Estilos parentales y trastornos de la alimentación: ¿cómo se relacionan?

Diferentes estilos parentales se asocian con la aparición de determinados trastornos alimentarios. Te contamos cómo la crianza puede predisponernos a padecer uno de ellos.
Estilos parentales y trastornos de la alimentación: ¿cómo se relacionan?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 13 enero, 2022

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son la tercera enfermedad crónica más frecuente en adolescentes. Su progresión puede durar años y las consecuencias para la salud física y mental pueden ser devastadoras. Por ello, además de la detección precoz, la prevención resulta clave.

Desde los hogares, los progenitores han de analizar el tipo de crianza que se está aplicando, ya que la investigación reciente ha encontrado una relación significativa entre estilos parentales y trastornos de la alimentación.

En otras palabras, parece claro que el funcionamiento familiar y la dinámica entre padres e hijos juega un rol fundamental en el origen y el desarrollo de este tipo de patologías.

No podemos olvidar que el estilo de crianza moldea la imagen que el menor tiene de sí mismo y establece un patrón de relaciones con el mundo que puede resultar tanto protector como de riesgo en función del caso. Entonces, ¿de qué depende que esta influencia sea positiva o negativa? Lo analizamos a continuación.

La relación entre los estilos parentales y los trastornos de la alimentación

Pese a que los trastornos alimentarios se relacionen con la imagen, el aspecto físico, la comida o el ejercicio son un problema psicológico; por ende, las creencias, las expectativas y las emociones juegan un rol fundamental.

La familia, como agente socializador, forma y moldea desde los primeros años los esquemas y patrones mentales, emocionales y conductuales de los niños; así, puede crear, sin saberlo, un ambiente propicio para la generación de estos desórdenes.

El estilo parental es uno de los aspectos más influyentes. Podemos decir que este se define en función del grado de afecto, límites, exigencia o intrusismo de los progenitores, entre otras variables. Así, obtenemos principalmente cuatro estilos de crianza asociados con determinados trastornos alimentarios.

Mujer con anorexia

Anorexia

Generalmente, los pacientes con anorexia se caracterizan por ser autoexigentes y perfeccionistas. Buscan cumplir y alcanzar los estándares paternos, preocupándose no solo por tener una imagen canónica, sino también por obtener un buen rendimiento escolar y unos resultados óptimos en diversas áreas de sus vidas. Presentan así un superyó severo, implacable y excesivamente riguroso.

Se ha observado que, en ocasiones, es un estilo paterno autoritario el que genera estos rasgos; y es que los padres sostienen la imagen de “la hija perfecta” (o el hijo perfecto) respecto a la paciente y aplican altas expectativas y exigencias.

Paradójicamente, el estilo de crianza permisivo también puede actuar como factor de riesgo. En este caso, los hijos experimentan una falta de control y de límites por parte de sus progenitores que resulta perjudicial. Ante esta ausencia de normas que estructuren la vida del menor, este puede sentirse confuso, desorientado y no sostenido; incluso, puede percibirlo como una falta de atención y preocupación paterna, ya que finalmente estos progenitores no están ejerciendo su rol.

Bulimia

Al contrario que la anorexia, la bulimia se caracteriza por un comportamiento más impulsivo. Quienes lo sufren suelen darse atracones de comida que posteriormente compensan con conductas purgativas (vómitos o laxantes), ayuno drástico o ejercicio compulsivo. Se cree que este patrón de conducta puede ser una reacción ante el exceso de control percibido por parte de los padres.

Así, se relaciona la bulimia con el estilo parental autoritario. Estos progenitores suelen imponer excesivas normas y exigencias muy estrictas y rígidas, y recurren al castigo ante su no cumplimiento. Además, manifiestan una pobre comunicación y una escasa expresión emocional. El excesivo control y la falta de empatía parental puede contribuir a la aparición del trastorno.

Trastornos alimentarios no especificados

En este caso, prepondera el estilo parental indiferente o negligente. Estos padres no establecen límites, no exigen; pero, al contrario que en el estilo permisivo, tampoco ofrecen comunicación ni afecto. Son totalmente ajenos a su rol.

En respuesta a esto, los menores pueden desarrollar trastornos alimentarios no especificados que se caracterizan precisamente por la inconsistencia y por no cumplir criterios estables.

Otros hallazgos interesantes respecto

Otras investigaciones han analizado factores más concretos en la relación entre estilos parentales y trastornos de la alimentación. Así, se han obtenido hallazgos tan interesantes como los siguientes:

  • El patrón de cuidado materno caracterizado por rechazo y frialdad está muy relacionado con la aparición de TCA. Específicamente en la anorexia se ha encontrado una falta de respuesta de la madre a las necesidades de la hija desde una edad temprana.
  • El apoyo, el afecto y la valoración positiva por parte del padre juega también un papel fundamental. De esta forma, su ausencia puede contribuir notablemente al desarrollo del trastorno. Gran parte de las pacientes afirman no haberse sentido queridas por sus padres; algo que habría influenciado significativamente su actitud hacia su imagen corporal y sus hábitos alimentarios.
  • La sobreprotección es otro de los grandes factores de riesgo. Cuando los progenitores infantilizan al hijo, inhiben su autonomía y se muestran intrusivos, están ejerciendo una influencia negativa.
  • La calidez emocional materna se asocia con una menor preocupación por el peso.
Padres hablando con su hija

El estilo parental democrático: clave en la prevención

A la luz de los resultados obtenidos en las investigaciones se puede concluir que el estilo democrático es el más adecuado. Este muestra altos niveles de afecto y comunicación, pero también establece límites y normas claras, coherentes y consistentes. Permite y fomenta el desarrollo individual y la autonomía y ofrece apoyo y comprensión.

Estas características aplicadas a la crianza actuarían como protección frente al desarrollo de TCA, ya que ofrecerían al menor valiosos recursos de afrontamiento.

A pesar de que es fundamental tener en cuenta lo mencionado, cabe resaltar que la actuación de los progenitores no es causa directa del desarrollo del trastorno. Se trata de patologías multicausales en las que influyen aspectos sociales, culturales, biológicos, personales y de diversa índole. Sin embargo, el estilo de crianza sí ha demostrado ser un importante factor predisponente.


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