Un viaje hacia la introspección
Vivimos en un mundo acelerado, esclavo de las prisas y la velocidad, que nos transmite una sensación de estrés y desasosiego. Este ritmo frenético junto a la colección de tareas y obligaciones nos exige enfocar nuestra atención hacia el exterior para evitar que se nos escape algo, pero a su vez nos aleja de nosotros.
Es casi imposible reservar unos instantes para mirarnos por dentro, para volcar los ojos hacia el interior y preguntarnos cómo estamos. De hecho, para algunas personas, esta posibilidad ni siquiera existe, ya que nunca se la han planteado y mucho menos han llegado a experimentarla. Ahora bien, ¿es realmente posible? ¿Es posible aprender a conectar con nosotros mismos? La respuesta es sí. La introspección puede ayudarnos.
El lenguaje de la introspección
El término de introspección ha sido objeto de múltiples interrogantes y controversias en los campos de la filosofía y la psicología. Ya en la Grecia Clásica, Platón se preguntaba: «¿Por qué no con calma y paciencia revisar nuestros pensamientos, y examinar a fondo y ver lo que estos aspectos en nosotros realmente son?», siendo comparada la introspección en ocasiones con la percepción y la memoria. Pero ¿qué significa este término?
La palabra introspección proviene del latín introspicere y significa ‘inspeccionar por dentro’. Según Carolina Mora, este término se refiere al medio por el cual adquirimos un tipo de conciencia focalizada o atenta sobre nuestros procesos y contenidos mentales. Esta forma de conciencia difiere de la casual, fugaz y difusa que experimentamos diariamente.
La introspección es un proceso mental mediante el cual la persona mira hacia su interior y es capaz de analizar sus propias experiencias, es decir, realiza una autoobservación sobre sus objetos privados, hechos mentales o cosas fenoménicas. De esta manera logra un mayor conocimiento de sí misma.
Así, la introspección constituye la capacidad reflexiva que posee la mente para referirse o hacerse consciente de sus propios estados.
Características de la introspección
La introspección es el primer método empleado por la psicología cuando se separó de la filosofía para convertirse en ciencia en el siglo XIX. Aunque con el paso del tiempo fue perdiendo importancia hasta resurgir con la psicología cognitiva, con estrategias de mentalización como el mindfulness.
Según la Revista Colombiana de Psiquiatría, este método tiene la peculiar característica de ser subjetivo y se restringe a aspectos del autoconocimiento. Ya que es el propio individuo el que se observa a sí mismo, desde su criterio y por ende, desde la construcción de su realidad. Por lo tanto, sería realmente imposible en este contexto acercarnos a la objetividad y no puede ser comparado por las diversas conceptualizaciones en estudios empíricos.
También posee cierto rasgo de desdoblamiento, ya que nos tomamos a nosotros mismos como sujetos de análisis, además del papel del observador o investigador.
El proceso de introspección es complejo y multidimensional. Requiere de entrenamiento si se quieren obtener buenos resultados, además de tener una buena actitud de aceptación y sinceridad, y no dejarse llevar por la telaraña del autoengaño.
Tipos de introspección
Los psicólogos diferencian entre dos tipos de introspección:
- Autorreflexión: es aquella en la cual atribuimos importancia a nuestros pensamientos y acciones, aceptando y aprendiendo de nuestros errores y aumentando la autoconciencia.
- Autorrumiación: es la forma negativa de introspección, donde nos obsesionamos con nuestros defectos, mientras nuestra su autoestima se ve mermada.
Parece ser que ciertos rasgos de personalidad favorecen la experimentación de la forma positiva o negativa de introspección.
Beneficios de la introspección
Existen muchos beneficios potenciales para este tipo de autorreflexión y autoanálisis:
- Puede ser una gran fuente de conocimiento personal, proporciona la base hacia la estabilidad personal.
- Puede ayudar a las personas a hacer conexiones entre diferentes experiencias y respuestas.
- Permite la exploración más profunda de nuestro ser y la posibilidad de realizar cambios.
- No solo nos ayuda a conocernos mejor, sino a respetarnos, amarnos y aceptarnos tal como somos.
- El proceso proporciona un conocimiento que no es posible de otra manera.
Practicar la introspección
Cada día es muy importante hacer un alto para conectar con nosotros. Da igual dónde nos encontremos o qué estemos haciendo, lo importante es dirigir la atención hacia nosotros, hacia nuestro ser y nuestra esencia, para conectar con el silencio y comenzar a escucharnos. Así, nos convertiremos en observadores desapegados de las situaciones externas.
La práctica de la introspección comienza por el acto de prestarse atención, de escucharse. En lugar de precipitarnos, sería recomendable que nos detuviéramos un momento y examináramos nuestro interior. Observando y conectando con lo que sentimos comenzaremos a verificar nuestro estado interno. De estar forma, podremos llevar la atención a la situación de una forma más adecuada que si nos dejáramos llevar por el impulso inicial.
