El delirio de la hipervaloración: cuando todo debe tener una puntuación

¿Te has dado cuenta de que vivimos en una sociedad obsesionada por dar una puntuación a casi cualquier cosa? Valoramos los restaurantes, los hoteles y hasta a las personas. ¿Estamos cayendo en el exceso o es una práctica necesaria?
El delirio de la hipervaloración: cuando todo debe tener una puntuación
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 20 diciembre, 2022

¿Eres de los que cuando se toma un capuchino o una infusión en una cafetería no duda en escribir una reseña en Google? Es cierto que hasta los camareros nos lo piden cada vez con más frecuencia, pero hay quien no duda en valorar todas y cada una sus experiencias. Por insignificantes que sean: comprar un libro, hacer un viaje en tren, ir a la peluquería… Todo es ahora objeto de valoración.

Esas puntuaciones y esos pequeños textos que describen nuestras sensaciones aportan información a otras personas. También podemos dar visibilidad a un negocio o, por el contrario, condenarlos al ostracismo. Sin embargo, es una realidad evidente que vivimos en una sociedad obsesionada por las etiquetas.

¿Qué sería de nosotros sin esas etiquetas y puntuaciones que asignamos (y que nos asignan)? Hemos aprendido a movernos guiados por reseñas, por comentarios en redes sociales, por likes y por el número de estrellas que definen a un producto o a una persona. Todo ello nos da mayor sensación de seguridad, pero ¿no lo estaremos llevando a un extremo?

Vivimos en una actualidad en la que nos estamos obsesionando porque todo sea perfecto, delicioso y nos aporte una gran experiencia. Solo entonces le pondremos 5 estrellas a la vida.

aplicación con estrellas para representar el delirio de la hipervaloración
Todo en nuestra sociedad es susceptible de una valoración.

¿Qué es el delirio de la hipervaloración?

A lo largo de nuestra vida académica, muchos nos habituamos a ser asociados con una nota. Puede que fuéramos un alumno de sobresalientes, de notables o de cincos raspados. Unas cifras que probablemente marcaron nuestros estudios e incluso puede que llegaran a condicionar nuestros primeros pasos en el mundo laboral. Sin embargo, ahora no solo ponemos notas en el ámbito escolar, en la actualidad cualquier cambio o experiencia es susceptible de ser valorada.

Llamamos delirio de hipervaloración a esa tendencia por la que cualquier producto, experiencia, situación o persona puede ser objeto de un etiquetaje numérico. Es una práctica que no siempre sale de motu proprio, sino que los actuales ecosistemas sociales nos lo demandan. Es más, no es raro que cada vez que hagamos una compra nos llegue al correo un mensaje pidiéndonos que valoremos la transacción.

Lo cotidiano, algo tan simple como tomar un café o comprar (y leer) un libro, requiere ahora que hagamos un esfuerzo de análisis para traducir esa vivencia en una puntuación o en una, dos o cinco estrellas amarillas. Hemos automatizado tanto esta tarea que vale la pena reflexionar en ella.

Ahora, las personas, los negocios y los productos obtienen su valor en función de los likes y las valoraciones obtenidas.

Las valoraciones, el camino dorado hacia el estatus o el desastre

“Likes=estatus social”. La tiranía del like y el delirio de la hipervaloración definen ahora mismo lo que uno vale. En este momento, todos cotizamos en esas bolsas virtuales en las que los demás tienen un poder innegable sobre nosotros. Y esto tiene un precio innegable.

Tal y como nos recuerdan en estudios como los realizados en la Universidad de Munich, los feedbacks que se reciben en Instagram, por ejemplo, definen el estatus social y condicionan nuestra autoestima. Algo similar sucede con esos negocios y profesionales sometidos de forma constante a la valoración de los clientes.

Es obvio que esto les puede beneficiar y que, como clientes, nos dejamos orientar también por las valoraciones de los demás. Ahora bien, esto no deja de someterles también a cierta angustia. Una mala valoración puede suponer, a veces, el desastre. Casi todo en nuestra vida cotidiana (como leer este artículo) es objeto de una valoración y nada escapa de ese escrutinio público, del criterio de la gran masa.

La necesidad de que todo sea gratificante y perfecto

Si hay una necesidad que nos han inoculado las redes sociales y el propio delirio de la hipervaloración es que todo debe ser perfecto. Buscamos la experiencia óptima. La persona ideal. El servicio de ensueño.

Queremos que ese café nos traslade a la Piazza di Spagna de Roma, deseamos que la almohada del hotel en el que dormimos sea suave como el satén y que el taxi que cojamos tenga las llantas más relucientes. Solo entonces le daremos cinco estrellas a ese servicio y una buena reseña.

La idea de que todo será valorado cuando termine la experiencia, nos obliga a vivirlo desde el filtro del análisis y el juicio. Nos hemos olvidado casi de vivir sin tener que etiquetar lo que sentimos, lo que vemos y experimentamos.

Asimismo, esta tendencia nos convierte cada vez más en criaturas obsesionadas por querer encontrar la perfección en casi cualquier situación. Algo que nos aboca, tarde o temprano, a la frustración y la insatisfacción. A veces, el café puede estar frío y amargo, pero no por ello se termina el mundo. La imperfección forma parte de la vida y eso también tiene su encanto.

La industria del marketing nos ha hecho creer que la felicidad se encuentra en las experiencias “premium”, es decir, en aquello que más nos gratifique y que roce la perfección.

Mujer tomando café al atardecer para representar el delirio de la hipervaloración
Aprendamos que no todo necesita ser valorado con una puntuación, limitarnos a ser y estar, sin evaluar, también está bien.

Valoremos nuestro mundo de más formas (y no solo con 5 estrellas)

No podemos negar que la práctica de las reseñas y las valoraciones forma parte de cualquier negocio. También, que nos sirven como guías a la hora de elegir un producto o un servicio. Son útiles, sí. Sin embargo, no está de más recordar que no podemos ver el mundo en exclusiva desde la óptica de las puntuaciones, porque se traslada a múltiples escenarios y resulta peligrosa.

Los adolescentes hablan este idioma y construyen su autoestima en función de los likes y cometarios que reciben en redes sociales. El mercadeo de las etiquetas y el delirio de la hipervaloración quiebran la salud mental de los más jóvenes. Ellos viven en ese plano en el que su apariencia y sus habilidades son objeto de escrutinio constante por sus iguales.

No llevemos al extremo la moda de las puntuaciones o crearemos una sociedad falsa y encorsetada, orientada en exclusiva al frío comercio de los likes y las etiquetas. Pongamos límites, apreciemos nuestras experiencias de forma relajada, sin necesidad de juicios; sin el móvil al lado.


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    • Diefenbach, S., & Anders, L. (2022). The psychology of likes: Relevance of feedback on Instagram and relationship to self-esteem and social status. Psychology of Popular Media, 11(2), 196–207. https://doi.org/10.1037/ppm0000360
  • Wang, Ming-Hung. (2019). Understanding Mass Media Using Facebook Like Activities. 10.36370/tto.2019.24.

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