La comunicación no violenta en la familia, un lenguaje de vida
La comunicación no violenta (en adelante CNV) es un modelo desarrollado por Marshall Rosenberg que facilita que las personas se comuniquen entre sí (y también cada uno consigo mismo) con empatía y asertividad. Dentro del contexto familiar, este concepto se extrapolaría a la comunicación entre los diferentes miembros del hogar.
Las herramientas que proporciona la CNV son efectivas para transformar una situación conflictiva que pueda presentarse en la convivencia diaria y conseguir relacionarnos de forma amorosa, respetuosa y armónica.
Este modelo de comunicación familiar, también llamado comunicación empática, propone sustituir las pautas de responder a los juicios y a las críticas de otros miembros de la familia con patrones defensivos o evitativos, por otros en los que sea mucho más protagonista la empatía.
Las reacciones de resistencia, defensa y violencia quedan reducidas al mínimo, ya que cuando nos centramos en clarificar lo que observamos, sentimos y queremos, en lugar de dedicarnos a diagnosticar y juzgar, tiende a surgir de forma natural la compasión.
Pautas para una buena comunicación en la familia
Ante un conflicto entre dos miembros de la familia, la CNV propone usar los pasos siguientes:
- Observar lo que ocurre (los hechos): cómo lo veo yo y cómo lo ve el otro.
- ¿Cómo nos sentimos (yo y el otro)?: con empatía, sin juzgar, rechazar, etc.
- ¿Cuáles son las auténticas necesidades que subyacen de los sentimientos que hemos descubierto?
- Hacer una petición dirigida a tratar de conseguir la meta o el deseo (necesidad) genuino. Lo que podemos y conviene pedir a uno mismo o al otro para resolver el problema y enriquecer nuestra vida.
Tras haber realizado la petición, es necesario asegurarnos de que el mensaje se ha entendido satisfactoriamente a través de preguntas como: “¿está claro?” o “¿puedes decirme qué te he dicho?”. Para ello, lo mejor será pedirle claramente una respuesta a la otra persona; la idea es saber cómo entendió nuestras palabras y poder corregir cualquier interpretación incorrecta (Rosenberg, 2013).
En resumen, la estructura sugerida por Rosenberg (2013) es la siguiente:
-“Cuando haces o dices…
-Me siento…
-Porque necesito…
-Si estás de acuerdo, me gustaría que…”.
Un paso más allá es practicar con los diferentes miembros de la familia estos cuatro pasos. Primero, percibiendo lo que ellos observan, sienten y necesitan, y seguidamente descubriendo qué desean para enriquecer su vida, al escuchar la petición que nos formulan. Así, ayudamos a los demás a hacer lo mismo y establecemos una corriente de comunicación asertiva.
Vocabulario de sentimientos y necesidades en la familia
La expresión de los estados emocionales debe ser clara y precisa de forma que ayude a conectarnos con los demás. Para ello, Rosenberg distingue los sentimientos agradables, cuando las necesidades están satisfechas, y los sentimientos desagradables, cuando las necesidades están insatisfechas.
Por un lado, menciona sentimientos agradables como afecto, confianza, entusiasmo, esperanza, paz, felicidad, gratitud, interés, inspiración y apertura. Por otro lado, enumera sentimientos desagradables como anhelo, aversión, confusión, enfado, inquietud, miedo, tristeza, rabia, dolor y vergüenza.
Existen dos obstáculos frecuentes que dificultan la expresión de los sentimientos. Uno es la ausencia de alfabetización emocional en la familia, lo cual complica la capacidad de sus miembros para expresarse de manera abierta y específica. Otro obstáculo es el miedo que suele existir a mostrarnos vulnerables ante los demás, cuando realmente es esa vulnerabilidad la que facilita la resolución de conflictos (Vivas, Gallego y González, 2007).
En cuanto a la expresión de necesidades, supone conectar el sentimiento con todo aquello que necesitamos para nuestro bienestar físico, emocional y espiritual. De nuevo, Rosenberg aporta una lista de las necesidades humanas, entre las que se encuentra conexión, cercanía, autonomía, integridad, participación, libertad e interdependencia, que pueden orientarnos para saber qué necesidad tenemos insatisfecha.
Una herramienta útil en casa: la caja de los sentimientos
La caja de los sentimientos es una dinámica útil para emplear en el hogar. Consiste en dejar encima de una mesa, accesible para todos, una caja con hojas blancas recortadas en forma de tarjetas pequeñas en su interior. Todos los miembros de la familia pueden compartir con los demás, a través de este recurso, los diferentes eventos que a lo largo del día les han generado malestar.
Al finalizar la jornada, cada miembro leerá un papel aleatorio y propondrá una solución o un comentario agradable para aliviar el problema del otro. Este juego nos ayuda a tomar conciencia y responsabilidad en cuanto a nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, convirtiéndonos en recursos con más valor a la hora de tomar decisiones.
En conclusión, la comunicación no violenta es una herramienta que nos puede ayudar a conectar con nosotros mismos y con los demás. Gracias a ella puede aumentar la comprensión y el acompañamiento, mejorando la convivencia desde la honestidad y el compromiso.
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- Rosenberg, M. (2013). Comunicación No Violenta, un lenguaje de vida. Buenos Aires: Gran Aldea Editores.
- Vivas, M., Gallego, D.J., y González, B. (2007). Educar las emociones. Venezuela: Producciones Editoriales C. A.