La atracción por personas de tu mismo sexo
Somos seres sexuados, no cabe duda. Reconocernos como hombre o mujer, aceptar los cambios sexuales, reconocer nuestra orientación sexual y establecer relaciones sexuales forma parte de nuestra identidad personal. La identidad sexual junto a la adopción de valores y a la elección de nuestra ocupación y nuestros roles, constituye quiénes somos; por esto es por lo que debe ser plenamente satisfactoria para conseguir un buen desarrollo personal, social y biológico. La conciencia de la sexualidad afecta de manera profunda a las relaciones y a la imagen que uno tiene de sí mismo. La identificación sexual en sentido amplio se configura a partir de la la identificación con el género y los roles, la orientación sexual y toda la serie de aspectos relacionados con la sexualidad misma.
La definición de la orientación sexual comienza a tener sentido en la adolescencia, donde se da un período llamado por autores como Erikson o Marcia de “moratoria psicosocial”, que no es sino una etapa de exploración que nos permite dirigirnos hacia nuestros deseos en todos los órdenes de la vida. No parece difícil imaginar que el proceso de auto-identificación de las personas heterosexuales no es un proceso denso ni problemático. Pero, ¿qué ocurre cuando una persona no se identifica con la heterosexualidad que la cultura impone?
Las personas homosexuales o bisexuales a menudo viven el proceso de identificación de diferente manera, ya que para ellos es un proceso largo, complejo, tortuoso y a menudo conflictivo debido al rechazo al que se ven sometidos y a que deben seguir un proceso de “identificación” más allá de la intimidad propia. Este ciclo se inicia entre los 10 y 12 años (aunque se comienza a configurar desde la primera infancia), cuando uno comienza a reconocer algún grado de deseo o atracción hacia las personas del mismo sexo. Pasan un periodo largo de su vida con incertidumbre debido a la identificación de su orientación sexual. Transitan por los caminos de la negación, el desconcierto y el estancamiento…, es decir por momentos de conocimiento y de búsqueda, hasta que la persona llega a auto-identificarse. No es un proceso sencillo, desde luego, pueden pasar diez años o más hasta que la persona identifica su orientación sexual, incluso puede no resolver nunca el conflicto.
Las fases de desarrollo de la orientación sexual no son ni universales ni lineales, pero la mayoría de las personas siguen el proceso que explican estas tres fases:
–Sensibilización: Sensación de que no siente lo mismo y no hace lo mismo que los demás. Sentirse diferente, pero no saber exactamente cuál es la razón.
–Toma de conciencia de los deseos hacia el mismo sexo: Empiezan a darse cuenta de que el sentirse diferente es porque sienten deseo romántico y/o sexual hacia personas del mismo sexo. Se dan cuenta de lo que está ocurriendo y aparecen los sentimientos de negación.
–Autorreconocimiento y autodefinición como homosexual: Se dan cuenta claramente de que se sienten atraídos por personas del mismo sexo.
–Aceptación de la propia homosexualidad: Se identifican con ese tipo de orientación y pasan a aceptarse de algún modo.
–Integración de la homosexualidad en la propia identidad personal: En este momento y en un contexto más amplio, la orientación sexual pasa a tener un valor especialmente relevante; por eso cuando llegan a aceptarse quieren manifestar su condición y compartirla con quienes le rodean.
¿Cuál es la reacción del entorno?
Las cosas han cambiado y, actualmente, la homosexualidad (así como otras conductas sexuales antes castigadas como el sexo prematrimonial) está más aceptada. Sea el sujeto quien dé el primer paso o sea la familia, éstos no son indiferentes y la reacciones pueden ser diversas (comprensión, violencia, abandono…). También la familiar necesita un proceso de aceptación, que en la mayor parte de los casos se resuelve; las fases suelen ser las siguientes:
–Negación y aislamiento: Se asombran. Al principio no se lo creen, pero la negación va desapareciendo porque va siendo más evidente.
–Sentimientos negativos hacia el hijo/a, hermano/a, etc.: Aparece la ira, cólera, disgusto.., dirigido hacia el chico/a y hacia los que le rodean.
–Negociación: Se plantean de qué manera se puede hacer menos público y ver si existe posibilidad de cambio.
–Depresión y Culpabilidad: Se produce cuando ven que el cambio no es posible. Priman las expectativas negativas y se preguntan que han hecho mal. Pierden las expectativas de futuro sobre esa persona y se dan cuenta de que sus hijos/as, hermanos/as van a tener dificultades en la vida.
–Aceptación: de la orientación sexual del hijo/a.
¿Cómo podemos facilitar el proceso de aceptación?
Aunque el proceso de aceptación suele ser complicado podemos ayudar tanto a las personas como a las familias en su transición hacia la aceptación. ¿Cómo hacerlo? La clave, a mi juicio, está en normalizar la situación (ambas partes deben comprenderlo con naturalidad).
En el proceso de construcción e identificación de la orientación sexual debemos ayudar a que experimentar y descubrir. Los datos muestran que al menos un 20% de adolescentes tienen fantasías o experiencias homosexuales; lo cual no quiere decir ni que se conforme una orientación homosexual ni heterosexual, simplemente forma parte del proceso y la constitución de la orientación puede ser cualquiera, no hay nada establecido. Lo importante es darse cuenta de que puede existir esa posibilidad, el gran problema es estancarse en una cosa o en la otra.
La revelación a la familia resulta más fácil cuando ya está clara la orientación y no hay dudas, pero hay que valorar cuál puede ser la repuesta de la familia. Además, para un adolescente, puede ser peor revelarlo que esperar un tiempo para comunicarlo. Por eso es importante enseñarle a valorar: el momento adecuado conforme a cómo sea su familia, las fases de aceptación, cuál es el mejor momento y las posibles respuestas que se pueden obtener, la valoración del duelo (les entendemos y sabemos que la situación por la que pasan es complicada ya que en torno a esto hay mucha incomprensión), ayudarles a reconstruir las rutinas cotidianas, normalizar la situación y exponer casos similares y valorarlo positivamente como una aceptación plena de los unos y los otros.
Imagen cortesía de Dziobek