8 conceptos en continua batalla en psicología
Existen conceptos que están en continua batalla en psicología. Ante la gran producción científica dentro de esta disciplina, todavía existen temas que motivan debates que parecen no tener fin.
A estos conceptos podríamos denominarlos los “pilares de su ciencia”. Incentivan investigaciones, discusiones y crean estudios imposibles que arrojan datos irrefutables. La ciencia duda, se encuentra y desencuentra con los mismos problemas con frecuencia.
Cada disciplina científica tiene estos “promotores” para la mejora y construcción de más material para leer y estudiar. Tenemos que entender que nunca se va a alcanzar el total acuerdo en algunos aspectos y que algunos están más desmentidos ya que otros. No obstante, dar paso a nuevas polémicas también nos abrirá la puerta a nuevos debates más actuales y constructivos.
Estos temas son recurrentes en clases de universidad, en conferencias o congresos de psicología que están dirigidos a tratar el porqué de estas continuas dudas. Aquí os dejamos los conceptos en continua batalla en psicología más representativos.
1. El origen de los problemas psicológicos: ¿genética o ambiente?
Hay psicólogos que se consideran más “ambientalistas” y proponen que el tratamiento debe estar más orientado a modificar elementos del contexto.
Por otro lado, hay profesionales de la psicología que postulan que el comportamiento está más determinado por la genética. Muchos se especializarán en el ámbito de la psicofarmacología, la psicobiología o la neuropsicología. Trabajarán codo con codo con psiquiatras para regular la conducta del paciente en base a su genética y organismo.
Este es uno de los debates más “cruentos” por su peso en la legitimización como psicología como ciencia independiente de la medicina. La solución a este debate, más allá de la neutralidad, es establecer áreas de actuación claras entre psiquiatras y psicólogos.
2. Medicamentos para problemas psicológicos: es apropiado su uso o no
Ligado íntima e irremediablemente con el debate anterior, tenemos la cuestión de si los trastornos psicológicos deben tratarse con medicamentos. Dependiendo del papel que se considere que tienen los genes, el organismo y los cambios farmacológicos en el sistema nervioso, se optará por un tratamiento medicalizado o no.
Muchos profesionales creen que los medicamentos son una buena opción para tratar los síntomas más severos de los trastornos psicológicos. A partir de la mejora de los síntomas se podría empezar a trabajar con terapia.
Sin embargo, muchos otros piensan que ese “parche o alivio temporal” crea una falsa sensación de bienestar. Así, para muchos psicólogos, la toma de psicofármacos no solo demora la búsqueda de ayuda psicológica, sino que causa efectos secundarios a medio y largo plazo mucho peores que los síntomas de un trastorno psicológico.
3. El individuo versus la sociedad: qué influye más sobre el otro concepto
Somos seres sociales, pero la psicología, y más concretamente la psicología social, aspira a comprender si influye más la sociedad en el individuo o el individuo en la sociedad. Hay psicólogos que consideran que el individuo es “producto de la sociedad en la que vive”. Según esta visión, la persona va configurando sus emociones, sus planes y sus valores según lo que recibe de la sociedad en la que vive.
Sin embargo, muchos otros psicólogos creen que el individuo siempre se impone ante las condiciones sociales, dejando su verdadera esencia y personalidad pese las circunstancias sociales. Dicho de otro modo, el individuo lucha internamente por preservar su identidad frente los vaivenes sociales y económicos.
Como en todas estas polémicas, existe una posición intermedia que a su vez no existiría si las anteriores visiones radicales de la sociedad y el individuo no se plantearan. Esta visión considera que existe una parte construida socialmente y otra que cada ser humano alberga de manera radicalmente distinta al otro.
Otro punto a discutir en esta batalla es lo que entendemos por sociedad: para algunos psicólogos es un “gran ente” social y económico con el que el individuo se relaciona en mayor o menor medida dependiendo de su trabajo o relaciones interpersonales. Para muchos otros psicólogos, la sociedad engloba todo el entorno que tiene contacto con el individuo, incluyendo ambiente familiar y amigos.
4. Llegar al origen del problema o comprender la función de los síntomas en el presente
Hay conceptos en continua batalla en psicología que se reflejan día a día en las consultas de los psicólogos. Dependiendo de la escuela de psicología en la que te sitúes, establecerás un punto de partida u otro. Dos de las escuelas que nos ayudarán a entender esta polémica son la escuela psicoanalítica y la escuela conductista.
Según el punto de vista psicoanalítico, es muchos casos los síntomas de una depresión estarían relacionados con lo que una persona ha vivido en su infancia, existiendo en esta vivencia cuadros verdaderamente traumáticos.
Sin embargo, los psicólogos conductistas consideran que esta lucha solo hace que el paciente pierda tiempo y energía en perseguir el tratamiento de problemas que ya no están en el presente. Desde esta perspectiva, no existen trastornos psicológicos como tales, sino comportamientos que resultan problemáticos en determinadas situaciones y etapas de la vida de un individuo.
