Pico de estrés: qué es, cómo identificarlo y gestionarlo
Casi cualquier persona de nuestro entorno cercano, o nosotros mismos, en alguna ocasión experimentó un pico de estrés. Aunque este término no cuenta con respaldo científico, resume de manera coloquial una serie de consecuencias negativas para la salud que todos vivimos en un momento determinado.
Es por ello que resulta útil acotarlo de manera más específica y detallar las causas y consecuencias que dicho fenómeno tiene. En este espacio, vamos a explorarlo en profundidad.
¿Cómo se siente un pico de estrés?
Puesto que el pico de estrés no es una entidad nosológica en sí misma, conviene perfilar sus síntomas desde lo subjetivo para que aprendas a reconocerlo cuando aparezca. Se lo puede definir como un episodio estresante agudo e intenso debido a factores ambientales, internos o una combinación de ambos.
Se debe diferenciar del estrés crónico, aquel que no llega a niveles críticos, pero se mantiene en el tiempo. Aunque ambos tienen efectos desfavorecedores, en este caso aparecen cuando el cuerpo lleva en alerta un periodo demasiado largo.
Síntomas de un aumento agudo del estrés
Como todos los problemas derivados de este estado de tensión, ese mecanismo que activa el sistema nervioso simpático para responder a una amenaza, tiene correlatos de los siguientes tipos:
Físicos
- Tensión muscular
- Dolores de cabeza
- Molestias gastrointestinales
- Problemas para conciliar el sueño
Cognitivos
- Creencias irracionales
- Pensamientos catastróficos
- Sensación de falta de control
- Recuerdos involuntarios de eventos muy estresantes (flashbacks)
Emocionales
- Ansiedad
- Irritabilidad
- Nerviosismo
- Desorientación
- Inquietud intensa
- Dificultad para concentrarse
- Hiperactividad sin propósito
- Mal funcionamiento de la memoria de trabajo
- Síntomas depresivos (tristeza intensa, apatía, etc.)
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¿Qué puede causar un pico de estrés?
Todos sufrimos condiciones estresantes: un mal día en la oficina, dificultades económicas, discusiones, etc. Tales escenarios forman parte de la cotidianidad, pero cuando varios de estos estresores se condensan en un lapso corto, la persona puede sufrir una crisis. Las causas más habituales de un pico estresante son las que pasamos a listar:
- Relaciones interpersonales: abuso, discusiones frecuentes o ambientes sociales tóxicos, por mencionar algunos ejemplos.
- Malas condiciones de trabajo: un despido, sueldo insuficiente, ausencia de conciliación y acoso, entre otros, son estresores laborales.
- Estrés sensorial: los entornos con mucho ruido, luces brillantes o malos olores, así como otras condiciones, afectan a la salud mental de las personas, contribuyendo a empeorar el estrés.
- Duelo: el fallecimiento de seres queridos es una fuente de estrés muy grande. Dependiendo de las circunstancias de la muerte, la intensidad del duelo contribuye a la aparición de uno de estos picos.
- Problemas de pareja: dentro de las relaciones sociales, las amorosas son de las más intensas, emocionalmente hablando. Si no se logra forjar un vínculo sano, los problemas derivados llegan a ser bastante estresantes.
A esta lista hay que añadir eventos concretos que suponen un peligro para la integridad física o mental del individuo. Accidentes de tráfico o asaltos callejeros son dos ejemplos ilustrativos.
¿Cómo gestionar un pico de estrés?
Puesto que estos picos suelen resultar de varios factores, lo ideal es abordarlos de manera integral. A modo de prevención funciona el descanso adecuado, ejercitarse con regularidad y alimentarse bien. Además, hay otras estrategias que puedes llevar a cabo.
Identifica el motivo
El primer paso para manejar el estrés que te sobrepasa es reconocer qué lo provoca. Como comentamos con anterioridad, la causa puede estar en un día caótico en el trabajo o en una discusión de pareja, por ejemplificar. Sabiendo cuál es el origen, es más fácil enfocarse en atenderlo y minimizarlo.
Relájate y respira
Los ejercicios de respiración diafragmática son de los más útiles para gestionar cuadros estresantes. Asimismo, la relajación muscular progresiva contribuye a reducir el impacto físico de estos.
Prueba la meditación
Para bajar la carga que producen los estresores, considera practicar mindfulness, la meditación guiada, el yoga o la técnica de este tipo que te funcione mejor. Así te enfocas y alejas aquellos pensamientos que revolucionan tu mente en esos momentos de tensión emocional y física.
Recurre a tus seres queridos
Busca apoyo social en tu familia o amigos para exteriorizar todo lo que sientes. Además, contar con la ayuda de un psicólogo beneficia el manejo del estrés.
Aléjate por un momento
En esos ratos donde las emociones te saturan, podría funcionar dar un paso al lado. Sal a caminar, para recuperar la calma y volver con las emociones canalizadas.
Gestiona tus emociones
Trabaja en tu gestión emocional y tu tolerancia o resistencia al estrés. En cualquier ámbito, ser consciente de lo que sucede y lo que sentimos con respecto a ello, contribuye a afrontar mejor el pico estresante.
Algunas de estas técnicas, como las herramientas de gestión emocional o la respiración diafragmática, se dominan mucho mejor con la ayuda de un profesional de la psicología. Si tienes la posibilidad de recibir este tipo de asistencia, desde aquí te recomendamos que la aproveches.
¿Cuándo debo preocuparme?
Un pico de estrés se debería pasar por sí solo, con el tiempo y la desaparición natural de los estresores. Si bien es bueno contar con estrategias para reducir el malestar en el momento álgido, este no debería extenderse.
De ocurrir esto, podría desarrollarse un trastorno por estrés agudo (ahora sí, tipificado en manuales de salud mental), que alarga el proceso hasta un máximo de 48 horas.
Es importante diferenciar cuándo se sufren tales episodios, causados por circunstancias vitales inofensivas, y cuándo se vive un acontecimiento traumático. Un trastorno por estrés agudo tendría graves consecuencias para la salud y derivaría en estrés postraumático, si no se gestiona por profesionales.
Para saber más Cortisol, la hormona del estrés
Escucha a tu cuerpo y no dudes en pedir ayuda
Es crucial que tengas en cuenta dos cosas: haz caso a tu cuerpo, pues el estrés es una respuesta muy adaptativa; y segundo, no dudes nunca en pedir ayuda.
Tanto tus seres queridos como un profesional de la salud mental podrán asistirte en estos momentos tan desagradables, facilitando la recuperación y previniendo futuras complicaciones para tu salud y tu integridad.
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