los callejones sin salida de las personas con celos

Por otra parte, el mecanismo de los celos tiende a confeccionar callejones sin salida y sin respuestas. Las profecías autocumplidoras hacen realidad los supuestos del celoso.

  • Si primero dice que ¡No son verdaderas! y rechaza las acusaciones de segundo, la respuesta de segundo será “¡Puede ser que primero mienta, siempre fue un farsante…!”.
  • Si primero no responde, segundo dirá: “¡Seguramente el que calla otorga, debe estar ocultando algo…!”
  • Si, en cambio, primero responde con una caricia o un te quiero, será sospechoso de seducir y de eludir el tema.

Respuesta que emerja de primero, respuesta que será la confirmación del supuesto original de segundo, con lo que cualquiera de las opciones lleva al caos y la destrucción. Nada será creíble para la persona que sufre de celos.

Una esposa celosa e insegura (tras la que se encuentra la desvalorización) fantasea que su marido centra su mirada en su nueva secretaria. No le pierde pisada. Comienza a llamarlo insistentemente a la oficina. Le comienza a controlar los horarios de forma obsesiva. Quince minutos de retraso en la llegada a su hogar puede ser el detonante de una catástrofe amorosa relacional. Recriminaciones que encierran reclamos y acusaciones de infidelidad con su nueva secretaria.

La situación se repite a través del tiempo: él se siente tan oprimido en la relación que comienza a buscar fuera momentos de oxigenación. Llega cada vez más tarde a su casa. Hace tiempo en el trabajo. Se toma una cerveza con sus amigos. Planea alguna cena con sus viejos compañeros de universidad. Todo ese tiempo fuera de su casa es caldo de proliferación de fantasías por parte de su mujer que ahora confirma y está segura de que su marido la engaña. Ella se ha transformado en una “bruja” hostil que lo desvaloriza y lo hace sentir como tonto.

No olvidemos que uno de los recursos del desvalorizado herido es la paga con el mismo recurso de la desvalorización hacia el otro. Es decir, se paga con la misma moneda.

Chico enfadado por celos narcisistas

Los celos, las discusiones y la violencia

Con los celos, surge la discusión y con ella el enfrentamiento. Creen los miembros de la pareja que tratan de encontrarse (o acercarse) en la comunicación, pero no. Entonces el grito aparece en forma de paradoja. Es decir, físicamente están muy cerca, pero internamente están alejados, tan alejados que precisan gritarse para escucharse.

A pesar del esfuerzo, continúan repitiendo mandatos, depositando expectativas que el otro debe cumplir y no puede, acumulando frustraciones. Y en este feedback patológico las distancias son más pronunciadas.

Así transitan la pareja, entre competencias y rivalidades, celotipias y proyecciones, racionalizaciones y contaminaciones, entre ideales y desilusiones, entre carencias y necesidades, con esta pesada carga, agotados y tensos, están ella y él en medio de una batalla campal.

Cuando la violencia llega a la relación

La violencia puede llegar a la relación cuando tras escalar se acaban las palabras y uno de los interlocutores se sumerge en la más aguda impotencia e intenta dominar la situación mediante el uso de la fuerza física.

Una vez desarrollado el acto violento verbal y físico llegará la culpa del agresor, el perdón de la persona agredida y se pasará por un período de aparente calma y complementariedad, para volver en algún momento a desencadenar un nuevo círculo de violencia. La “mano fácil” cada vez necesita de menos estímulo para aflojarse.

Por ejemplo. Él, con su descalificación a cuestas, continúa intentando alejarse pasando horas extras en su trabajo, razón para que su mujer ejerza mayor presión. Todo es un círculo vicioso que se ha hecho rígido, en el que ambos cónyuges se han convertido en dos “pobrecitos” desvalorizados.

Una mañana, él llega a su trabajo y una compañera de la oficina le dice: “Buenos días, ¡que elegante estás hoy!”. Entonces a l él se le iluminan los ojos y se le dibujan corazones en el aire, tal cual los dibujos animados. ¡Alguien ha reparado en él sin descalificarlo!

Ese hecho puede ser el comienzo de una infidelidad real que se originó de una fantasía. Voilà! Se ha construido una realidad, o mejor dicho, una profecía autocumplida.

Los celos son un insulto a la confianza, un elogio a la mentira. En parejas funcionales, la comunicación fluida implica mostrar las vulnerabilidades personales, la propia desvalorización, y no endilgarle al otro las debilidades particulares. Pero también mostrar y valorar lo positivo de uno mismo y de la pareja. Se trata de mirar a los ojos al otro, y mirar la mirada del otro por sobre uno mismo. Valorar para que nos valoren y esto da poca cabida a “salvavidas externos” a la relación…

“Los celos son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible”.

-Gregorio Marañón-


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.