La sensación de "no estar haciendo lo suficiente" (productividad tóxica)

La sensación de no estar haciendo lo suficiente, a pesar de nuestros esfuerzos, se llama síndrome de productividad tóxica. Define un tipo de emoción invalidante mediada por nuestra autoexigencia desadaptativa.
La sensación de "no estar haciendo lo suficiente" (productividad tóxica)
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 24 diciembre, 2021

¿Sientes a menudo la sensación de “no estar haciendo lo suficiente”? Es como vivir con una lista de cosas por hacer integrada en la mente. Además, a ese listado se le añade una voz interna que, como Torquemada en la Edad Media, nos tortura con el clásico diálogo de los “debería”. “Debería estar haciendo esto y lo otro, debería haber terminado aquello y haber empezado lo de más allá…”.

Bien es cierto que vivimos en una sociedad muy competitiva, en la que nos inculcan pronto que las personas productivas nunca se detienen y que descansar o simplemente no hacer nada son sinónimos de vagancia y pérdida de tiempo. Porque recordemos, el tiempo (lejos de ser vida) es oro y hay que saber aprovecharlo y rentabilizarlo.

Esto provoca que nos convirtamos en personas atrapadas por el estrés crónico y la insatisfacción permanente. No importa cuánto hagas, cuánto produzcas o cuántas horas le eches a los días. Nunca será suficiente para ese inquisidor interno que te juzga a cada instante y que no te deja pasar ni un segundo de descanso.

La productividad tóxica es un nuevo término para describir una realidad cada vez más común: la necesidad de ser productivo en todo momento.

hombre con la sensación de "no estar haciendo lo suficiente"

El síndrome de la productividad tóxica o la sensación de “no estar haciendo lo suficiente”

Trabajo, casa, familia… El día tiene 24 horas, pero aun así siempre nos falta tiempo, siempre queda ese vacío angustiante, esa sensación de no estar haciendo lo suficiente. Por contra, quienes están desempleados tampoco se libran. Es común que arrastren consigo esa carga, la de no estar enviando los suficientes currículums o aplicando a suficientes ofertas de trabajo.

Sabemos que ese tipo de pensamiento, el de no ser lo bastante productivos, es una trampa mental. Ya nos lo dijo Albert Ellis en su día. Pocos pensamientos orquestan tanto sufrimiento como los debo o tengo que. Son recursos mentales absolutistas que atacan nuestra infelicidad. Además, asientan la base de los trastornos de ansiedad y de depresión. Pocas cosas son tan abrumadoras como el sentimiento de no ser lo bastante bueno o estar haciendo lo suficiente.

El síndrome de productividad tóxica ha llegado para quedarse

La productividad tóxica es un nuevo término que define una realidad que se incrementa cada vez más. La sensación de no estar haciendo lo suficiente se ha intensificado de manera exponencial.

Nos convertimos en mártires del trabajo virtual. Nos obligamos a aprender nuevas competencias: idiomas, recetas de cocina, cursos… Pocos llenaron ese tiempo para descansar y reiniciarse mentalmente.

Ahora bien, este enfoque mental no es nuevo, ya estaba latente en los sótanos de nuestra autoconciencia. Lo único que en un contexto de cambios e incertidumbre nuestra autoexigencia es mayor. Hay que trabajar más para no perder el empleo, estudiar más para ser competitivos… Y a mayor esfuerzo, mayor sensación de no estar haciendo lo suficiente.

Vivimos en una cultura en la que nuestra autoestima se basa solo en lo que hacemos. Cuanto más te esfuerces, más vales. Si no estás haciendo algo para superarte a ti mismo cada día, no vales como persona.

¿Por qué tenemos la constante sensación de “no estar haciendo lo suficiente”?

La sensación de no estar haciendo lo suficiente es un producto cultural que internalizamos desde edades tempranas. Cada cual vale en función de lo que haga y cuánto tiempo ocupe haciéndolo. Seguimos asumiendo que es más productivo quien más horas invierte. También que es más brillante y capacitado quien más títulos acumule.

La sensación de tener siempre más de lo que debemos es el resultado de la educación, el contexto social e incluso de las redes sociales. Quien más publica, mayor visibilidad tiene, quien logra la mejor foto y usa el mejor filtro más likes obtiene, por tanto, hay que esforzarse mucho más en casi cualquier empresa.

Detrás de la productividad tóxica están la autoexigencia y el perfeccionismo. Y no lo olvidemos, porque estas dos dimensiones suelen ser familia de los trastornos de ansiedad y la depresión. Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Utah y en la de Saint Louis destacan el efecto de ese perfeccionismo desadaptativo: la aparición de los problemas mentales.

La sensación de no estar haciendo lo suficiente no es más que una distorsión cognitiva que deriva tarde o temprano en el sufrimiento. Aparecen las emociones de valencia negativa, la comparación social, la reducción de la autoestima y, a menudo, hasta la depresión.

Mujer triste y apática

¿Cómo actuar ante la sensación de que nada de lo que hacemos es suficiente?

Permitirnos no hacer nada durante algunas horas ya es hacer mucho: cuidar de nuestra salud física y psicológica. Ahora bien, no es fácil cambiar este tipo narrativas instaladas en nuestra mente. Las distorsiones cognitivas son como el cobalto o el tungsteno de nuestros móviles, siempre están ahí, forman parte de ellos.

Luchar contra el síndrome de la productividad tóxica (o la sensación de que no estamos haciendo lo suficiente) requiere no solo dejar de sentirnos culpables cuando nos relajamos. Demanda sobre todo reducir la inercia de los “debería y tengo que”. Romper esa espiral de autodestrucción y sufrimiento requiere ser conscientes de nuestros pensamientos, actitudes y diálogo interno.

Planificar tiempos de descanso, ponernos objetivos menos exigentes y permitirnos “ser y estar” en lugar de presionarnos a “alcanzar” lo inalcanzable es sin duda un buen inicio.


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