La ansiedad en niños y adolescentes, bajo la mirada experta
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo. A lo largo de miles de años, le ha permitido al ser humano sobrevivir. Y si bien atravesamos episodios de este trastorno en todas las edades, durante la niñez y la adolescencia se presentan con características particulares.
Diana Martín, licenciada en psicología y colegiada en Tenerife (T-04171), aclara en el pódcast Psicología Contigo: «Hay síntomas que son más clásicos en la infancia y en la adolescencia, pero la ansiedad es, en un principio, siempre adaptativa». Se trata de una respuesta de lucha o huida que desencadena nuestro organismo cuando interpreta que algo puede ser un peligro.
¿Es lo mismo la ansiedad que el miedo?
Los conceptos de miedo, fobia y ansiedad no son iguales. Pese a que es común que aparezca dicha confusión en el contexto de la psicoterapia infantil, conviene remarcar las diferencias.
Un cuadro ansioso es una respuesta frente a una amenaza. Se trata de algo natural y esperable, pero cuando se excede, entonces aparecen los trastornos.
Aunque tengamos una visión muy negativa de estos episodios, hay que entender que son necesarios. Sin esta respuesta, no habría evolución humana. Quizá hasta no existiríamos como especie en la actualidad, pues nos sirvió en múltiples ocasiones para escapar de peligros o para enfrentarlos con éxito.
Por otro lado, el miedo es una emoción natural que, si cumple con ciertos parámetros acordes al desarrollo del niño, se considera normal. «Un niño que hasta los dos años tiene miedo a la separación de los padres o a los seis años tiene miedo a seres imaginarios es esperable», propone como ejemplos Diana Martín. Cuando el miedo es excesivo, ingresamos al terreno de las fobias.
De acuerdo con algunas estadísticas, alrededor del 7 % de los niños y adolescentes entre 3 y 17 años tienen un cuadro de ansiedad. A su vez, se calcula que entre el 3 % y el 15 % de la población mundial presenta alguna fobia específica.
¿Por qué aparece la ansiedad excesiva en los niños?
Todos los niños tendrán ansiedad en distintos momentos de sus vidas. Es una respuesta fisiológica. Pero ¿por qué en algunas personas se manifiesta de modo extremo y genera un trastorno?
«El origen de la ansiedad es multifactorial —postula Diana Martín—. Está relacionado con factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales». Veamos en detalle cada uno de ellos:
- Psicológicos: en especial, las vivencias y cómo las afrontamos en la infancia. Todo ello genera huellas emocionales a partir de los traumas, tanto de lo que vivimos como de lo que no vivimos.
- Biológicos: desbalances en las concentraciones de los neurotransmisores, como serotonina o dopamina, pueden influir en la regulación emocional. También las alteraciones en la modalidad de respuesta del sistema nervioso autónomo, sobre todo en la activación del sistema nervioso simpático.
- Genéticos: existe evidencia de que hay genes asociados al desarrollo de trastornos de ansiedad y depresión. También hay personas hipersensibles al estrés por rasgos de temperamento que heredaron. Sin embargo, la genética no determina por completo y la interacción con elementos del ambiente es crucial.
- Sociales: el entorno familiar podrá influir sobremanera en el modo de afrontamiento del niño. Los estilos educativos que implementen los adultos serán claves. La sobreprotección y el apego evitativo se asocian a la ansiedad extrema en la infancia. Al contrario, el apego seguro, con afecto y con límites, sería protector. Aquí también se debe mencionar a la red social de contención, incluidos los amigos.
Tipos de ansiedad en los niños
Este trastorno se puede manifestar de diferentes formas durante la infancia. Los síntomas de la ansiedad en los niños varían y, a veces, habrá una expresión verbal o no. Las siguientes son las presentaciones más comunes:
- Trastorno de pánico: es la modalidad aguda de la ansiedad. Aparece la sintomatología de improvisto con manifestaciones físicas, como palpitaciones y falta de aire.
- Trastorno de ansiedad social: es el miedo a las situaciones sociales con otras personas. Suele tratarse de niños que no quieren ir a la escuela o que prefieren no juntarse con pares por temor al juicio que emitan sobre ellos.
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): esta es una forma extrema y severa. Los niños tienen múltiples síntomas, como pesadillas, llanto frecuente, irritabilidad, dificultad para concentrarse y falta de apetito.
- Trastorno de ansiedad por separación: es una ansiedad necesaria para el desarrollo del bebé. Se suele manifestar alrededor de los 8 meses, cuando el niño teme a los desconocidos y manifiesta desesperación al quedarse solo o perder de vista a sus padres. La persistencia de esta conducta más allá de la edad preescolar debe abordarse.
¿Por qué aparecen episodios de ansiedad en la adolescencia?
Los adolescentes pueden acarrear dificultades para la gestión de las emociones que provengan de la niñez. La adolescencia es una etapa de labilidad emocional, por lo que el riesgo de padecer trastornos de salud mental es más elevado.
Según la psicologa Martín, muchos jóvenes se presentan en su consulta hablando como de una montaña rusa. No entienden lo que les pasa y son los primeros que se desesperan por ello.
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Factores que influyen en la ansiedad adolescente
Las hormonas jugarían un rol importante en el comportamiento ansioso. El cortisol, la molécula asociada al estrés, se encuentra elevada en el periodo adolescente. Cuando hay exceso de cortisol, se afecta el procesamiento emocional y la capacidad de toma de decisiones.
