¿Te exiges demasiado? Cómo diferenciar la autoexigencia del perfeccionismo

Exigirnos para alcanzar nuestros objetivos no es algo malo, pero cuando nuestras expectativas son tan altas que nunca llegamos a cumplirlas, podemos sentir que no somos suficientes.
¿Te exiges demasiado? Cómo diferenciar la autoexigencia del perfeccionismo
Macarena Liliana Nuñez

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez.

Última actualización: 13 junio, 2025

¿Te cuesta celebrar tus logros? ¿Sientes que, por más que te esfuerces, nada de lo que haces parece suficiente? Conocer la definición y diferencias de autoexigencia y perfeccionismo ayuda a descifrar esa sensación. Asimismo, contribuye a detectar cuándo ese impulso por mejorar puede convertirse en una fuente de frustración y cansancio emocional.

En primera instancia, ambos conceptos parecen similares, pero en realidad no son iguales. La autoexigencia sana nos impulsa a superarnos, mientras que el perfeccionismo nos paraliza con la idea de que lo que hacemos nunca está bien. Entender cómo influyen en la vida estas sensaciones permite valorar nuestros esfuerzos y tener una relación más amable con nosotros mismos.

Definición de autoexigencia y perfeccionismo

Se puede pensar que detrás de la autoexigencia y el perfeccionismo se encuentran las ganas de superarnos a nosotros mismos, pero no es igual buscar crecer desde el deseo genuino de mejorar que hacerlo desde el miedo a no ser suficientes.

Según el Diccionario de la Lengua Española, el perfeccionismo es la «tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado»; tiene dos caras muy distintas: puede ser tanto nuestro mejor aliado como nuestro peor enemigo.

El perfeccionismo tiene una dimensión saludable, relacionada con la autoexigencia y el logro de metas, pero también posee un lado patológico, marcado por la presión externa y las ilusiones de perfección.

La autoexigencia, cuando es saludable, es ese impulso que nace del deseo de progresar y mejorar cada vez más. Es esa motivación que nos empuja a ponernos metas altas pero realistas. Es cultivar nuestras habilidades y superarnos sin necesidad de compararnos con los demás, entendiendo que para mejorar equivocarse es parte del proceso.

Sin embargo, cuando esa exigencia se vuelve una presión constante, puede alejar la felicidad de nuestra vida y hacernos pensar que nuestro trabajo no es suficiente. Una persona perfeccionista no solo quiere que las cosas salgan bien, quiere que salgan impecables, sin margen de error, y cuando esto no sucede le puede inundar el miedo al fracaso y el exceso de autocrítica destructiva.



Principales diferencias entre la autoexigencia y el perfeccionismo

Las motivaciones de una persona autoexigente son muy diferentes a las de un perfeccionista y, a su manera, ambas impactan en la salud mental. Aprender a identificar estas desigualdades puede ayudar a tratarte con mayor compasión y reconocer todo el camino recorrido para llegar a donde te encuentras ahora mismo.

1. Razón de ser

La autoexigencia nace del deseo de seguir aprendiendo cada día, con el fin de mejorar nuestras habilidades poco a poco.

Por su parte, el perfeccionismo está impulsado por el temor a cometer errores o ser juzgados, lo que nos quita la posibilidad de equivocarnos y valorar nuestros esfuerzos.

2. Metas realistas frente a metas inalcanzables

Veámoslo en un caso. Si nos autoexigimos mejorar nuestros hábitos de lectura, procuremos establecer miniobjetivos u objetivos alcanzables que nos permitan observar las mejoras. Por ejemplo, leer un par de páginas todos los días o terminar una obra cada dos meses; así, con la autoexigencia paso a paso somos conscientes de nuestro esfuerzo.

No obstante, el perfeccionismo puede hacernos fijar metas muy difíciles, como considerar que leer dos libros a la semana es lo mínimo que deberíamos hacer. Y cuando, por razones del destino, solo alcanzamos a leer una obra, es posible creer que somos inútiles, aunque el hecho de acabar un libro a la semana ya es un gran mérito.

3. Valor del esfuerzo y valor del resultado

Una persona autoexigente sabe que el esfuerzo y la dedicación solo brindan sus frutos a futuro, así que prioriza el aprendizaje constante para alcanzar sus objetivos.

