La ciencia del bienestar personal
En el año 2000, Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, y Mihaly Csikszentmihalyi, de la Universidad de Clarenot, publicaron, en la revista American Psychologist, un número monográfico especial que lleva por título: Felicidad, excelencia y óptimo del funcionamiento humano.
Estaba dedicado a una nueva área de la psicología, denominada Psicología Positiva, constituyendo el anuncio formal o partida de nacimiento del nuevo movimiento psicológico (Seligman & Csikszentmihalyi, 2000) que podríamos encuadrar en la ciencia del bienestar.
Según estos autores, la Psicología Positiva es una ciencia de la experiencia subjetiva. Propone estudiar los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano en busca de mejorar la calidad de vida de las personas (Seligman & Csikszentmihalyi, 2000).
De acuerdo a esto, la psicología positiva tendría mucho que decir en un marco como la ciencia del bienestar. Como ciencia, estudia los procesos que contribuyen al óptimo funcionamiento individual, grupal e institucional (Gable & Haidt, 2005).
Como dedicación y fuente de inspiración, buscaría promover el funcionamiento óptimo de las experiencias subjetivas (felicidad, esperanza), rasgos positivos (perdón, sabiduría) y virtudes cívicas (responsabilidad, altruismo) (Linley & Joseph, 2004). Además, también se centraría en prevenir la aparición de psicopatologías a través del desarrollo de rasgos y cualidades positivas.
En sus investigaciones, la Psicología Positiva, en el marco de la ciencia del bienestar, intenta no salirse de los bordes de la metodología científica, considerada como el mejor medio para comprender fenómenos.
Precisamente por intentar situarse en este marco, que delimita una manera clara de actuar, intenta estrategias metodológicas válidas y confiables, que incluyen diseños experimentales cuasiexperimentales, correlacionales. Decimos intenta, porque no siempre lo consigue por trabajar en ocasiones con mediciones demasiado subjetivas influidas por variables no controladas.
“Los hábitos de pensamiento no tienen por qué persistir para siempre. Uno de los hallazgos más significativos de la psicología en los últimos veinte años, es que los individuos eligen su forma de pensar”.
-Martin Seligman-
Claves de la ciencia del bienestar
Ser agradecido, no compararse en exceso con los demás y aceptar aquellas circunstancias que no se pueden cambiar son las claves del bienestar personal según la ciencia. Científicos de la Universidad de Wisconsin (EE UU) analizaron la actividad cerebral en el marco de un estudio de 12 años sobre meditación y compasión.
En este estudio de neuroimagen, se llegó a ver como las zonas asociadas con la felicidad se activaban con más intensidad y frecuencia cuando la persona no se comparaba, agradecía algún hecho y aceptaba las situaciones en las que se encontraba. En esta investigación estudiaron el funcionamiento cerebral con diferentes técnicas y herramientas, como la resonancia magnética nuclear (fMRI).
Es tal la repercusión que han tenido los resultados de este estudio, publicados en 2004 por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, que constituyen la quinta referencia científica más consultada en la historia.
El optimismo frente a los contratiempos: un pilar para ciencia del bienestar
El rasgo común de “los pesimistas” es que tienden a creer que los acontecimientos malos van a durar mucho tiempo y que, a su vez, tendrán consecuencias trágicas sin que ellas lo puedan impedir.
La creencia de que podemos contar con accesos directos a la felicidad, la alegría, la comodidad y el éxtasis -en lugar de trabajar estos sentimientos con el ejercicio de las fortalezas y virtudes personales- conduce a legiones de personas. Las mismas que en medio de una gran riqueza, están hambrientas espiritualmente.
Los pesimistas suelen ignorar que hay un gran número de circunstancias internas bajo nuestro control. Una capacidad de actuación, para conseguir efectos, que está muy ligada a la autoeficacia, a los estilos de afrontamiento o a la tolerancia de la incertidumbre.
Cuando se trata de nuestra salud, podemos plantarnos actuar, por ejemplo, sobre cuatro pilares: la decisión de no fumar, un compromiso con el ejercicio, la calidad de nuestra dieta y nuestro nivel de optimismo. En este sentido, los estudios nos dicen que el optimismo no tiene menos peso que las otras tres variables.
Hablamos de un optimismo basado en datos, en contacto con la realidad. Amparado en nuestras capacidades y recursos, inspirado en la confianza que nos da una un libertad considerable, junto a la posibilidad de ser creativos, poner en marcha nuestra inteligencia y fluir.
Encontrar causas permanentes y universales para la desgracia es la práctica de la desesperación.
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- Gable, S. L., & Haidt, J. (2005). What (and why) is positive psychology?. Review of general psychology, 9(2), 103-110.
- Linley, PA, y Joseph, S. (2004). Cambio positivo después del trauma y la adversidad: una revisión. Journal of Traumatic Stress: publicación oficial de la Sociedad Internacional de Estudios de Estrés Traumático, 17 (1), 11-21.
- Seligman, ME y Csikszentmihalyi, M. (2000). Psicología positiva: una introducción (Vol. 55, No. 1, p. 5). Asociación Americana de Psicología.
- Vázquez, C., & Hervás, G. (2009). La ciencia del bienestar. Alianza.
- Vázquez, C., Hervás, G., Rahona, J. J., & Gómez, D. (2009). Bienestar psicológico y salud: Aportaciones desde la Psicología Positiva. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, 5(1), 15-28.