¿Qué relación existe entre el SIBO y la ansiedad?

¿Llevas mucho tiempo experimentando ansiedad sin saber por qué? Una de las causas podría estar en el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado. Te explicamos el origen de este vínculo.
¿Qué relación existe entre el SIBO y la ansiedad?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 29 agosto, 2024

El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) es una enfermedad que se diagnostica cada vez con mayor frecuencia. Hasta hace unos años, sin embargo, eran muchas las personas que iban de consulta en consulta sin conocer el origen de su malestar. Ahora bien, los avances en la comprensión de esta dolencia trazan una nueva realidad que te interesará descubrir: su impacto en la salud mental.

Ya hay numerosos trabajos que nos hablan de la relación entre el SIBO y la ansiedad. El famoso eje intestino-cerebro constituye una red de comunicación bidireccional que puede afectar de manera directa a tu calidad de vida. La buena noticia es que disponemos de más información y de enfoques multidisciplinares para abordar esta condición.

¿Cómo afecta el SIBO a tu salud mental?

Esta enfermedad es un tipo de disbiosis en la que aparece una presencia anormal de bacterias en el intestino delgado. Se trata de un problema, porque es en esta área donde se descomponen los alimentos y se extraen los nutrientes. Los efectos suelen ser múltiples, puesto que no solo se altera el proceso digestivo. También, es posible sufrir cansancio, cefaleas y alteraciones en el bienestar mental.

Una investigación publicada en International Journal of Environmental Research and Public Health acota esta relación. Ha podido verse que los pacientes afectados por este síndrome evidencian mayores niveles de estrés y ansiedad. Esa acumulación de toxinas que, en lugar de eliminarse, se acumulan en el organismo, condicionan a su vez el bienestar psicológico. Profundicemos.

SIBO y ansiedad

Infografía con la relación entre SIBO y ansiedad
Los malestares relacionados con el SIBO desembocan en focos de ansiedad.

Hay un primer aspecto que debemos clarificar. No todos los pacientes que tienen SIBO sufren ansiedad, ni todos los que sufren ansiedad presentan un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado. No obstante, desde la American Journal of Gastroenterology destacan que este lazo existe en un porcentaje significativo. Comprendamos esos mecanismos de interacción:

  • La microbiota intestinal: el sobrecrecimiento bacteriano altera la producción de neurotransmisores tan decisivos para la salud mental como son el GABA y la serotonina. El primero regula la excitabilidad cerebral y, el segundo mejora el estado de ánimo y tu motivación. La alteración de dichas sustancias químicas tiene un impacto en el cerebro, capaz de incrementar tu ansiedad.
  • Un intestino delgado menos protegido: es interesante saber que esta parte del intestino está protegida por los ácidos del estómago, la bilis antibacteriana del hígado e incluso de la inmunoglobulina de las secreciones intestinales. Si tales sistemas se alteran, habrá un progresivo aumento de toxinas filtrándose a otros órganos como el cerebro. Todo ello podría impactar en la salud de la mente.
  • La inflamación: un SIBO que no se trata puede generar una respuesta inflamatoria en tu sistema digestivo. Como bien sabes, hay una vinculación directa entre el intestino y cerebro, lo cual, puede traducirse en problemas de salud física muy incapacitantes. Ese proceso inflamatorio altera la producción de diversos neurotransmisores, elevando en ti la posible sensación de angustia, nerviosismo, niebla mental, etc.


Desregulación inmunitaria y salud mental

La relación entre el SIBO y la salud mental tiene también su desencadenante en un exceso de citoquinas inflamatorias. La revista Brain, Behavior, & Immunity – Health profundiza en este dato, revelando que la función inmunitaria desregulada tiene un vínculo significativo con la depresión. Este hecho resulta muy decisivo para comprender un poco mejor esa simbiosis entre lo biológico y lo mental.

El síndrome de sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado traza ese camino de doble sentido, a veces, descuidado entre la fisiología y la psicología. Tu ansiedad o tu depresión no tienen siempre un origen externo o social. Lo endógeno, es decir aquello que sucede en tu cuerpo y, en concreto, en el sistema digestivo es igual de relevante.

La mala absorción y las deficiencias nutricionales

Una información que es clave para comprender la relación entre el SIBO y la ansiedad tiene que ver con la mala absorción de los nutrientes esenciales. Ten en cuenta que el intestino delgado es donde se descomponen los alimentos y se extraen, a su vez, sus nutrientes. El exceso de bacterias dificulta ese proceso y el resultado se traduce, a menudo, en lo siguiente:

  • Ácidos grasos esenciales: ¿sabías que los ácidos grasos omega-3 cumplen una función vital en la salud mental? Su carencia, como sucede en el SIBO, puede afectar el funcionamiento cerebral. No dudes en consultar con los especialistas un posible déficit de este componente.
  • Deficiencia de magnesio, vitamina B12 y zinc: un nivel adecuado de estos elementos favorece el buen funcionamiento cerebral y el estado de ánimo. De hecho, la suplementación externa puede mejorar el bienestar cuando se sufre ansiedad o depresión. Esto mismo es lo que puntualizan en Frontiers in Psychiatry.  Ahora bien, un exceso de bacterias en tu organismo alteraría el equilibrio de estos nutrientes multipropósito.

Impacto psicológico de las patologías digestivas

En nuestra sociedad, con frecuencia, pasamos por alto el impacto que tienen ciertas dolencias. El SIBO no es un simple dolor de estómago; de hecho, tarda bastante tiempo en diagnosticarse. Esto se traduce en meses o años de constantes citas y pruebas médicas. A su vez, no podemos dejar de lado que nos encontramos ante enfermedad muy incapacitante.