Muchos de estos comportamientos problemáticos han estado condicionados por problemas del pasado, pero pueden abordarse en la actualidad sin la necesidad de que una persona deba de analizar todo lo acontecido en el pasado.
5. La influencia del género, clase social o raza cambia la psicología individual o es una influencia superficial
Este debate podría englobarse dentro de si la sociedad determina la personalidad y aspectos vitales de un individuo. Sin embargo, la vasta investigación desarrollada provoca que en la actualidad se especifique cada vez más.
En definitiva, hay psicólogos que piensan que son algunos aspectos sociales los que influyen o casi determinan la vida de un individuo. Factores, como el aspecto físico, la clase social, la raza o el género pueden ejercer tanta influencia en cómo el individuo se percibe en el mundo que pueden terminar por determinar su relación con él.
6. Temas morales y religiosos: ¿deben tratarse en terapia?
Hay muchos problemas que llegan a consulta que cargan en su conceptualización del problema una visión religiosa de lo que significa. Como profesionales, la norma general dice que no debemos entrometernos en los valores éticos, religiosos o políticos que tiene una persona salvo que entendamos que estos, de alguna manera, ponen en riesgo su salud.
Así, podría ser necesario hacerlo si el problema a solucionar está cargado irremediablemente de un carácter religioso. Por ejemplo, pensemos en una mujer, casada y con dos hijos que está embarazada. Su situación matrimonial es difícil y acarrea con grandes problemas económicos. Esta mujer duda en interrumpir el embarazo por sus principios y valores, que deberán respetarse en la toma de perspectiva de los hechos.
En esta situación, el terapeuta no debe entrometerse en aspectos molares y éticos de ese calibre. Es la propia paciente la que tiene que decidir. Sin embargo, un profesional de la psicología sí debe de orientarla para conseguir preguntarse qué es mejor para ella y su familia y futuro. El psicólogo debe actuar como un guía neutral y cálido, intentando apartarse de juzgar creencias religiosas.
7. Conducta del psicólogo fuera de consulta: ¿seguir unas normas de conducta o no?
Los psicólogos actualmente podemos ser más observados por nuestros pacientes, gracias al uso de redes sociales de tipo informal (Instagram, Twitter) o profesional (Linkedin).
Gran cantidad de profesionales apuestan por ser lo más discretos y asépticos en el uso de medios digitales. Consideran que el terapeuta se debe más a su trabajo y que algunas conductas fuera de su tiempo en terapia pueden afectar en el “respeto” y vínculo que un paciente tenga con él.
Por otro lado, son muchos los psicólogos que piensan que nuestra profesión tiene horarios de trabajo con jornadas de entrada y salida a terapia, y no debemos ser el ejemplo que creen los pacientes que tenemos que ser y que, por otra parte, para cada uno será de una forma.
Para muchos tenemos que ser siempre positivos, estar en pareja, ser deportistas, no beber demasiado al salir, no poder discutir o enfadarnos con los demás, etc. Toda esta visión infantilizada de lo que debe ser una persona “de bien” está en nuestros prejuicios y estos aumentan con alguien especializado en la ciencia del comportamiento.
Para terminar esta polémica, podemos establecer dos ejemplos con otras profesiones: ¿desconfiarías de un cardiólogo de prestigio porque de vez en cuando fuma tabaco?, ¿te resulta menos profesional una escritora que en su vida cotidiana no utiliza un vocabulario tan prolijo? Simplemente, el psicólogo tiene que cumplir con su trabajo, no con las expectativas de lo que supuestamente debe de hacer.
8. Estudios sobre temas irrelevantes en la práctica clínica, pero con impacto mediático: acierto o error
Existen numerosísimos estudios en la psicología que no tienen relevancia ni utilidad en la práctica clínica. En este debate estamos casi todos de acuerdo: hacer un estudio para saber si los hombres divorciados de 40 años son más fieles que los jóvenes solteros de 25 parece que no ayuda en nada al prestigio de la psicología.
Como en todas las profesiones, a veces las cuestiones más pueriles y llamativas gustan tanto a los adultos como el bolígrafo con purpurina a los niños. Es algo llamativo, con independencia de si pintan bien o no. Los psicólogos en ocasiones han tenido que visibilizarse comentando las conductas de un programa de televisión o haciendo estudios sin más recorrido que su efímera fama.
Por tanto, aunque pensemos que la mayor parte del acercamiento a estas cuestiones irrelevantes nos perjudica más que nos beneficia, tenemos que abogar por la libertad de cada profesional de la psicología para sobrevivir haciendo lo más parecido a lo que un día estudió. A los espectadores, pedirles que sepan diferenciar lo que es solo marketing, a un trabajo de psicología con recorrido y objetivos claros.
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