Gordofobia y televisión, una relación estrecha

La gordofobia causa mucho sufrimiento, mientras sigue siendo una gran olvidada para los medios de comunicación. De hecho, su actuación, en muchos casos, con la complicidad del espectador, perpetúa los estereotipos y alimenta los debates poco constructivos.
Gordofobia y televisión, una relación estrecha
Andrea Pérez

Escrito y verificado por la psicóloga Andrea Pérez.

Última actualización: 17 abril, 2024

La palabra gordofobia ya no nos resulta ajena. A pesar de no estar aún recogida en la Real Academia Española (RAE) su uso cada vez es más popular. Esta palabra define la violencia, el odio, el rechazo y la discriminación que sufren las personas con obesidad.

Desde el ámbito familiar, pasando por el laboral, médico, social o mediático, los mensajes que las personas con sobrepeso reciben es que sus cuerpos no son válidos. Esta estigmatización constante genera en quien la padece consecuencias emocionales como, por ejemplo, trastornos de alimentación, miedos a la hora de relacionarse con los demás y consigo mismas.

Hombres y mujeres son foco de ella, aunque por el carácter de la sociedad, la presión se hace más notable en las mujeres.

La gordofobia está muy asentada y normalizada en nuestra cultura. Existe una responsabilidad individual en su lucha, pero también una responsabilidad colectiva. En esta última, los medios de comunicación ejercen un gran poder.

Por su gran influencia y el amplio alcance de su discurso, los medios de comunicación suponen un gran altavoz para el cambio social. A pesar de que en los últimos años estos procuran realizar productos más inclusivos, la discriminación hacia las personas gordas sigue siendo una de sus grandes asignaturas pendientes.

Chica sorprendida

La gordofobia a debate público: el caso Berta Vázquez en los Goya

Durante la noche del pasado sábado 11 de febrero tuvo lugar en España la gala de los premios Goya, dedicados a homenajear el cine español. Los Goya son los premios cinematográficos más relevantes y seguidos del circuito nacional. Cada año son vistos por millones de personas. Este, en concreto, superó una audiencia de más de dos millones y medio de espectadores.

La gala llegó a superar los siete millones en su momento más visto. Los Goya generan un gran interés, pero también generan debate y polémica. Este año una de las polémicas, aunque no la única, ha girado en torno a la actriz Berta Vázquez. Y el tema que ha llenado los titulares de los medios ha sido la gordofobia.

Cuando Berta, encargada de entregar el Goya a mejor película europea, apareció en la llamada alfombra roja (este año, de color azul), las redes sociales se llenaron de comentarios sobre su físico. Gran parte de ellos expresando su admiración a la artista, pero otra gran parte opinando sobre su cambio físico de manera vejatoria e hiriente.

Esto ha ocasionado que durante los últimos días el debate sobre la gordofobia esté en boca de todos los medios de comunicación. Y si bien es cierto que en el mundo periodístico la respuesta ha sido unánime expresando el apoyo a la actriz y condenando los comentarios negativos, también es cierto que los mismos medios promueven, en su día a día, que la permanencia de un canon estético poco diverso.

Que este debate alcanzara tal dimensión era necesario para aumentar la conciencia social del problema que supone. Un titular de apoyo reconforta a quienes se ven reflejados en la piel de la actriz, pero cae en saco roto si los medios de comunicación siguen perpetuando esta discriminación el resto del tiempo. Como consumidores y espectadores debemos ser críticos y exigir que los productos audiovisuales que consumimos sean coherentes con los valores que queremos promover socialmente.

Cómo se perpetúa la gordofobia en los medios de comunicación

Las ramas por las que la violencia estética sigue perpetuándose a través de los medios de comunicación son muy diversas.

La televisión abarca muchos sectores audiovisuales como es la publicidad, el periodismo o los productos de ficción como las series de entretenimiento. Todos ellos siguen perpetuando la discriminación hacia los cuerpos que no cumplen los estándares sociales, cada uno a su manera.

La publicidad

La publicidad es utilitaria, aprovecha las necesidades de la población y las explota para vender productos. Si la población tiene la idea de que los cuerpos solo son válidos si son delgados, la publicidad utilizará ese reclamo para llevar a cabo su objetivo. Y si esta siempre se dirige a cuerpos delgados, se reforzará la idea de que estos son los únicos válidos, como si de una pescadilla mordiéndose la cola se tratase.