La calidad de vida de estos pacientes se ve afectada y esto, por sí mismo, es también un gran foco de ansiedad. Si la presente condición ya genera alteraciones que impactan en la salud mental, se le añaden, además, otros factores que la empeoran. La falta de comprensión, la búsqueda de tratamientos y el estrés por tener una patología digestiva intensifican el sufrimiento.

¿Qué estrategias psicológicas pueden ayudarte?

Según el Journal of Clinical Medicine, la prevalencia del SIBO en las últimas décadas podría oscilar entre el 2,5 y el 22 %. El número de diagnósticos se eleva cada año, en vista de que disponemos de mejor información para detectarla. Al mismo tiempo, esto presenta un nuevo desafío: el tratamiento. El abordaje estándar para este tipo de patología son los ciclos de antibióticos.

Sin embargo, conviene que tengas en cuenta que este tratamiento por sí mismo no siempre es 100 % efectivo. En este tipo de disbiosis, tu mejor aliado será un modelo multidisciplinar, en el que se incluya, además, la terapia psicológica. Toma nota de las claves del abordaje clínico y de los enfoques que pueden ayudarte:

  • Holístico: el tratamiento del SIBO deber ser integral y abordar tanto los aspectos físicos como los emocionales del trastorno.
  • Colaboración multidisciplinaria: es beneficioso que psicólogos, gastroenterólogos y dietistas trabajen juntos para crear un plan de tratamiento personalizado.
  • Seguimiento continuado: es prioritario que se lleve a cabo un adecuado seguimiento y se ajusten los tratamientos, a medida que los síntomas y necesidades del paciente cambien.

Terapia de aceptación y compromiso (ACT)

La ACT (Acceptance and Commitment Therapy) es un tipo de psicoterapia que enseña a las personas a aceptar sus pensamientos y sentimientos sin intentar cambiarlos. Si sufres SIBO, este enfoque contribuye en lo siguiente:

  • Vivir en el presente: esta terapia te ofrece herramientas con base en la atención plena (mindfulness). Lograrás un enfoque más centrado en el ahora, para reducir la carga de angustia o la anticipación de esos futuribles catastróficos.
  • Te guía en la aceptación: el primer paso para manejar una enfermedad es aceptar su presencia en tu vida. Una vez le des espacio sin resistencias, llega el momento de trabajar en tu bienestar, de enfocarte en los tratamientos de forma esperanzada y resiliente.
  • Nuevos valores para afrontar la enfermedad: con el diagnóstico de cualquier dolencia, sea crónica o no, sea más o menos grave, es decisivo que reformules tus valores. Ahora, debes clarificar nuevos significados vitales, hallar lo que te da sentido, motivación y propósito. Esto reducirá tu ansiedad y te aportará mayor sensación de control.
  • Manejo de los pensamientos negativos: gracias a la defusión cognitiva lograrás que los enfoques mentales angustiantes y negativos asociados a la ansiedad dejen de dominar tu vida. En este caso, no se trata de confrontar lo que piensas, sino de permitir que tu mente produzca las ideas que desee, pero sin necesidad de reforzarlas o de darles valor.

Terapia centrada en emociones (TCE)

El modelo terapéutico centrado en emociones (TCE) puede ser una herramienta poderosa para ti. Contribuye a abordar el impacto emocional que los síntomas físicos tienen en tu vida diaria. También, a mejorar la calidad de vida y reducir la ansiedad asociada a la propia condición. Estos son los ejes que le dan sentido y utilidad en esta enfermedad:

  • Conexión mente-cuerpo: la TCE es un modelo excepcional para entender cómo las emociones afectan tus síntomas físicos y viceversa. De ese modo, te beneficias de un enfoque más integral para el manejo del SIBO.
  • Gestión del estrés: el trabajo con el psicólogo te permitirá integrar también técnicas valiosas para regular el estrés y reducir así el peso de la ansiedad. Ejemplo de ello pueden ser las técnicas de respiración y relajación, la reestructuración cognitiva, etc.
  • Desarrollo de la autocompasión: esta terapia fomenta una relación más amable y empática contigo, ayudándote a ser menos crítico/a para ir manejando mejor los síntomas asociados al SIBO. La autocompasión es una forma de autocuidado muy catártica.
  • Reevaluación de las emociones: una herramienta útil es saber reevaluar tus experiencias emocionales y utilizarlas como catalizadores para el cambio y la resolución de problemas. Esto es algo que irás aprendiendo poco a poco en el espacio psicoterapéutico.
  • Técnicas de regulación emocional: la TCE te enseña a calmar tu sistema nervioso desregulado. De ese modo lograrás gestionar mejor tus respuestas emocionales para aliviar la sintomatología física y mental. Con tal fin, aprenderás técnicas como la respiración profunda, el grounding o técnica de contacto en el momento presente, así como la aceptación emocional.


La psicología es esencial en el abordaje del SIBO

La relación entre el SIBO y la ansiedad se vincula también con el estigma social. Los problemas digestivos pueden causar, en ciertos casos, aislamiento, baja autoestima y dificultades en las relaciones personales. En este escenario, la psicología actúa como piedra angular en el abordaje de esta compleja enfermedad. Si transitas ahora mismo por dicha realidad, no dudes en buscar una atención holística.

Los gastroenterólogos, dietistas y psicólogos te guiarán para conocer las causas subyacentes. Una vez clarificadas, lograrás equilibrar la microbiota y los cambios llegarán por sí mismos, incluida la mejora en tu salud psicológica. Apóyate en figuras que te comprendan y entiende que toda dolencia es un proceso lleno de altibajos, un camino al final del cual consigues el bienestar y la calidad de vida.


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