Depresión y trastornos de la alimentación, muy comunes en tiempos de crisis

En el último año han aumentado los casos de depresión y de trastornos de la conducta alimentaria. Factores como la incertidumbre, la angustia o el aislamiento también tienen su impacto en el modo en que comemos.
Depresión y trastornos de la alimentación, muy comunes en tiempos de crisis
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 07 mayo, 2021

Depresión y trastornos de la alimentación evidencian un vínculo mucho más estrecho de lo que pensamos. Es más, en el último año, la prevalencia de estas condiciones se ha elevado de manera significativa, sobre todo, entre la población más joven. Factores como la propia crisis sanitaria, el aislamiento, la incertidumbre y los problemas sociales están haciendo estragos en muchos ámbitos de la salud mental.

Un ejemplo, medios como The Guardian alertan de que el número de niños y adolescentes que deben ser atendidos de manera urgente a causa de la bulimia y la anorexia se ha cuadriplicado. Desde el área de trastornos de la alimentación en el Royal College of Psychiatrists (Londres), por ejemplo, indican que faltan medios y que, en los próximos meses, se espera que esta incidencia aumente mucho más.

Detrás de estas realidades está el aislamiento social que se ha vivido a lo largo de estos meses. Sin embargo, hay otras variables que estamos pasando por alto y que también tienen un considerable impacto psicológico. El teletrabajo en los adultos y las dificultades económicas socavan de manera profunda nuestro equilibrio psicológico.

Los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia, la bulimia y los atracones se ven afectados en gran manera por nuestras emociones. Esto hace que en periodos de crisis sociales seamos mucho más vulnerables a estas realidades.

Adolescente confuso por la depresión y trastornos de la alimentación

La depresión y trastornos de la alimentación, ¿qué relación tienen?

Depresión y trastornos de la alimentación constituyen realidades multidimensionales y altamente complejas. Es muy común que ambas aparezcan juntas y que, aunque tienen una mayor incidencia en el género femenino, también los hombres están dentro de esas tasas de incidencia. Así, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Stanford señalan algo interesante al respecto.

El pensamiento autocrítico y la ideación depresiva van impulsando la aparición de la bulimia o la anorexia. En contextos de crisis y de complejidad es común que el universo cognitivo y emocional se vuelva aún más adverso y desgastante. Se añade todo un abanico de fenómenos que, poco a poco, se proyectan en la comida y en el modo en que nos “relacionarnos” con ella.

Veamos más datos.

La angustia mental y la alimentación: una relación directa

Durante el último año, muchas personas aprovecharon para hacer dieta. Sin embargo, en determinados casos, tanto el aislamiento como la angustia mental terminaron por llevar este propósito hasta extremos nada saludables. El ayuno, los atracones y las conductas de purga han sido comportamientos habituales en una parte de la población.

Asimismo, ha aparecido otro factor: la alteración de las rutinas. De pronto, la vida se ha vuelto más sedentaria, ya no es tan necesario cumplir unos horarios fijos si estamos en casa. Además, quienes antes estaban habituados a comer fuera, ahora lo hacen en el hogar y esto no siempre se traduce en mejores hábitos alimenticios.

Se come peor y cuando la angustia mental atenaza, muchos encuentran su catarsis cotidiana en la comida. Es su vía de escape emocional y, a su vez, el mecanismo que erigirá tarde o temprano un serio problema de salud física y mental.

En los próximos meses se espera una oleada más alta de trastornos mentales: la depresión y los problemas asociados a la alimentación serán los más comunes.

Causas que erigen el vínculo entre la depresión y trastornos de la alimentación

Depresión y trastornos de la alimentación siempre han demostrado cierta relación. Sin embargo, en esta época de crisis son dos de las realidades clínicas que se ven con más frecuencia. Las causas que están detrás de este fenómeno son muchas:

  • El aislamiento social experimentado durante meses.
  • Ante la angustia experimentada en este contexto, muchas personas usan medidas como las dietas, “purgarse” (vomitar o consumir laxantes) o el ejercicio excesivo como mecanismos para mantener el control sobre su realidad.
  • Esa relación malsana con la comida parte en muchos casos de los altibajos emocionales, del contexto de incertidumbre.
  • Mayor uso de videoconferencias, situaciones en las que las personas se sienten más expuestas a su propia imagen. Esa insatisfacción puede impulsar a muchas personas a caer en trastornos alimenticios.
  • La pérdida de empleo y las dificultades económicas también están detrás de la aparición de la depresión y trastornos de alimentación.

Por último y no menos importante, la falta de perspectivas de futuro es otro condicionante que se aprecia con frecuencia.

Chico triste representando a las personas con depresión y trastornos de la alimentación

Los tiempos de crisis e incertidumbre empeoran o destapan problemas de salud mental ya existentes

Hay otro hecho innegable y que sin duda hemos descuidado en el actual contexto. Son muchas las personas que ya evidenciaban problemas de salud mental. Dicho colectivo es especialmente vulnerable en estos contextos socialmente adversos. Las unidades de atención a los trastornos de conducta alimentaria, por ejemplo, no han podido responder al 100 % a todas las necesidades. Ahora, están desbordados.

Asimismo, personas que ya habían superado una depresión o que arrastraban algún trastorno de estrés postraumático han experimentado recaídas en el actual contexto. A esto se le añade el que no todos han podido solicitar ayuda profesional.

La soledad, la desatención y el aislamiento han recrudecido los problemas psicológicos ya latentes, intensificándolos y añadiendo otros nuevos.

Depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, adicciones, desarrollo de fobias… Para aquellos que ya eran vulnerables, se ha intensificado un sufrimiento casi devastador. Otros en cambio, se han visto envueltos por primera vez en una psicopatología determinada que nunca habían imaginado padecer.

Sea como sea, y para concluir, solo cabe incidir una vez más en el hecho señalado en el inicio. La depresión y las alteraciones de la conducta alimentaria han aumentado de manera exponencial en niños y adolescentes. Este es un hecho de gran relevancia que no podemos pasar por alto: necesitamos más medios, más recursos y mayor visibilidad de este problema.


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  • Casper RC. Depression and eating disorders. Depress Anxiety. 1998;8 Suppl 1:96-104. PMID: 9809221.

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