Controlar los pensamientos o dejarlos pasar: ¿qué es más adecuado?

Cuando los pensamientos negativos nos afectan, podemos tratar de controlarlos o simplemente aceptarlos sin juicios. ¿Cuál es la estrategia más efectiva? Te lo contamos a continuación.
Controlar los pensamientos o dejarlos pasar: ¿qué es más adecuado?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 10 octubre, 2022

Los pensamientos forman nuestro diálogo interno, de ellos depende cómo interpretamos la realidad y, por ende, cómo nos sentimos y actuamos. Cuando estos se vuelven intrusivos, cuando son desagradables o nos causan malestar, solo deseamos librarnos de ellos. Sin embargo, puede surgirnos la duda: ¿es mejor controlar los pensamientos o dejarlos pasar?

Es natural que no sepas qué camino escoger, pues incluso desde la propia psicología las recomendaciones ofrecidas parecen a veces contradictorias. ¿He de tomar las riendas de lo que pienso y siento o simplemente debo dejarme fluir? Lo cierto es que ambas opciones pueden ser útiles y efectivas, todo depende de las circunstancias.

Controlar los pensamientos: las técnicas cognitivas

La historia de la psicología es larga y sus aproximaciones al sufrimiento mental han ido variando. Por ello, podemos encontrar propuestas muy diferentes.

El cognitivismo forma parte de las denominadas “terapias de segunda generación” surgidas hacia 1970. Desde este enfoque se considera que los pensamientos juegan un papel fundamental en el bienestar de la persona, ya que condicionan cómo interpreta su realidad y cómo responde ante ella.

Por poner un ejemplo, alguien que padece fobia social tiene un enorme miedo a ser juzgado. En situaciones sociales sus pensamientos giran en torno a “estoy haciendo el ridículo”, “se van a reír de mí”, “están pensando que soy raro o que no sirvo para nada”. A raíz de este discurso interno se desencadenan la ansiedad y el malestar, pero también las conductas de evitación.

Por ello, la propuesta del cognitivismo es identificar esos pensamientos “erróneos”, analizarlos y trabajar sobre ellos, para sustituirlos por otros más funcionales. Siguiendo esta línea, surgen diversas técnicas, como por ejemplo:

Detención del pensamiento

La detección del pensamiento es una técnica sencilla y muy utilizada para controlar los pensamientos rumiativos. Es decir, para esos momentos en los que damos vueltas a un asunto una y otra vez, sin poder parar y sin llegar a ninguna conclusión. Consiste simplemente en decir con firmeza la palabra “basta” u otra similar cuando esos pensamientos aparezcan o entremos en ese ciclo mental.

La persona también puede darse una palmada o un pellizco al tiempo que dice la palabra, para que esa interrupción del pensamiento sea más efectiva. A continuación, ha de dedicarse a otra actividad diferente.

Mujer tratando de calmarse
La detección de pensamiento es una técnica muy útil para parar la rumiación.

Reestructuración cognitiva

La reestructuración cognitiva es una de las herramientas más utilizadas en las consultas de psicología por su gran efectividad. Consiste en identificar los pensamientos irracionales o desadaptativos, que causan malestar a la persona, para posteriormente cuestionarlos y sustituirlos por otros más apropiados.

Es decir, se busca moldear el pensamiento, eliminando las ideas y creencias nocivas que están manteniendo el problema y aprendiendo a interpretar lo que sucede de modos más flexibles y adecuados.

Distracción

Se trata de otra técnica muy sencilla. Es empleada para reducir la ansiedad en los niños ante procedimientos médicos, pero sus aplicaciones son múltiples.

En este caso, se busca retirar la atención de los pensamientos dañinos o las emociones desagradables, centrándola en otros aspectos externos. Por ejemplo, describiendo al detalle un objeto que tenemos en frente o iniciando un ejercicio mental como contar hacia atrás de 100 a 0.

Las anteriores son solo algunos ejemplos de las múltiples técnicas en las que el objetivo es controlar los pensamientos. Esto es, se busca detenerlos a nuestro antojo, librarnos de ellos o cambiarlos por otros. La realidad es que las técnicas cognitivas han mostrado ser muy eficaces para tratar diversos trastornos, pero no son el único enfoque disponible.

Dejar pasar los pensamientos: las terapias de tercera generación

Un nuevo enfoque surge hacia 1990 con propuestas como el mindfulness o la terapia de aceptación y compromiso. Esta tercera ola de terapias busca cambiar la forma en que la persona percibe el problema, pero no desde el control, sino desde la observación y la aceptación.

Es decir, en este caso no hay juicios, no se evalúan los pensamientos como correctos o incorrectos, como deseables o indeseables. Por lo mismo, tampoco se intenta eliminarlos activamente ni sustituirlos por otros. La propuesta es sencillamente dejarlos ser, dejarlos pasar y observarlos sin identificarse con ellos.

El malestar se acepta como una realidad que está presente y no se lucha contra él, no se generan resistencias. Esto funciona por diversos motivos:

  • Ayuda a la persona a mantenerse en el momento presente, sin dedicar recursos a alimentar miedos a futuro que aún no han ocurrido.
  • Al dejar de luchar contra los pensamientos, la persona no se desgasta. Al no juzgar lo que piensa, no se siente culpable. Ya no hay necesidad de controlar el contenido de la mente (que tan difícil es de controlar) y esto aporta descanso.
  • Al dejar que los pensamientos sean también los dejamos pasar. Muchos problemas de ansiedad surgen cuando la persona otorga credibilidad a sus ideas negativas, se engancha en ellas y, por tanto, las perpetúa y mantiene. Si las dejamos ser, veremos que igual que llegan se van, y que no tenemos por qué tomarlas como propias ni hacer nada al respecto.
Mujer sosteniendo una nube con sus manos
Tomar distancia de nuestros pensamientos nos ayuda a diferencias entre nuestros miedos y preocupaciones de la realidad.

Controlar los pensamientos o dejarlos pasar: ¿qué es lo adecuado?

Como ves, se trata de dos enfoques muy diferentes y aparentemente contradictorios. Sin embargo, pueden complementarse para lograr los mejores resultados en función de la persona y las circunstancias concretas. Hay momentos en que identificar, analizar y controlar los pensamientos es posible; pero otros en los que no lo es.

Cuando la mente parece fuera de control y cualquier intento por combatir los pensamientos negativos es inútil, aceptarlos puede ser la mejor estrategia. Hay aspectos de nuestra vida que no podemos modificar y dejar de luchar contra ellos puede devolvernos el bienestar que hemos perdido.

Por ello, en la práctica clínica, ambos enfoques pueden coexistir. Es posible que para algunas personas sea más adecuado un abordaje y para otras, otro diferente. En cualquier caso, la práctica y la perseverancia son fundamentales para que cualquiera de estas técnicas nos ayuden a lidiar con nuestros pensamientos. Un profesional cualificado puede acompañarte y ayudarte a escoger las opciones que mejor se ajusten a tu caso.


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