El experimento de Asch: hasta qué punto nos dejamos llevar

¿Hasta qué punto piensas que conocer el pensamiento de la mayoría puede condicionar alguna de tus respuestas? Asch encontró evidencias que apoyaban que el peso de una respuesta mayoritaria es muy grande.
El experimento de Asch: hasta qué punto nos dejamos llevar
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 06 octubre, 2022

El experimento de Asch es uno de los más conocidos en psicología social cuando se habla de conformidad con el grupo. La simplicidad de su procedimiento y el carácter generalizable de sus resultados han sentado las bases de los estudios sobre cómo la mayoría puede influir en nuestras decisiones e incluso en nuestra percepción del mundo.

¿Te ha picado la curiosidad? En este artículo vamos a describir uno de los experimentos más sencillos, fascinantes y esclarecedores de la historia de la psicología.

Solomon Asch y su influencia en la psicología social

Solomon Asch, nacido en Varsovia en 1907, es el principal referente en psicología social en cuanto a estudios de conformismo se refiere. Centró sus estudios en la influencia del grupo sobre el individuo, contribuyendo a la creación de algunos conceptos, como el efecto halo y el de efecto primacía.

Sin embargo, el experimento que marcó su carrera fue llevado a cabo en 1951. En este estudio, Asch esperaba demostrar que las personas pueden ir a contracorriente cuando entienden que la mayoría está equivocada.

Sin embargo, ¡ay, realidad caprichosa! Encontró justo resultados que apoyaban la hipótesis contraria. En el siguiente apartado podrás leer cómo se diseñó este experimento. Su simplicidad y todas las ramificaciones posteriores cambiaron para siempre el paradigma del estudio de la influencia social.

Monigotes influenciándose entre ellos

El experimento de Asch: hasta qué punto nos dejamos llevar

El experimento de Asch era sencillo. Los usuarios tenían que emplear su vista para contestar una pregunta con tres opciones de respuesta. El procedimiento era el siguiente:

  • Se formaban grupos de 7 a 9 personas, donde todos, salvo el sujeto crítico, eran cómplices del experimentador.
  • A todos los sujetos se les presentaban dos tarjetas: una con una línea de referencia y otra con tres opciones, cada una de ellas una línea de distinta longitud. Solo una de esas tres líneas era igual que larga que la de referencia.
  • En los primeros ensayos, todos los cómplices daban la respuesta correcta, pero en algún punto todos empezaban a coincidir en una respuesta que no lo era. Por ejemplo, si la línea que era igual a la de la tarjeta de referencia era la A, todas las personas decían que era la C.

En este punto, ¿qué crees que contestaría el sujeto crítico? Lo lógico sería pensar que, aunque todos estén equivocados, esta persona contestara la que cree que es correcta. Pues bien, no fue así: cuando todos los cómplices coincidían en elegir una opción claramente incorrecta, muchos de los sujetos contestaban la misma que el grupo.

El paradigma de los resultados

¿Cómo es esto posible? En una tarea tan sencilla como mirar una línea y decidir cuál de las otras es igual; en principio, no hay espacio para el error, uno ve lo que ve. Aquí es donde entra en juego el descubrimiento más importante de Asch, y es que muchos de los sujetos afirmaban que  veían una línea tan larga como la primera, cuando de manera clara no lo era.

Es decir, que no solo la opinión del individuo se ve modificada por lo que dice la mayoría, sino que la propia percepción física es sensible a su  influencia. La crítica que se le hizo es que, al tratarse de una tarea tan poco trascendente, el sujeto podía contestar lo mismo que los demás por el simple interés de ahorrarse el dilema.

Monigote rojo influenciado por monigotes blancos

Las reflexiones sobre el experimento de Asch

Estos resultados le dictaron una cuestión muy importante a la psicología social: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a cambiar nuestras opiniones, decisiones e incluso nuestras percepciones por la influencia de los demás?

En este sentido, el planteamiento básico del experimento favorece la generalización a situaciones cotidianas: ocio marcado por grupos de amigos, carreras profesionales muy condicionadas por la opinión de la familia, incluso odios sociales como el racismo o el machismo.

Es importante dejar la idea sobre la mesa de hasta qué punto consideramos importantes ciertas cosas como para oponernos a ellas. Muchas veces, la manipulación del sistema consiste en trivializar ciertos aspectos de la vida para conseguir la conformidad del individuo.

Todos podemos no querer mojarnos en ir a contracorriente cuando se trata de la longitud de una línea, pero ¿qué pasa cuando se trata de votar o no? Por ejemplo, ¿es tan importante la moda como para condenar que un hombre lleve falda?


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  • Asch, S. E. (1956). Studies of independence and conformity: A minority of one against a unanimous majority. Psychological Monographs, 70 (Whole no. 416)
  • Asch, S. E. (1951). OF JUDGMENTS. Groups, leadership and men: Research in human relations, 177.

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