El miedo a ir al baño en los niños

Aprender a ir al baño es un gran reto para los niños. En algunos casos se puede complicar y terminar dando miedo. Así, hoy queremos hablar precisamente de este temor, de sus consecuencias y de cómo evitar que crezca.
El miedo a ir al baño en los niños
Cristina Girod de la Malla

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Girod de la Malla.

Última actualización: 26 noviembre, 2020

Aprender a ir al baño solitos es uno de los primeros desafíos a los que tiene que enfrentarse un niño. En ocasiones, ocurre que, a pesar de saber que necesitan ir al baño, prefieren retrasarlo o evitarlo. Una de las consecuencias de convertir esta procrastinación en hábito es la aparición de estreñimiento. Como resultado, los niños pueden aumentar todavía más su reticencia a ir al baño, entrando así en un círculo.

Este miedo es relativamente común en la infancia, pero no por ello hay que ignorarlo. Mantenido en el tiempo, puede derivar en problemas más graves, como la encopresis -con estreñimiento o retentiva- o el megacolon funcional.

¿Cómo se produce y se agrava el círculo vicioso “estreñimiento – miedo a ir al baño – aumento del estreñimiento – aumento del miedo”? ¿Cuáles son las consecuencias de la evitación de hacer caca? ¿Cómo podemos ayudar a un niño que tiene miedo a ir al baño?

Niña con dolor de barriga

El circulo vicioso que agrava el miedo a ir al baño

Algunas de las causas por las que los niños pueden evitar ir al baño son no querer interrumpir la actividad que les ocupa, el miedo a que algo interno y sucio salga de su cuerpo o la reticencia o vergüenza a ir al baño fuera de un entorno familiar o conocido, entre otras.

Ante esto, el niño se aguanta las ganas de ir al baño y las heces quedan retenidas en el colon. Lo que se produce en el colon es una reabsorción de agua, lo que endurece las heces. Y cuando el niño intenta ir al baño, aparece mucho dolor e incluso pueden producirse fisuras anales y pequeños sangrados. De esta manera, hacer caca se va a convertir en una situación muy desagradable que el niño va a intentar evitar.

Como ocurre con el resto de las fobias, el miedo conduce a la evitación. En este caso, el miedo a sufrir dolor otra vez provoca que el niño no quiera ir al baño y se aguante aún más las ganas de hacer caca. Aunque el objetivo de la evitación es “deshacerse” del problema, solo lo agrava: evitar hacer caca para no sufrir, agrava el estreñimiento, y esto producirá más sufrimiento.

Las consecuencias de aguantarse las ganas de hacer caca

Una de las consecuencias más frecuentes en los niños que retienen las heces es la encopresis. Este trastorno consiste en la emisión de heces en lugares no apropiados. Cuando la emisión de heces es involuntaria suele estar asociada a estreñimiento, compactación fecal y retención de las heces. La retención de las heces acaba produciendo un desbordamiento. Es decir, un “escape”.

A este tipo de encopresis se la conoce como encopresis retentiva o encopresis con estreñimiento e incontinencia por desbordamiento. En este caso, las heces suelen ser poco formadas y la pérdida o el escape suele producirse de manera continua durante el día (rara vez durante la noche).

Cuando la encopresis no se trata y el niño sigue reteniendo las heces, se puede producir una distensión y una pérdida de sensibilidad de la pared del recto. Esto provoca que el niño pierda la sensación de la necesidad de ir al baño. Y como consecuencia se produce lo que se conoce como megacolon psicógeno.

El megacolon consiste en una dilatación del colon en la que se quedan retenidas las heces (haciéndose cada vez más compactas) hasta que llega al límite de su capacidad y se acaba produciendo el rebosamiento.

¿Cómo podemos ayudar a un niño que tiene miedo a ir al baño?

Nos hemos centrado en la conducta voluntaria de aguantarse la caca como origen del estreñimiento. Sin embargo, también puede ocurrir que por el estilo de vida, los hábitos alimentarios, u otra enfermedad (como el hipotiroidismo) el niño sufra de estreñimiento primario y este le produzca dolor al defecar y, a raíz de esto, se desarrolle el miedo a ir al baño.

Por lo tanto, el primer paso para abordar el problema, tanto si el estreñimiento es primario o secundario, es solucionar el estreñimiento para “romper el círculo”. El pediatra puede recomendar que el niño aumente la ingesta de fibra o administrarle laxantes.

Hacer al niño participe del problema y de la solución

Puede ser de gran ayuda explicar al niño qué son las heces, cómo y por qué se producen y por qué es importante expulsarlas. También hacerle entender la importancia de mantener una buena rutina defecatoria y de atender a las señales de su cuerpo, como prevención de futuros problemas de estreñimiento.

Si el niño entiende cuál ha sido la causa del problema y que él mismo puede trabajar para que no se vuelva a repetir, es más probable que se implique en la solución del mismo.

Establecer una rutina defecatoria “agradable” contra el miedo a ir al baño

Si el niño tiene estreñimiento crónico, el objetivo será modificar ciertos hábitos que lo mejoren. Sin embargo, cuando el estreñimiento fue consecuencia de un mal hábito, el siguiente paso será establecer una buena rutina de ir al baño. No debemos olvidar que para el niño, ir al baño se ha convertido en un momento muy desagradable.

Intentemos convertir el momento de ir al baño en un momento más agradable para descondicionar el miedo. Nos puede ayudar rodear a la experiencia de elementos positivos, como puede ser un cuento o sencillamente un rato en el que les prestamos atención.

Niño en wc

Ejercicios esfintéricos

Hay que asegurarse de que el niño no realiza estrategias de retención de las heces (por el miedo a intentar expulsarlas), ni dinámicas de defecación paradójica. Estas consisten en la tendencia a forzar el esfínter o el suelo pélvico, en lugar de relajarlo, lo que impide la defecación.

Se puede realizar con el niño algunos ejercicios de relajación muscular para que aprenda a tomar conciencia de los movimientos y las sensaciones. Otra forma de facilitar la defecación es colocar un pequeño escalón para que el niño apoye los pies para adoptar una postura parecida a la de cuclillas.

Refuerzo, refuerzo y más refuerzo

Tanto en cada intento, como en cada defecación, el refuerzo positivo es más que necesario. Se puede hacer una ficha en la que el niño pueda poner una pegatina a modo de premio por cada vez que cumpla con la rutina y por cada vez que consiga hacer caca. Se le debe felicitar cada vez que se siente en el baño, consiga o no hacer caca. Más aún cuando lo consiga.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.