Otro factor es el familiar. La primera red de contención que debería estar presente puede fallar. Una familia que brindó desde la niñez un espacio de diálogo y una base sólida de conexión, le da la oportunidad al adolescente de afrontar mejor sus problemas. Al contrario, la ausencia de esos cimientos favorece las conductas ansiosas.
«Hay adolescentes que no hablan con sus padres de cuestiones con peso emocional porque su familia no se ha interesado antes por cosas con menos peso emocional, como sus intereses diarios».
En la época en la que vivimos, la conectividad digital también hace su parte en los trastornos de ansiedad. Los jóvenes ven imágenes irreales de referentes en las redes sociales y quieren parecerse a ellos, exponiéndose a un juicio de valor y con el objetivo de buscar aprobación externa mediante likes o comentarios. «Para mi gusto, los adolescentes no deberían tener redes sociales», sentencia Martín.
¿Cómo se diagnostica la ansiedad en niños y adolescentes?
El diagnóstico de un trastorno de ansiedad, tanto en niños como en adolescentes, requiere la evaluación de profesionales de la salud mental. Primero se realizará una entrevista para obtener información sobre los síntomas y su duración.
Luego, se intentará una confirmación con algunos cuestionarios estandarizados o escalas de evaluación especialmente diseñadas, como las siguientes:
- General anxiety disorder-7 (GAD-7): se diseñó para adultos, pero también sirve para adolescentes.
- Escala de ansiedad preescolar (PAS): está ideada solo para evaluar la ansiedad en niños preescolares.
- Búsqueda de trastornos emocionales relacionados con la ansiedad del niño (SCARED): es una escala que evalúa los síntomas en diversas áreas.
- Escala de ansiedad infantil de Spence (SCAS): cubre diversos tipos de ansiedad, como la ansiedad por separación, la fobia social, la ansiedad generalizada y otros trastornos específicos.
Las escalas se utilizan como una parte integral del diagnóstico, pero no constituyen la evaluación completa. La interpretación de los resultados debe hacerse en el contexto de cada paciente.
¿Cuáles son las opciones de tratamiento?
La terapia cognitivo conductual y el uso de medicamentos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina han demostrado efectividad para el tratamiento de los trastornos de ansiedad en la infancia, según plantea la Guía de práctica clínica de la Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes.
Como parte de la terapia cognitivo conductual se incluyen técnicas de exposición gradual a situaciones temidas, reestructuración cognitiva y aprendizaje de habilidades de afrontamiento. Con los niños más pequeños, la terapia de juego resulta una alternativa válida.
En cuanto a los fármacos, los más prescritos son fluoxetina y sertralina. Casi siempre respetando la edad mínima de indicación de 6 años.
La consulta con un profesional de la salud mental es esencial si se sospecha de trastornos de ansiedad en un niño. Lo primero que hará el psicólogo será certificar el diagnóstico y determinar si hay o no un proceso que necesita apoyo.
Para ello, «hay que entender que el problema de ansiedad que pueda tener un niño no es aislado al ámbito familiar», asevera Diana Martín. El modo en el que se regula la familia emocionalmente tiene mucho que ver con la ansiedad infantil.
La regulación emocional, cuando somos niños, viene dada a través de las figuras de referencia. Los pequeños se regulan a través de los padres. Así que las estrategias para reducir la ansiedad en nuestros hijos nos tendrán como principales involucrados.
Por ende, la idea de que los adultos llevan al niño a terapia, lo dejan una hora por semana y luego lo van a buscar, no tiene sentido. La falta de implicancia del entorno familiar impide el trabajo sistémico terapéutico.
Estrategias para acompañar la ansiedad en adolescentes
La comunicación es el pilar del acompañamiento. En el entorno familiar, si el adolescente no siente la confianza suficiente para abrirse y comentar lo que le pasa, resultará difícil darle soporte, pues el propio hermetismo de la edad jugará en contra.
La comunicación asertiva implica hacerles preguntas a los chicos, desde el marco del respeto y la empatía, aún cuando no se reciban las respuestas esperadas. Esta es la oportunidad perfecta para manifestarles que sus padres están preocupados y abiertos a conversar cuando lo deseen.
«Cuando un padre o una madre quieren acercarse al adolescente y no pueden, al menos tienen que dejar en claro que están accesibles, que si en algún momento los necesitan, pueden contar con ellos».
Una opción para proponerles es la escritura terapéutica. Es decir, escribir para canalizar lo que les pasa. Por supuesto, ello se debe adaptar al mundo digital de los adolescentes, con la opción de que escriban notas en sus móviles, por ejemplo.
La ansiedad es multifactorial y el entorno es clave para ayudar
No se puede atribuir un trastorno de ansiedad a una sola causa; mucho menos en niños y adolescentes.
¿Es posible prevenir el problema? Con una comunicación familiar abierta, asertiva y con base en un apego seguro, al menos es viable reducir el riesgo de que nuestros hijos atraviesen un estado de ansiedad extrema.
Considera siempre la posibilidad de buscar la ayuda de un profesional en salud mental. A través de diferentes enfoques, un psicólogo proporciona técnicas de manejo del estrés, de relajación, de respiración y de mindfulness. También trabaja con el niño o el adolescente para abordar situaciones específicas que le generan ansiedad, ayudándolo a cambiar patrones de pensamiento negativos y distorsiones cognitivas.
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