Aprende como programar tu cerebro
Muchas personas creen que las emociones son los que nos hacen ser de una forma y no de otra, y esto es verdad en parte. Junto a los sentimientos nos permiten ser como somos, aunque nuestras experiencias también tienen su parte de responsabilidad. Es que solemos vivir siempre “actualizando” o rememorando los sentimientos del pasado. Es el mismo proceso químico, una y otra vez.
Una de las preguntas que te puedes hacer para darte cuenta si realmente debes o no cambiar o programar nuevamente tu cerebro es ¿Cuál es el sentimiento que me invade cada día, sirviendo como excusa perfecta para no modificar nada?
Podrás decir que tienes la capacidad de eliminar la culpa, la vergüenza, la sensación de no merecer ser feliz, de que no vales nada y ese es realmente una excelente forma de comenzar. Así te librarás de todo aquello que te destruye, que te encierra, te enjaula o te tiene prisionero. Los estados anteriormente nombrados son los que te impulsan a comportarte como si fueras un animal entre rejas.
Pregúntate qué es lo que puedes cambiar de ti mismo para ser una mejor persona, cuál es el mayor ideal que puedes o quieres alcanzar, qué historia o personaje admiras para poder emular, etc. Eres el único responsable de lo que te ocurre porque si bien puedes decir que otros te llevan a sentirte mal o deprimido, tú eres quien decide mantenerse en ese camino. Puedes cambiar tu mentalidad para crear nuevos senderos por los cuales el cerebro transite de forma más tranquila o, al menos, diferente a lo conocido.
No le tengas miedo a lo que no conoces o no sabes, no tiene que ser malo lo desconocido en el 100% de los casos. Está comprobado que el cerebro es capaz de ayudar a curar las enfermedades más dañinas, como pueden ser el cáncer o la diabetes. Nuestros pensamientos se convierten en materia, según los científicos más prestigiosos del mundo. Las personas tenemos la capacidad de cambiar la arquitectura de nuestro cerebro. De ello no hay dudas.
En primer lugar es preciso que lo aceptes y lo creas. Entiende que existe una inteligencia superior, por encima de lo conocido, que está en nuestro interior, pero “durmiendo”. Solo hace falta despertarla.
En segundo término, acepta que tus propios pensamientos y reacciones: son los que te llevan a enfermar (hay un campo científico llamado psico-neuro-inmunología que demuestra que existe una conexión entre la mente y el cuerpo), a ser de una determinada manera, a responder de cierto modo, a reaccionar específicamente ante cada estímulo, etc.
El tercer paso en este camino de reprogramar la mente consiste en reinventarse a uno mismo. Es decir, pensar en cómo te gustaría ser, tanto en el plano físico como en lo mental o espiritual. Desde verte más delgado a ser más compasivo, pasando por engordar las piernas a no enfadarte por todo. Medita o imagínate con esa característica ya “incluida en tu inventario”.
El lóbulo frontal del cerebro representa el 40% de su totalidad. Cuando estamos concentrados o muy focalizados, actúa como un control de volumen. Al tener conexiones con todas las partes del cuerpo, puedes aumentarlo o disminuirlo como deseas.
Esto quiere decir que los circuitos que se relacionan a mover tu cuerpo, percibir lo que te rodea o sentir las emociones también pueden modificar la realidad. Solo tienes que centrar tu mente en un único pensamiento, en ese deseo, ese sueño, esa meta y el cerebro se encargará del resto.
Nuestra mente, bajo determinadas condiciones, distingue difícilmente entre lo que es real y lo que es inventado. Al querer reprogramarla, estamos modificando muchos detalles que están guardados desde hace años. Esto no sólo es para los cambios internos o externos de nuestro cuerpo, sino también para lo que queremos conseguir en lo material, como una casa, una pareja, un empleo, un coche, un viaje, etc. Imagínalo una y otra vez y aumentarás las posibilidades de que se haga realidad. El mecanismo es muy parecido al que actúa con nuestras profecías autocumplidas.
Es posible cambiar nuestra mentalidad creando nuevas conexiones o “cableados” que van desde el cerebro a otras partes del cuerpo, fortaleciendo el pensamiento, estableciendo prioridades, utilizando la parte de la mente que se encarga de hacer realidad las fantasías, etc.
No hay nada místico en los resultados de estas investigaciones, sino que es la misma inteligencia la que organiza y regula las funciones del cuerpo y a la vez permite que el corazón lata cien mil veces al día, respiremos miles de veces o parpadeemos sin pensarlo. También la mente es la que se encarga de las casi 70 funciones del hígado, de los jugos gástricos y de tantas otras tareas más.
Y por último, vale la pena destacar que cada vez que pensamos estamos fabricando diferentes sustancias químicas. Los pensamientos negativos producen señales dañinas para el cuerpo. Haz la prueba: piensa en algo triste y a los pocos segundos la tristeza invadirá todo tu cuerpo. Por el contrario, imagina algo alegre o ríete con un chiste y te darás cuenta de que es otra la predisposición. Es que todo, completamente todo, está “en manos” del cerebro.