En el sector publicitario está muy presente una de las herramientas principales de la discriminación: la invisibilización. Una gran parte de la publicidad usa lo socialmente considerado bello y descarta lo contrario.

En la sociedad el cuerpo considerado bello es el delgado o el atlético, por tanto la publicidad acude a ellos como reclamo. Lo feo no se muestra. No existe. ¿Cuántos anuncios de perfumes recordáis ver en televisión cuya protagonista sea una mujer obesa? ¿Cuántos hombres obesos te ofrecen abrir una cuenta en su banco con las mejores condiciones del mercado?

Las pocas veces que se muestran cuerpos obesos en la publicidad televisiva siguen perpetuando multitud de prejuicios. El “antes” del “antes y después” de una crema milagrosa. El antiácido después de una comida copiosa. Unas pastillas milagrosas antigrasa. En definitiva, los cuerpos con sobrepeso tan solo aparecen en publicidad para vendernos que no son válidos, que presentan problemas y que hay que “arreglarlos”.

En los últimos, años varias marcas han decidido apostar por mostrar la diversidad de cuerpos en sus comerciales. Y aunque estas campañas suelen estar cargadas de polémica, sirven para visibilizar y normalizar corporalidades que antes se escondían.

El periodismo

Son muchas las noticias que hacen énfasis en los cambios físicos, en su gran mayoría, de las mujeres famosas. Actrices, cantantes y celebridades ven expuestos su cuerpo a juicio mediático en la prensa rosa. Cada verano las revistas se llenan de mujeres conocidas en traje de baño y se analiza milímetro a milímetro sus estrías, su celulitis, sus marcas en la piel, y cómo se les distribuye la grasa.

Cualquier cambio físico que una mujer con relativa fama sufra se convierte en titular en este tipo de prensa. Algunas noticias desgranan y teorizan sobre el por qué de esos cambios físicos. Otras, simplemente, lanzan las fotos al aire. Estos titulares convierten a los cuerpos de las mujeres en objetos sobre los que debatir y le quitan el foco mediático a su trabajo, su talento y su dedicación.

Más allá de la necesidad de eliminar estos casos tan explícitos, el periodismo tiene en su mano uno de los mayores poderes que se posee hoy en día: la información. Deben regirse además por unos deberes éticos entre los que se encuentra defender la igualdad entre personas.

Varias organizaciones y asociaciones han creado guías que ayudan a los profesionales a no reproducir los prejuicios y promover la igualdad. Algunas pautas son usar imágenes inclusivas, utilizar terminología adecuada y no vejatoria, no asociar la obesidad a prejuicios como la vagancia o la debilidad o no relacionar el peso de una persona con sus habilidades o talento.

Las series y las películas de ficción

Al igual que en los anteriores formatos mencionados, en las series y películas de ficción la invisibilización de las personas con obesidad o sobrepeso sigue siendo la norma habitual. En estos productos audiovisuales resulta especialmente llamativo, ya que sus tramas suelen basarse en temas de interés general y debates sociales. En cambio, el debate sobre el respeto hacia todo tipo de corporalidades sigue quedándose muchas veces en el tintero.

Durante mucho tiempo ha sido imposible ver un cuerpo con sobrepeso dentro de la trama de nuestras series y películas favoritas. Los personajes siempre eran interpretados por personas con cuerpos normativos.

Esta invisibilización alcanzó tal punto que la industria prefirió disfrazar actores y actrices delgadas con los llamados fat suits antes que contratar a un actor o actriz con sobrepeso. Mónica en Friends, Betty Draper en Mad Men, Smichdt en New Girl, Rosemary en la película Amor ciego, o Barney en Cómo conocí a vuestra madre son solo unos pocos ejemplos de ello.

Puede pensarse que esta técnica de caracterización está ya en desuso pero nada más lejos que la realidad. A finales de 2022, veíamos al personaje de Yolanda Morcillo en La que se avecina no solo vistiendo uno de ellos si no representando todo tipo de prejuicios gordofóbicos en tan solo una escena: llorando al no poder comer porque habían candado su nevera, o siendo obligada a mirarse al espejo con la intención de que sintiera asco hacia si misma al ver su reflejo.

