Yo no controlo la comida, ella me controla a mí
Conocemos la anorexia, gracias a ella descubrimos también la bulimia… Problemas serios que provocan que a nuestro alrededor gire una eterna obsesión por la comida. Pero, ¿qué ocurre cuando la comida nos controla?, ¿cuando comemos compulsivamente y no nos purgamos después? Hoy abordaremos la vida de todas esas personas que en determinados momentos de su vida no saben si viven para comer o comen para vivir.
El trastorno por atracón identifica aquellos comportamientos en los que se come muy rápido, más rápido de lo normal, ingiriendo alimentos hasta sentirnos incómodamente llenos, consumiendo grandes cantidades de comida sin hambre.
La ingesta compulsiva de comida afecta a aquellas personas que sufren un desequilibrio en los centros de recompensa del cerebro y tienen un bajo autocontrol sobre la ansiedad. Esto provoca que se conviertan en adictos a la comida, incluso cuando no tienen hambre. Las consecuencias no están solo relacionadas con su salud, sino también con su bienestar emocional: las personas que padecen este trastorno se sienten culpables y avergonzadas.
Vivir para comer, comer para vivir
La mayoría de nosotros comemos para vivir y nuestra vida no gira en torno a la comida. Esto no ocurre con las personas que sufren trastorno por atracón. Para ellas, su vida está en todo momento controlada por la comida. Pero, ¿qué hay detrás de toda esta ansiedad por ingerir alimentos compulsivamente?
Cuando caemos en una depresión, cuando empezamos a vernos desbordados por las emociones, cuando nuestra autoestima está por los suelos es sumamente sencillo que perdamos el control. De repente, giramos sin freno y, sin prácticamente sin darnos cuenta, empezamos a reproducir conductas que en vez de ayudarnos nos destruyen. Perder el control es la manera en la que tu cuerpo te dice que hay algo que tienes que solucionar. Está llamando tu atención.
Por eso, en los momentos en los que nos vemos más estresados, con un mayor rango de ansiedad, acudimos a la comida para intentar aplacar lo que nos corroe por dentro. El gran problema se encuentra en que después no nos sentimos mejor. La culpa aflora no solo por la cantidad de calorías ingeridas, sino por su calidad. La mayoría de los alimentos serán muy poco saludables: chocolate, pizza, hamburguesas… Todo con una gran carga calórica.
“Cuando desarrollas un trastorno por atracón no eres capaz de luchar contra tus deseos de comida. Es como una adicción. Tacha el “como”. Es una adicción”
-Persona anónima entrevistada para el Elite Daily-
El trastorno por atracón puede tener diferentes consecuencias como la obesidad, la diabetes, la fatiga crónica, los trastornos del sueño e incluso riesgo de infarto. Recordemos que en este trastorno no existe la purga, uno no vomita la comida.
U na conducta que es de “escape”, que en cierto modo te “alivia”, provoca que tu salud se vea afectada. Sin duda, verte en estas nuevas circunstancias puede provocar una bajada de la autoestima, que aumenta la ansiedad y la frecuencia con la que se producen los atracones.
No has perdido el control por completo
Cuando no eres capaz de controlar la comida, cuando la ansiedad es tanta que te levantas una y otra vez con el fin de calmarla con lo que encuentres en la nevera, puede que pienses que no hay retorno, que jamás podrás volver a tener el control sobre esos impulsos y en general sobre tu vida. Como decía Teo, un hombre que aparecía en el programa Conexión Samanta, “si no como algo, reviento. Comiendo dejo de pensar, me evado un poquito de todos los problemas y dices ya está”.
Si quieres acercarte aún más a este trastorno y darte cuenta de que no has perdido el control por completo, te dejamos este vídeo en el que María, nuestra protagonista, nos explica con detalle cómo se vive con un trastorno como este.
https://www.youtube.com/watch?v=lXwWdRIeNnM
Es importante que seas consciente de que esa falta de control percibida es una ilusión. Te encuentras perfectamente capacitado para limitar tu ingesta de comida, para no dejarte llevar por un comportamiento tan dañino. El gran problema es que careces de las herramientas adecuadas para hacerlo, que no conoces otra manera de calmar la ansiedad tan rápida y fácil como el consumo de alimentos. Por eso es necesario que acudas a un especialista.
Comes hasta que ya no te cabe más en la barriga, hasta el punto de querer vomitar
Como bien nos decía María en el vídeo, la comida no es el problema. Esto es lo que queremos ver, buscamos culpabilizar a la comida para no indagar en aquello que nos duele y que está provocando que actuemos de esta manera. Es una forma de escapar, de no afrontar todo lo que nos afecta, aquello que hemos estado arrastrando desde hace tiempo.
Tapar el problema con uno nuevo no será una solución. Esto solo lo empeorará e, incluso, generará otro tipo de males. Al fin y al cabo, no deja de ser una forma de seguir haciéndonos daño. En nuestro afán por buscar alivio en la comida nos autodestruimos. La mejor noticia es que con un poco de esfuerzo y ayuda profesional, tiene solución.