6 consecuencias emocionales del estrés

¿Cómo afecta el estrés a nuestras emociones y a nuestra conducta? En este artículo hablamos de todo ello y resolvemos tus dudas.
6 consecuencias emocionales del estrés
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 15 agosto, 2021

¿Alguna vez has sufrido estrés? ¿Crees que este fenómeno solo afecta al cuerpo? La realidad es que existen una serie de consecuencias emocionales del estrés que debemos considerar.

Y es que, aunque el estrés puede resultar adaptativo en momentos puntuales, un estrés prolongado impacta negativamente en nuestras emociones y en nuestro estado anímico. ¡Conoce las consecuencias de las que hablamos!

“La mente tiene una gran influencia sobre el cuerpo, y las enfermedades a menudo tienen su origen allí”.

-Jean Baptiste Molière-

¿Qué es el estrés?

El estrés es un estado fisiológico y psicológico que surge cuando las demandas del entorno exceden a nuestros recursos y capacidades. Cuando sentimos estrés, nos sentimos sobrepasados; este estado nos prepara para reaccionar de forma más rápida ante las señales del entorno (sobre todo, las señales de alarma).

Sin embargo, existen diferentes tipos de estrés, y es que no es lo mismo sufrirlo cuando nos vemos atacados por un león (estrés puntual, adaptativo y justificado), que experimentarlo de forma crónica y persistente (y por otras causas, como por ejemplo el trabajo).

El estrés surge de un mecanismo muy primitivo, desarrollado a lo largo de millones de años de evolución. Por ello no solo las personas experimentamos estrés, sino también los animales (para asegurarse la supervivencia).

Mujer estresada

¿Cómo nos afecta?

El estrés impacta en el organismo (a nivel fisiológico), pero también en nuestros pensamientos y en nuestras emociones. Por ello, sufrir estrés no solo implica cansancio emocional y fatiga, tensión, hiperactivación… sino también ansiedad y malestar, por ejemplo.

Pero, ¿cuáles son las consecuencias emocionales del estrés más frecuentes? Vamos a hablar de ellas.

Consecuencias emocionales del estrés

Como hemos visto, el estrés afecta a nuestras emociones, ya que emociones, cuerpo y mente no pueden disgregarse. Algunas de las consecuencias emocionales del estrés más destacadas son:

1. Malestar por la falta de control

Una de las principales consecuencias emocionales del estrés es el malestar que aparece por una falta de control percibido de las emociones y las sensaciones. En estos casos, la persona que sufre estrés suele sentir un deseo de controlar lo que siente y lo que le sucede.

Pero al sentirse “sobrepasada”, con incapacidad para gestionar estas sensaciones, siente malestar. Y a ese malestar a veces se le suma impotencia y preocupación por no poder cambiar nunca su situación (desesperanza)-

2. Ansiedad

Cuando sentimos estrés, como decíamos, muchas veces intentamos controlar aquello que nos ocurre por dentro y por fuera. Es por ello que podemos tener tendencia a chequear, continuamente, aquellas cosas que queremos cambiar (o de las que nos queremos asegurar que están “bien”).

Esas comprobaciones muchas veces nos conducen a más ansiedad y a una sensación de indefensión aprendida.

Un ejemplo de esta consecuencia emocional del estrés sería comprobar que hemos realizado un informe perfecto para el jefe, por el miedo a que nos reproche algo y que eso aumente nuestro estrés.

3. Alimenta los pensamientos negativos

El estrés también tiene un impacto en nuestro sistema de pensamiento. Así, alimenta los pensamientos catastrofistas y negativos (también propios de la ansiedad).

Esto tiene un impacto directo en nuestras emociones y en nuestro estado anímico. De esta forma, pensar negativamente puede hacer que nos sintamos más débiles y tristes y, como en un círculo vicioso, nuestro estrés aumente.

4. Indefensión aprendida

La indefensión aprendida, mencionada en el punto anterior, es otra de las consecuencias emocionales del estrés. Esta se define como la sensación de que las cosas no dependen de nosotros, y que no podemos hacer nada para cambiar -y mejorar- nuestra situación.

Cuando sufrimos estrés, y sobre todo, estrés prolongado o crónico, podemos acabar desarrollando esta percepción, que nos genera más incertidumbre, malestar y angustia.

5. Aumento de la irritabilidad

La irritabilidad es otra de las consecuencias emocionales del estrés. La irritabilidad implica que nuestro umbral a la hora de reaccionar ante los eventos del entorno, disminuye. Esto quiere decir que nos mostramos susceptibles y que las cosas nos molestan con mayor facilidad.

¿Qué ocurre con el estrés? Que cuando llevamos tiempo sintiendo estrés, nuestra irritabilidad aumenta, por varias razones; estamos físicamente, y emocionalmente, agotados, y además, el hecho de estar “desbordados” hace que no tengamos tanta paciencia para reaccionar con serenidad y calma ante la situaciones.

Pareja discutiendo

6. Burnout

Según Gil-Monte (2002), citado en un estudio de Zavalda (2008), el burnout es una respuesta al estrés laboral crónico. Aunque el síndrome de burnout (o “síndrome de estar quemado”) engloba también sintomatología física, más allá de la emocional, se considera de igual forma una de las consecuencias emocionales del estrés, según el estudio de Zavala.

Algunos de los síntomas del burnout son la falta de energía, la sensación de sobrecarga, la irritabilidad, la incapacidad para concentrarse, sensación de desbordamiento, etc. Es un síndrome que surge en el ámbito laboral, pero que afecta a nuestra vida personal y emocional.

El estrés, sobre todo el estrés crónico o prolongado, puede hacer que sintamos un gran malestar emocional, que nos sintamos abrumados, saturados e incluso, más tristes. Son algunas de las consecuencias emocionales del estrés, que pueden prevenirse tratando el problema de base.

La terapia psicológica resulta beneficiosa en estos casos, así como empezar a poner en práctica hábitos de vida saludables: dieta equilibrada, respetar las horas de sueño, tener unos horarios y una rutina, practicar ejercicio, eliminar las fuentes de estrés innecesarias, etc.


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  • Bustamante, E. (2007). El sistema nervioso: desde las neuronas hasta el cerebro humano. Medellín (Colombia): Universidad de Antioquía.
  • Gil-Monte, P. (2002). Validez factorial de la adaptación al español del Maslach Burnout Inventory-General Survey. Revista Salud Pública de México, 44(1).
  • Zayala, J. (2008). Estrés y burnout docente: conceptos, causas y efectos. Educación, 17(32): 67-86.

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