¿Cómo influye el estrés sobre nuestra salud?
El impacto del estrés sobre nuestra salud es complicado de medir. En primer lugar, porque el estrés no solo se puede manifestar de una manera. En segundo lugar, porque la sintomatología fisiológica del estrés puede ser producida de manera parcial o casi total por otras emociones.
Por otro lado, tenemos que tener en cuenta que el estrés es un proceso natural que responde a nuestra necesidad de adaptarnos al entorno, y que por tanto, a corto plazo juega un papel muy positivo para nuestra supervivencia. Sin embargo, resulta perjudicial si es muy intenso o se prolonga en el tiempo.
Con frecuencia, en nuestro día a día encontramos situaciones que elicitan una respuesta de estrés. Esta respuesta de estrés nace principalmente ante situaciones caracterizadas por su impredecibilidad o incontrolabilidad, y puede ser tanto por factores externos; como un atasco, una amenaza, una pérdida…; o por factores internos; como la autoexigencia, competitividad…
Sin embargo, en todos los casos influye la manera en que lo interpretamos o nos enfrentamos a ello, ya que existen distintos tipos de tolerancia a los problemas y distintos umbrales, dependiendo de la persona, para los que el estrés puede ser un peligro para la salud.
¿Cómo funciona el estrés en nuestra salud?
El estrés no solo está relacionado con los estados emocionales, sino también con el estado de salud, sistema cardiovascular, gastrointestinal, endocrino, inmunitario, con la sexualidad, y la conducta de la enfermedad a través de las rutas psicofisiológicas. Es decir, el estrés tiene ramas con diferentes variables que condicionan en buena medida nuestra calidad de vida.
Los cambios que se producen como respuesta a situaciones de estrés en nuestra salud están mediados por rutas psicofisiológicas del sistema nervioso autónomo (SNA) y el sistema hipotalámo-hipófiso-suprarrenal (HHS) representado en tres fases.
Fases del estrés
- El SNA, actúa en la 1ª Fase del estrés denominada Fase de alarma o huida a través de sus ramas simpática (SNS) y parasimpática (SNP), donde el SNS activa al organismo ante situaciones de estrés en nuestra salud con la finalidad de afrontarlo y el SNP lo inhibe, permitiendo así superar la situación y poner fin a la respuesta de estrés.
La activación del SNS provoca un incremento de la tasa cardiaca, presión sanguínea, liberación de la glucosa, aumento del colesterol plasmático, reducciones y recuperaciones sucesivas de secreciones gástricas, dilatación de los bronquios, reducción de la competencia inmunológica, incremento del tamaño o actividad del tiroides, incremento de la tensión muscular, sudoración, incremento de la tasa respiratoria, hiperventilación, y estimula las glándulas suprarrenales que liberan adrenalina y noradrenalina al torrente circulatorio.
- El HHS, actúa en la 2ª Fase de adaptación o resistencia ante el mantenimiento de la situación de estrés en nuestra salud, esta vía es más lenta y requiere una exposición más prolongada al estresor, pero es también de efectos más duraderos y menos positivos para el organismo.
La activación del HHS provoca elevación del nivel de glucosa en la circulación, retención de líquidos, inhibición de la secreción de hormonas ligadas a la reproducción y del crecimiento e insulina. Además hay una supresión de la actividad del sistema inmunitario, un aumento de la irritación gástrica y desarrollo de sentimientos depresivos, debido a los glucocorticoides que preparan al organismo para soportar el estrés en nuestra salud.
- Por último, la 3ª Fase de agotamiento, se produce cuando la activación del organismo ante el estresor no disminuye y se prolonga en el tiempo. Los recursos pierden la capacidad de adaptación y empezamos a rendir por debajo de nuestras capacidades físicas y mentales, es decir, nos forzamos, aumentando así el riesgo de contraer o acelerar el progreso de la enfermedad.
Por tanto, para nuestra salud es muy importante la respuesta que le ofrecemos al estrés, promoviendo un afrontamiento activo, desarrollando así estrategias de afrontamiento y gestión emocional, la expresión de sentimientos y emociones, identificando el malestar emocional y fomentando la búsqueda de alternativas, aumentando la comunicación emocional y desarrollando la tolerancia a la frustración entre otras.
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- Baeza Villarreal, J. C. (1995). Afrontamiento espontáneo contraproducente en trastornos por ansiedad. Bellaterra, Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona.