¿Por qué nos gusta creer en el mito del alma gemela?
El mito del alma gemela impregna nuestra cultura desde hace siglos. Por mucho que haya escépticos, también hay una buena parte de la población que valida el mito, ya sea directa o indirectamente; se suma a este concepto introducido por Platón en su libro El banquete en el año 385 a. C. Es una forma de anhelo, un deseo soterrado por hallar ese amor perfecto, ese querer perdurable y mágico.
De algún modo, son muchos los que piensan o han pensado que les “falta algo”; además, identifican la satisfacción de esa carencia con el hallazgo de la llamada otra mitad, ese compañero o compañera de vida con quien compartirlo todo.
Miedos, deseos, sueños, pensamientos, risas, rutinas y hasta cualquier desafío. La industria del cine, y también la literatura, son esos universos que más han profundizado en esa necesidad.
Películas como The Notebook (El diario de Noa) o libros como Jane Eyre nos demostraron que las almas gemelas no son precisamente mitades iguales a nosotros. Cuando llegan, lo hacen de manera desafiante, desbaratando nuestro mundo y complicándolo muchísimo más. Sin embargo, en ese trayecto de idas y venidas, de desdichas y alegrías, al final, todo sale bien.
Y eso es, quizá, lo que más necesitamos, la idea de algo sólido y satisfactorio en medio de una realidad, a menudo, excesivamente compleja e incierta…
“Hay algo especial en esas dos almas humanas que sienten que están unidas para toda la vida, fortaleciéndose, siendo el uno para el otro…”.
-George Eliot-
Mito del alma gemela: qué es y por qué nos atrae
Es muy posible que el mito del alma gemela se popularizara por primera vez en el siglo XIX a raíz de una carta del poeta Samuel Taylor Coleridge. Su vida afectiva era realmente desapacible e infeliz. Se vio obligado a contraer matrimonio por presiones sociales y hasta que la pareja no se separó para siempre, vivieron unas etapas bastante incómodas.
“Para ser feliz como casado debes tener a tu lado a un alma gemela”, escribió en una misiva. En esa época en que los enlaces respondían a meras transacciones económicas y no a actos por amor, vivir con alguien de quien se estaba enamorado era poco más que un sueño. Un ideal, un privilegio para los más osados…
Brad Wilcox, profesor de sociología y director del Proyecto Nacional de Matrimonio de la Universidad de Virginia, señala algo interesante sobre el tema. No fue hasta los años 70 cuando hubo un cambio real sobre el concepto del matrimonio. Las personas, y en especial las mujeres, ya no dependían tanto de estar casadas para tener solvencia económica.
Esa libertad y realización personal hizo que lo material perdiera relevancia. Uno de los principales propósitos, desde entonces, ha sido la necesidad de encontrar a alguien con quien conectar emocional, psicológica y hasta espiritualmente…
Hay varios mitos del alma gemela
Lo señalábamos al inicio. Fue Platón quien introdujo el concepto del alma gemela cuando escribió El banquete. En ese texto nos explicó que, en algún momento del tiempo, las personas teníamos cuatro brazos, cuatro piernas y dos caras. Éramos seres demasiado altivos y orgullosos, entonces Zeus, molesto por nuestra actitud, nos castigó partiéndonos en dos.
Desde entonces, caminamos perdidos sintiendo que nos falta algo. Nuestro destino aquí en la Tierra no es otro que buscar a esa mitad perdida, a esa persona que nos completa y nos da sentido auténtico. Ahora bien, más allá de la cultura grecorromana, hay más tradiciones y mitos que remiten a ese idea de una alma gemela o persona predestinada a nosotros.
Japón dispone de su leyenda del hilo rojo del destino. Hay tradiciones hindúes que nos hablan también de conexiones kármicas con ciertas personas. El poeta persa Rumi, por ejemplo, indicaba que los auténticos amantes no se encuentran, sino que se reencuentran porque siempre han estado espiritualmente unidos…
El amor auténtico nos dará lo que más necesitamos
El mito del alma gemela no solo nos señala que hay una persona predestinada a nosotros. Nos indica que al lado de esa figura todo es armonía. Si hay algo que el ser humano busca a toda costa es sentirse comprendido, amado, no sentir el peso de la soledad y ser feliz. Cuando alguno de estos elementos está ausente, la vida duele y lacera esa alma “incompleta”.
El ideal de esa alma que complementa y que es igual a la nuestra se ha incrustado en nosotros como una narrativa mental que siempre nos acompaña. Es ese suspiro que a veces dejamos escapar cuando las cosas no van bien. “Ojalá encontrara a alguien que me comprendiera”, nos decimos. “Ojalá hubiera alguien que viera las cosas como yo y que estuviera ahora a mi lado…”.
Tenemos la esperanza de que algún día toda búsqueda y fracaso tengan su recompensa
En esta era en que el amor se busca en el universo digital, son frecuentes los fracasos y las decepciones. Buscar pareja es un viaje a menudo caótico e infructuoso, pero si uno da validez al mito del alma gemela, no le falta la esperanza. Porque tarde o temprano aparecerá (supuestamente) la persona con quien todo encaje y nada duela.
Esa por quien cada error del pasado habrá merecido la pena porque le ha conducido hasta él o ella. La pareja ideal, el alma gemela…
Los estudios nos dicen que creer en el concepto del alma gemela no siempre trae la felicidad a una relación. Las expectativas son tan altas e ilusorias que son frecuentes los fracasos.
¿Qué dice la ciencia al respecto del concepto de las almas gemelas?
Cada uno es libre de creer, dar validez y reforzar las creencias que desee. Aquellas que le den sentido y trascendencia. Habrá, sin duda, quien haya encontrado a su alma gemela y siga con ella desde hace varias décadas. Otros, en cambio, a lo largo de su vida, puede que hayan encontrado no una, sino varias almas gemelas.
Como siempre sucede con los mitos, son construcciones socioculturales que encierran significados simbólicos útiles para unos e inútiles para otros. La ciencia, por su parte, tiene su opinión. Un estudios de Universidad Bjarne M. Holmes
Heriot-Watt, de Edimburgo, nos indica algo muy concreto.
Dar veracidad al mito del alma gemela conduce a reforzar ideales distorsionados sobre el amor. De hecho, puede incentivar rupturas en las relaciones de pareja, porque nadie parece ajustarse a ese “imaginario interno” que uno tiene en mente sobre lo que es el amor (supuestamente) perfecto.
Como dicen los expertos, la mentalidad de destino o el pensar que tarde o temprano aparecerá la persona ideal para nosotros no siempre nos trae la felicidad ni el acierto en el complejo mundo de lo afectivo…
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