¿Cómo mantener conversaciones que nos hagan sentir mejor?

Hay palabras que curan y diálogos que apaciguan miedos, sanan heridas y trazan valiosas confianzas entre las personas. Si deseas conocer cuál es el secreto de esas conversaciones nutritivas, te damos a continuación las claves para llevarlas a cabo.
¿Cómo mantener conversaciones que nos hagan sentir mejor?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 31 enero, 2024

¿Sueles tener conversaciones de esas que te recomponen por completo después de un mal día? Hay personas con habilidades únicas en el arte del diálogo y la empatía. Son figuras capaces de aportar serenidad cuando nuestro mundo anda desordenado y casi del revés. Es un intercambio de ideas, emociones y pensamientos en el que fluye la escucha, el respeto y la armonía entre dos mentes.

Saber conversar es una piedra angular en cualquier tipo de relación, ya sea familiar, afectiva o laboral. Gracias a esta competencia social, llegamos a acuerdos, reforzamos nuestros vínculos y dejamos una impronta enriquecedora en los demás. Nada es tan decisivo para los lazos entre los seres humanos como ser hábiles comunicándonos.

Ahora bien, hay un tipo de conversación que trasciende a cualquier otra. Es esa que busca curar, aliviar, reparar o confortar. No es necesario que uno sea un terapeuta formado y colegiado para saber llevar a cabo este tipo de plática. Todos deberíamos hablar y escuchar en términos más significativos y con el propósito claro de servir de ayuda al otro -y a la inversa-. 

Veamos cómo conseguirlo.

Procuremos tener menos charlas superficiales y más conversaciones que curan.

Mentes conectadas durante las conversaciones curativas
Las conversaciones curativas parten de la conexión emocional entre dos personas.

Las claves de las conversaciones curativas

Una conversación curativa es un diálogo profundo que tiene como propósito restaurar la relación entre dos personas, o bien conferir apoyo emocional mutuo entre sus interlocutores. Para llevar a cabo tal artesanía psicológica debemos entender que no es un mero intercambio de mensajes. Es imprescindible dominar los componentes que integran esta herramienta.

Hay personas con excelentes dotes para el diálogo que resultan ser pésimos conversadores curativos, por ejemplo. Y esto sucede porque en esta modalidad de interlocución no vale ser ocurrente, brillante o alguien con una gran oratoria. Una conversación que repara es aquella en la que se parte de la compasión, se cuida el respeto y se usa la escucha activa.

Como bien decía el psicoterapeuta Carl Rogers, un buen diálogo es aquel que logra cambiar para bien a las personas. Generar esa variación enriquecedora en el otro requiere trabajarnos primero a nosotros mismos. Estas son las claves que nos permitirán llevarlo a cabo.

1. Escucha y sé humilde

Michael Lehmann, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, publicó un estudio en el Journal of Positive Psychology en el que destacó algo de lo más interesante. La humildad puede activarse en el ser humano cuando este aprende a escuchar a los demás.

La escucha activa necesita un corazón y una mente que saben conectar con las vulnerabilidades y complejidades de quien tiene en frente, porque también reconoce las suyas propias. Curar y repararnos mutuamente exige que lo hagamos libres de egoísmos, siendo capaces de escucharnos de manera activa y comprometida.

Recordémoslo siempre: un voraz enemigo de la comunicación y de la compasión es la arrogancia. La humildad es un valor interpersonal que nos permitirá conectar entre nosotros para sanar.

Un diálogo curativo no debe hacer uso de los monólogos. Es necesario que se aplique una adecuada reciprocidad basada en el respeto, la conexión emocional, el flujo de pensamientos y las reflexiones.

2. Sé un lugar «seguro» para la otra persona

¿Qué es ser un lugar «seguro» para alguien? Esta es una dimensión que todos deberíamos mejorar. Ser un espacio de seguridad para una persona es cuidar de nuestras palabras, expresiones y actitud para validar su realidad emocional. Es hacerle ver que no vamos a juzgarla ni criticarla. Es demostrarle que nos comunicamos con sinceridad y que toda palabra que nos dirija será apreciada.

Podemos mejorar esta competencia atendiendo las siguientes claves:

  • Elige y cuida bien tus palabras teniendo en cuenta siempre que todo aquello que expreses tiene un impacto.
  • No tengas prisa en responder, deja unos segundos de silencio y prioriza lo que la otra persona quiera decir.
  • Durante las conversaciones curativas, no hagas juicios de valor ni cuestiones. Valida lo que tu interlocutor exprese.

3. Preguntas para despertar la conciencia emocional

«¿Cómo te sientes? ¿Cómo has vivido esa situación?…». Las preguntas que buscan despertar la conciencia emocional facilitan que la otra persona conecte consigo misma para desahogarse. Muchas veces caminamos por la vida con infinitos nudos interiores y resistencias.

Por ello, al tener una conversación con un amigo y que este nos pregunte cómo nos encontramos o qué emociones sentimos en ese instante puede cambiarlo todo. No buscamos hacer un interrogatorio. Queremos que libere tensiones, que ponga en palabras aquello que hay en su interior.

4. Sin miedo a mostrarte vulnerable

Las conversaciones curativas son recíprocas y juegan a dos bandas. Porque, aunque nuestro deseo sea reconfortar al otro, también nosotros nos sentiremos sanados y enriquecidos con este tipo de comunicación. Por ello, no debemos dudar en mostrar nuestra propia vulnerabilidad, en emocionarnos, en contagiarnos de los sentimientos del otro y hasta en consolarnos mutuamente.

Solo cuando nos permitimos ser vulnerables, maximizamos las conductas compasivas y sanadoras.

Madre hablando con su hija adolescente sobre las conversaciones curativas
Una conversación cura y repara cuando ambas personas se permiten ser vulnerables.

5. Profundidad y reflexión

La comunicación superficial y poco significativa, lejos de fortalecer los lazos, los alimenta de inseguridad. No hay conexión mental ni emocional en quien no se esfuerza por profundizar, en quien prefiere terminar rápido y orientar el diálogo a aspectos poco trascendentales.

Por ello, las conversaciones curativas buscan la profundidad, despertar la reflexión, abrir la mente, ver nuevos puntos de vista e incluso nuevos significados vitales. Es filosofar, jugar con nuevas ideas, enriquecernos mutuamente con nuestras perspectivas.

6. Cierre y acuerdos

«¿Qué podemos hacer a partir de ahora para que todo vaya mejor? ¿Qué necesitas de mí en estas circunstancias? ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Qué objetivos tienes? ¿Te apetece que hablemos de nuevo más adelante…?».

Los buenos diálogos y, en especial, los que sanan y reconfortan, no dudan en recapitular y en cerrar bien esa conversación. De ese modo, reforzamos mucho más la interacción y le recordamos a la otra persona que, si nos necesita, ahí estaremos.

Toda conversación saludable y curativa es un ejercicio de perfecto equilibrio en el que dar y recibir. Poner en práctica esta modalidad de comunicación de vez en cuando con las personas que queremos será tan útil como gratificante. ¿Lo intentamos?


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