La poca representación de los cuerpos con sobrepeso en la ficción que existía ha servido de instrumento para la comedia. Cuando se representaba un personaje con sobrepeso se hacía de una manera burlesca y estereotipada. Han servido para reproducir y perpetuar prejuicios representándolos como gente torpe, glotona, sin actividad física, insegura y sin atractivo sexual.

Combatir la gordofobia a través de la inclusión y visibilización

Varios creadores y creadoras han abogado en la actualidad por denunciar las consecuencias que trae la gordofobia a las personas a través de sus series. Algunos de estos productos hacen una denuncia explícita de cómo la discriminación estética puede afectar a la salud mental de quien la sufre.

En cambio, otros han decidido apostar por la inclusión, ampliando la diversidad corporal de sus personajes y lanzando el mensaje de que, en sus ficciones, cualquier trama es posible en cualquier cuerpo. A continuación veremos ejemplos de cada una de estas perspectivas:

Algunos ejemplos de series inclusivas y de crítica social

Una de las series que muestran cómo puede llegar a afectar mentalmente a una persona que sufre este tipo de discriminación es My mad fat diary. Esta serie británica esta basada en un libro autobiográfico, y cuenta la historia de Rae, una adolescente con obesidad que termina ingresando en un hospital psiquiátrico por un trastorno de conducta relacionado con la alimentación.

Tras cuatro meses trabajando en sí misma, Rae tiene que afrontar la vuelta al instituto. En la serie vemos como el odio que siente hacia su cuerpo y hacia si misma influye diariamente en sus relaciones familiares, con amigos y de pareja.

En tono de comedia, la serie Dietland, basada en el libro de Sarai Walker, hace una sátira critica hacia la gordofobia y la dictadura del físico. Su protagonista, Plum, es una periodista con sobrepeso que escribe de manera fantasma para una revista adolescente. Con su trabajo, fomenta aquello que la discrimina. Pero, a la vez, Plum anhela pertenecer a ese grupo de cuerpos normativos y delgados, para dejar así de ser maltratada. Con la ayuda de otras mujeres Plum recorre un camino que le lleva a la autoaceptación y al empoderamiento.

En el panorama audiovisual español tenemos al personaje de Jimena, de la serie recientemente estrenada Todas las veces que nos enamoramos. Jimena es un personaje secundario de la trama y si bien es cierto que hay ciertos matices mejorables, también supone en otros una revelación para la ficción española.

Su trama no gira en torno a su peso, cuando lo normal en la ficción patria es que la trama de un personaje femenino con sobrepeso se construya en torno a su corporalidad. Jimena viste como quiere y sin miedo a mostrar su imagen, rompe con la restricción de esconderse que impone la gordofobia. En la serie Jimena desea y es deseada. Se añade incluso una escena sexual en la que se muestra su cuerpo desnudo, algo inhóspito en las pantallas españolas a pesar de la fama de exceso de desnudos del que goza nuestro audiovisual.

Existen además varios ejemplos de inclusión en nuestras pantallas. Felice, de Young Royals rompe el mito de la popular del instituto, siempre delgada. Hannah, de Girls nos enseña que su humor no depende de su cuerpo. En la cárcel de Orange is the new black la diversidad corporal es la norma. Shrill nos enseña que nuestra felicidad no debería depender de nuestro peso y que para que nuestra vida sea más agradable, no hace falta que cambiemos nuestro cuerpo si no queremos.

Dos mujeres serias

Nuestra responsabilidad como público

Los medios de comunicación no son los únicos responsables de que este tipo de discriminación exista. También nosotros somos responsables como participantes de esta sociedad. La gordofobia es multicausal siendo una discriminación muy arraigada estructuralmente y transversal a múltiples ámbitos.

A la hora de consumir este tipo de productos, es necesario adoptar una visión crítica hacia los mismos. Diferenciar qué representaciones son dañinas nos ayuda a condenarlas y a dejar de perpetuarlas. Es importante dar altavoz a los testimonios y vivencias de las personas que han visto sus vidas condicionadas por la discriminación hacia su físico.

No solo se trata de trabajar nuestra empatía hacia las personas que sufren día a día las consecuencias de vivir con un cuerpo no normativo, si no que también debemos trabajar en identificar cómo nosotros perpetuamos esa discriminación y modificar nuestros prejuicios.


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