En cambio, los perfeccionistas solo aceptan resultados sin errores, los cuales interpretan como un fracaso, en vez de una oportunidad para mejorar. El perfeccionismo puede llegar a convertirse en una forma de protección personal cuando se piensa que, si se hace todo perfecto, nadie podrá criticar o sentir decepción por nuestras fallas.

4. Autoaceptación vs. autocrítica

Detrás del perfeccionismo se esconde la crítica interna que nos susurra que no somos suficientemente buenos o que nuestros logros son insignificantes al compararlos con los de otra persona.

Por el contrario, parte de la esencia de la autoexigencia es aceptar que tenemos mucho por mejorar y no todo saldrá bien en el primer intento.

5. Flexibilidad y rigidez mental

Las personas autoexigentes comprenden que las cosas buenas en la vida requieren de práctica para poder desarrollar sus habilidades.

Ahora bien, el perfeccionismo busca el control absoluto y puede llevarnos a no actuar, ya que nos hace creer que, si las cosas no van a ser perfectas, no vale la pena intentarlo.



¿Qué se esconde detrás de una persona perfeccionista?

Algunos estudios han sugerido que el perfeccionismo oculta necesidades emocionales no resueltas y creencias rígidas sobre el valor personal y la autoestima. Asimismo, detrás de la necesidad de aprobación externa podría esconderse un miedo profundo al rechazo o no ser suficiente para los demás. Estas son señales del perfeccionismo:

  • Dificultad para disfrutar los logros: siempre piensas que algo pudo salir mejor y no reconoces el valor de tu esfuerzo.
  • Autoexigencia excesiva: en lugar de disfrutar del proceso, una voz interna siempre te critica y te dice que lo que haces no basta.
  • Procrastinación disfrazada: sueles posponer tus tareas o dejar atrás tus sueños porque aún no te sientes listo para hacerlos realidad.
  • Miedo intenso a cometer errores: si te atemoriza la idea de ser malo en algo, incluso en situaciones poco relevantes, quizás eres perfeccionista.
  • Necesidad constante de aprobación: si necesitas que otras personas reconozcan tus logros, tal vez no los hagas para llenarte a ti, sino a ellas.
  • Evitar desafíos por miedo a perder: las personas perfeccionistas prefieren renunciar a sus metas por temor a no cumplir con las expectativas propias o de los demás.

Consejos para abrazar la autoexigencia y liberarnos del perfeccionismo

El perfeccionismo puede dominar la conducta de las personas y aumentar el riesgo de sufrir trastornos obsesivos, estrés, ansiedad y depresión. Por lo que, si sientes que necesitas encontrar un equilibrio entre la exigencia saludable y la obsesión con la perfección, las siguientes recomendaciones pueden ser de gran ayuda.

Establece metas alcanzables

No esperes que todo esté perfecto para animarte a hacerlo, esto solo te hace procrastinar y llevarte al agotamiento mental. Mejor ponte metas realistas y medibles, así valoras tus pasos sin frustrarte en el camino. La metodología SMART es útil para lograr tus propósitos.

No seas tan duro contigo

Muchas veces somos nuestro peor enemigo con el diálogo interno negativo que nos repetimos todos los días. En lugar de pensar que eres insuficiente, que no eres capaz de hacer las cosas bien o que estás estancado, practica la autocompasión, háblate con cariño y repítete que rendirte no es una opción.

Valora tu progreso, por pequeño que sea

No te centres solo en los resultados positivos para sentirte feliz contigo, reconoce tus logros con dedicación y fuerza de voluntad. Concretar un objetivo llena de orgullo el espíritu, pero no te olvides que para hacerlo debiste atravesar muchos obstáculos que son igual de importantes de celebrar.

No tengas miedo de pedir ayuda

Si la autoexigencia extrema y el perfeccionismo están acabando de a poco con tus relaciones o tu autoestima, busca apoyo médico. Un terapeuta o profesional de la salud mental puede ayudarte a identificar los patrones que te causan estrés y ansiedad, y acompañarte para liberarte de esos pensamientos que te impiden apreciar tu esfuerzo.

Ser amable contigo mismo te permite cuidar de tu salud mental

La vida es un camino de constante aprendizaje en donde no vale la pena obsesionarse con la perfección, sino valorar cada paso que damos.

Exigirte para mejorar está bien, y querer superarte y establecer metas es una cualidad valiosa, pero recuerda que el perfeccionismo puede cegarte y alejarte de ti. Así que trátate con más compasión.


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