Este complejo proceso nos conduce a la reflexión profunda sobre lo que somos, sentimos y aprendemos, además de ofrecernos la posibilidad de avanzar en nuestro desarrollo personal. La introspección nos ayudará a discernir qué es lo bueno para nosotros, proporcionándonos herramientas para transformar las situaciones a las que nos enfrentemos e ir avanzando en nuestro camino.
Consejos para la introspección: lo que se debe y no se debe hacer
Si quieres iniciar en el arte de la introspección, a continuación, te dejamos algunas claves:
1. No te obsesiones
No necesitas pensar en ti todo el tiempo. Eso no conducirá a un conocimiento más profundo. De hecho, si no tienes cuidado con la forma en que reflexionas sobre tu vida, podrías terminar siendo más infeliz que cuando comenzó.
Una revisión del Boletín Psicológico, demostró que las personas que pasan más tiempo en introspección tienden a tener más ansiedad, experiencias sociales menos positivas y actitudes más negativas sobre sí mismas.
2. No hagas las preguntas equivocadas
Cuando nos involucramos en la introspección, comenzamos haciendo preguntas sobre el porqué. Por ejemplo, «¿Por qué me siento así?». Esto no es la manera adecuada de iniciar. Ya que cuando preguntamos por el porqué, nuestro cerebro apunta hacia la respuesta más obvia.
Por lo general, aterrizamos en aquella que confirma nuestras creencias preexistentes. Tendemos a buscar respuestas que se sientan verdaderas en el momento. Desafortunadamente, estas respuestas fáciles a menudo están completamente equivocadas. Eso es porque la mayoría de nuestros motivos están más allá de nuestra conciencia. Se necesita algo más que rumiar para sacar a la superficie las causas fundamentales.
3. Haz las preguntas correctas
En lugar de hacer preguntas «¿por qué?», debemos hacernos preguntas que ayuden a concentrarnos en las soluciones u objetivos. Por ello, deberíamos hacernos preguntas como «¿Qué estoy sintiendo ahora?», en lugar de «¿Por qué me siento tan mal?». Este tipo de pensamiento puede ayudarnos a nombrar nuestras emociones, lo que reduce la experiencia de sentimientos y actitudes negativas.
Además, evitemos hacernos preguntas centradas en el problema como, por ejemplo: «¿Qué dificultad estoy enfrentando en este momento?». En su lugar, planteémonos cuestionamientos en torno a la meta: «¿Cómo me gustaría estar dentro de un mes?».
Si tenemos un problema persistente en la mente, lo ideal es que nos hagamos preguntas que cambien nuestro enfoque hacia su posible solución. Estas podrían ser tan sencillos como, «¿Cuál es una posible solución a este problema?», y luego, «¿Cuál es una forma en la que podría comenzar a avanzar hacia la creación de esta solución?».
Más allá de la introspección: Meditación Shamatha
Si queremos ir un poco más allá y realizar una práctica concreta de introspección, no hay nada mejor como la meditación. Hoy en día es muy conocido el mindfulness, sin embargo, lo que poca gente sabe es que se corresponde con una versión light de la meditación budista Shamatha.
¿En qué consiste esta meditación?
- Nos sentamos en el suelo con las piernas cruzadas (a ser posible la pierna derecha sobre la izquierda) o en una silla. Las manos sobre las rodillas. La espalda recta. El mentón ligeramente inclinado hacia abajo y la coronilla un poco levantada, como si un hilo invisible nos tirase hacia arriba.
- Cerramos los ojos y comenzamos a respirar profundo y lento.
- Pasados unos minutos centramos la atención en el abdomen. Dejamos que el cuerpo respire solo, sin forzarlo. A su ritmo.
- Unos cinco minutos después enfocamos la atención en la entrada y salida del aire por la nariz. Encontramos el punto en el que mejor sentimos la circulación del aire y contamos de 1 a 10 con cada ciclo de respiración (inhalación y exhalación).
- Para acabar realizamos tres respiraciones profundas.
Esta práctica descrita sería una versión inicial que cualquiera puede llevar a cabo. Pero para quien nunca lo haya practicado, este pequeño resumen puede serle de ayuda. Es recomendable comenzar por unos 15 minutos. Si nos viene algún pensamiento a la cabeza, lo observaremos, pero no lo juzgaremos. No nos aferraremos a él.
De este modo, la meditación Shamatha, es una forma de hacer introspección. La introspección, como herramienta que se usa para mirar hacia nuestro interior, adquiere un papel fundamental en la construcción de la autoconciencia y se convierte en un complemento vital de la psicoterapia contemporánea.
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