Cuando la soledad lo abarca todo: ¿qué puedo hacer?

¿Qué podemos hacer con la soledad no deseada? ¿De dónde viene? ¿Por qué puede ser tan devastadora para nuestro estado emocional? ¿Hasta dónde llega nuestra indefensión frente a ella? ¡En este artículo te lo contamos!
Cuando la soledad lo abarca todo: ¿qué puedo hacer?
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 07 octubre, 2022

La soledad es un fenómeno cada vez más presente, sobre todo en la población de mayor edad o que presenta algún tipo de discapacidad, aunque también está aumentando en población más joven. En una sociedad hiperconectada gracias a las nuevas tecnologías, paradójicamente, la soledad no buscada se ha visto incrementada con el pasar de los años.

Existen, a grandes rasgos, dos tipos de soledad: en primer lugar, aquella que es buscada, que se necesita y que es placentera, disfrutada e incluso anhelada. En segundo lugar, también podemos vernos inmersos en una soledad que no buscamos, ni queremos, y mucho menos disfrutamos. Ahora, ¿qué hacer cuando la protagonista de nuestro estado emocional es una soledad que lo desuela todo?

¿Cómo se define la soledad?

“La soledad es la consecuencia de pérdidas en el sistema de soporte individual, disminución de la participación en las actividades dentro de la sociedad a la que uno pertenece y sensación de fracaso”.

-Álvarez-

Mujer triste sentada en la cama
Detrás de la soledad no buscada suele haber crisis, decepciones y experiencias traumáticas.

El sentimiento de estar solo no siempre se experimenta con negatividad. De esta manera, podríamos definir dos nuevos tipos de soledad:

  • La soledad objetiva: aquella que hace referencia a una falta objetiva y tangible de contacto interpersonal o de compañía.
  • La soledad subjetiva: es el sentimiento de saberse solo. Es doloroso y temido a partes iguales. A diferencia del anterior, nunca es buscado. Se trata de la soledad no deseada.

Según el estudio CIS-IMSERSO, hasta el 14 % de las personas mayores que residen en sus propias casas han manifestado sentir soledad, aunque no siempre acompañada de desagrado, dolor y miedo. La soledad, cuando es una experiencia que es buscada y se consigue, puede llegar a ser muy enriquecedora.

Como contraparte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone el término de “envejecimiento activo”. Este se refiere al proceso que permite disponer y utilizar aquellas oportunidades de bienestar tanto físico como mental y social durante toda la vida, con el objetivo de incrementar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la senectud.

¿Cuáles son las consecuencias de la soledad no buscada o subjetiva?

La soledad subjetiva puede llegar a afectar múltiples esferas del funcionamiento cotidiano y físico de la persona, además de ser factor de riesgo para otras patologías e incluso la muerte. Veamos algunas:

A nivel físico

  • Disminución de la fortaleza del sistema inmunitario: somos más propensos a padecer enfermedades infecciosas.
  • Cefaleas o dolores de cabeza.
  • Problemas cardíacos y circulatorios.
  • Problemas en el aparato digestivo.
  • Trastornos del sueño, como el insomnio.

A nivel psíquico

  • Baja autoestima.
  • Sentimientos de inferioridad.
  • Trastorno depresivo mayor y distimia.
  • Trastornos de ansiedad.
  • Adicción a sustancias: alcoholismo.
  • Ideación autolítica, de muerte o de suicidio.

A nivel social

  • Edadismo: que es definido por la OMS como la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación), con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.

¿Qué está detrás de la soledad?

La soledad es multicausal, son muchos los factores que pueden estar en el origen, desencadenando o manteniendo e influyendo en la situación de soledad:

  • Crisis de identidad: cuando vivimos un conjunto de pérdidas que llegan a deteriorar la autoestima.
  • Relaciones familiares deterioradas, pobres o escasas.
  • Crisis de autonomía: por el propio deterioro del organismo, no podemos desenvolvernos en nuestro día a día como lo hacíamos antes, bien por una cuestión de edad, por accidente o por haber nacido así.
  • La falta de actividades placenteras, reforzantes y que sean significativas.
  • Crisis de pertenencia: cuando perdemos roles o grupos a los que antes pertenecíamos (pérdida de amigos, de trabajo…).
  • Síndrome del nido vacío: cuando los hijos se hacen mayores y dejan el domicilio familiar a veces se activan procesos similares al duelo.
  • La muerte del cónyuge.
  • Salir del mercado laboral: la jubilación.
  • Los prejuicios: la percepción de no tener una vida que consideremos productiva, el no tener experiencias sexuales o el sentirse inútil o dependiente de alguien.
Hombre mayor triste sentado
El sentimiento de sentirse solo se conoce como soledad subjetiva.

¿Qué hacer cuando la soledad lo inunda todo?

Por norma, la soledad subjetiva nos va a animar a reestablecer nuestros vínculos con otras personas. Aquí aparecen algunas estrategias que pueden ayudarnos en este objetivo:

  • Procura ser autónomo: potencia tu propia capacidad para controlar, afrontar y tomar decisiones sobre la vida diaria.
  • Consulta en la página web de tu localidad: a veces suelen proponer cursos y actividades en los que podrás conocer a otras personas con intereses similares a los tuyos, lo que será un caldo de cultivo perfecto para crear nuevos lazos.
  • Trata de salir de casa: a caminar, pasear, rodearte de otras personas; y, si es posible, entabla pequeñas conversaciones. Estas pueden ser precursores de nuevos vínculos.
  • Maximiza tus contactos físicos en la vida real. Lo online está muy bien, pero, ¡a veces se nos olvida! Somos seres sociales, necesitamos contacto.
  • Busca puntos de fuga: conductas placenteras en sí mismas, que impliquen movimiento corporal y que permitan a tu mente disfrutar: puedes buscar alguna asociación o club que facilite la interacción y la participación en la vida social.
  • ¡Ayudar, te ayuda!: ¿y si te apuntas a algún programa de voluntariado? Estarás contribuyendo a ayudar a alguien que lo necesita, con la ventaja de que esa otra persona te proveerá de compañía, probablemente de una buena calidad.

La soledad no deseada puede ser un foco de sufrimiento muy intenso. Promueve la aparición de pensamientos muy peligrosos para nuestra calidad de vida psíquica, como que “no merecemos la compañía de los demás”. Ideas que además nos atacarán en los peores momentos, cuando la realidad nos ponga en dificultades.

La parte positiva es que puedes utilizar estrategias conscientes para alejar ese tipo de soledad tan dañina para nuestro estado emocional. ¡Te animamos a ello!


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