Ataraxia: cuando nada nos afecta emocionalmente
La ataraxia nos remite a la antigua Grecia y a los estoicos, quienes aspiraban a alcanzar un estado donde las adversidades de la vida no lograran perturbarnos. Este estado anímico, donde despojamos nuestros miedos, liberamos nuestras ansiedades y desterramos las frustraciones, parece sin duda un estado mental idílico. ¿A quién no le agradaría avanzar por el viaje de la vida abrazado a esa serenidad psicológica tan elevada?
Lo cierto es que, aunque nos agrade, esta realidad tendría poco de saludable e incluso de lógica. Ignorar por completo cualquier emoción, más allá de cuál sea, podría tener serias consecuencias.
Es por ello que la ataraxia, lejos de ser un concepto inspirador, definiría en realidad un trastorno. En determinados casos podríamos estar ante una alteración neurológica. Dimensiones como la angustia, el desasosiego y la inquietud, a pesar de su naturaleza molestas y turbadoras, cumplen un propósito indiscutible en nuestra supervivencia.
Ataraxia: definición y síntomas
La filosofía griega definió la ataraxia como imperturbabilidad. Para figuras como Demócrito o Heráclito, esa disposición a reducir la inclinación hacia la pasión y mantener una conducta serena, contenida e impermeable a las emociones e instintos era sinónimo de elevación o nobleza de espíritu.
Esta visión del comportamiento y de actitud fue desarrollada por los epicúreos, los estoicos y los escépticos. En esta línea, el doctor James Warren de la Universidad de Cambridge señala que los epicúreos consideraban la ataraxia como sinónimo de bienestar mental al arrancar de la mente nuestros miedos.
Visto de este modo, es posible que más de uno la conciba como alentadora y correcta. ¿A quién no le agradaría vivir en un estado permanente de imperturbabilidad? Habitar en una esfera psicológica en la que el mobbing sufrido en el trabajo no nos afectara o donde las traiciones de nuestra pareja no nos causaran dolor, parecería ser, a primera vista, algo deseable.
Ahora bien, lo cierto es que si reaccionáramos de este modo ante las adversidades de la vida, no seríamos personas. Seríamos máquinas. La incapacidad para reaccionar ante los eventos del entorno o la ausencia de miedo definirían en muchos casos una alteración neurológica.
¿Cómo es una persona con ataraxia?
Estos sujetos presentan rasgos únicos en su interacción con el mundo, influenciados por su aparente serenidad. De acuerdo con el Instituto Europeo de Psicología Positiva, los síntomas que definen esta condición son los siguientes:
- Comportamiento pasivo. Incapacidad para reaccionar ante los estímulos del entorno.
- Estado de aplanamiento afectivo. No evidencia cambios en su estado de ánimo. No demuestran ni subidas, ni bajadas, ni alegrías, ni miedos, ni conductas de ilusión, ni manifestaciones de inquietud.
- Estabilidad afectiva. Debido al aplanamiento de las emociones, estas se mantienen iguales todo el tiempo.
- No manifiestan frustraciones. Por ejemplo, hechos como cometer errores o no poder cumplir sus metas, lo viven con tranquilidad y casi con indiferencia.
- No sienten culpabilidad. No experimentan responsabilidad alguna de sus actos cometidos.
Ataraxia: origen y causas
En ocasiones, la ataraxia surge de manera involuntaria, sin adherirse a preceptos religiosos o filosóficos. Esta entidad se vuelve clínica cuando representa una clara pasividad desadaptativa, convirtiendo a las personas en incapaces de reaccionar ante su entorno social, laboral y emocional. Sin embargo, no aparece como tal en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V).
La ataraxia puede ser un síntoma de un problema neurológico, como secuela de lesiones cerebrales a raíz de accidentes o producto de la enfermedad de Urbach-Wiethe. En la que, por ejemplo, la persona tiene como principal manifestación la ausencia total al miedo, con implicaciones significativas para la calidad de vida de quien la experimenta.
¿Cómo es el cerebro de una persona con ataraxia?
H ay alteraciones en diversas regiones cerebrales que correlacionan con esta realidad. Las más comunes son las lesiones en el área frontal del cerebro por golpes traumáticos o accidentes cerebrovasculares.
Esta región del cerebro, está asociada con la toma de decisiones, la regulación emocional y el juicio. Un funcionamiento anómalo de ella puede contribuir a la inhibición excesiva de respuestas emocionales, dando lugar a características de pasividad desadaptativas de la ataraxia clínica.
Otra lesión o atrofia asociada es la de la amígdala cerebral. Esta región regula emociones como el miedo y la sensación de alerta. Frente al peligro, envía de inmediato la información hasta la corteza cerebral y luego valora de manera objetiva el riesgo real. Sin embargo, la persona con ataraxia no podrá llevar a cabo ninguno de estos procesos.
Sin lugar a dudas, la ausencia de respuestas emocionales adecuadas da origen a una pasividad desadaptativa, conocida como ataraxia. Este fenómeno trasciende la mera filosofía y emerge como un desafío clínico contemporáneo, incitándonos a explorar los misterios de la mente humana en nuevo contexto.
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