La identidad social: nuestro yo dentro de un grupo

Durante la autocategorización, nuestro cerebro se enfoca en identificarnos como miembros de un grupo, lo que lleva a la creación de una nueva identidad social. Reflexionamos acerca de esta temática.
La identidad social: nuestro yo dentro de un grupo
Alejandro Sanfeliciano

Escrito y verificado por el psicólogo Alejandro Sanfeliciano.

Última actualización: 31 agosto, 2017

¿Qué os parece si os digo que dentro de nuestra mente hay más de un yo? Cualquiera podría pensar que es un individuo único con unos principios madurados por él y una personalidad que le distingue de los demás. Sin embargo, si así fuera, ¿por qué cuando vemos a grupo de personas parece que se comportan de manera más homogénea que si lo hicieran por separado? ¿Por qué algunas personas se comportan de forma radicalmente distinta cuando están dentro de un grupo? Aquí es donde entra en juego la identidad social.

La teoría de que cada uno de nosotros tiene una única identidad personal que nos define y dirige nuestro comportamiento es atractiva y no está del todo desencaminada. Sin embargo, cuando metemos en la ecuación la interacción social, podemos ver que en muchas ocasiones actuamos de manera muy distinta a lo que podría predecir nuestra identidad personal.

Podríamos explicar esta falta de sistematicidad, constancia o coherencia pensando que el grupo nos hace perder el control, transformándonos en veleros que viajan siguiendo al resto del grupo sin preguntarnos destino, pero sería un error pensar así. El no actuar según nuestra identidad personal no quiere decir que nuestro comportamiento no tenga sentido o tenga un sentido que necesariamente sea la imitación del comportamiento grupal.

Sin embargo, ¿cómo es posible que actuar en contra de lo que somos sea coherente? Para entender esto tenemos que saber qué ocurre cuando formamos parte de un grupo. En este sentido, el proceso clave para entenderlo es la autocategorización.

¿Qué es la autocategorización?

Durante la autocategorización nuestro cerebro se empeña en categorizarnos como un miembro del grupo. Para ello nuestra percepción de nosotros mismos se altera para acentuar las semejanzas con los demás individuos de nuestro grupo y aumentar las diferencias con los individuos de otros grupos, lo que provoca un fuerte sentimiento de pertenencia grupal.

Estos cambios en la percepción de nosotros mismos van a crear una nueva identidad, una identidad social, en la cual ya no somos un individuo único, ahora somos una parte de un grupo. Así, aquellos comportamientos que antes no tenían coherencia con nuestra identidad personal, ahora la tienen con nuestra nueva identidad social.

Grupo de jóvenes con dudas sobre su identidad social

Como ejemplo para entender lo anteriormente expuesto, podemos observar a los soldados que matan a otras personas o incluso ellos mismos mueren por su país. Lo más probable es que a nivel personal estén en contra de herir a cualquier otra persona y ellos quieran vivir por encima de todo, pero cuando están dentro del contexto militar dejan de lado su identidad personal y ahora todos ellos comparten la misma identidad social.

Ahora el soldado es “un miembro de su patria”, lo que le lleva a hacer el comportamiento más coherente con su nueva identidad. Una identidad que justifica eliminar a aquellos que entorpezcan a su país e incluso sacrificarse por él, ya que ellos como personas no son más que una parte de un todo mayor.

La identidad social

Con las teorías de la identidad social y de la autocategorización (originalmente propuestas por los psicólogos H. Tajfel y J. C. Turner), nuestra identidad deja de ser algo único y estable y pasa a ser algo múltiple y dinámico.

Esta identidad, formada por un conjunto de sub-identidades, se irá adaptando a las exigencias de la situación. Así, en algunos momentos actuaremos según nuestra identidad personal como individuos independientes, en otras ocasiones nos categorizaremos como parte de un grupo y dejaremos de lado nuestros intereses para actuar a favor del grupo: cuando cambiamos y variamos la definición de nosotros mismos, a su vez, también alteramos nuestras metas y valores.

La siguiente pregunta que podríamos hacernos es: ¿y por qué sucede esto? ¿Por qué abandonamos nuestra identidad personal y formamos una identidad social basada en el grupo en el que nos hemos categorizado? Siempre que buscamos la respuesta de por qué sucede algún proceso social es fácil acudir a la evolución y a la adaptación.

La gran mayoría sabemos que el ser humano es un animal que durante los primeros meses es muy dependiente de las personas que le cuidan, tanto a nivel físico como mental. De esta manera, lo que nos ha permitido sobrevivir como especie es, en gran medida, nuestra capacidad de organizarnos en sociedades complejas. Finalmente, podemos decir que los procesos de autocategorización y la identidad social facilitan de manera importante la buena gestión de estas sociedades complejas.

Imaginemos un mundo en el cual cada persona tuviera su identidad personal única e invariable, es fácil prever que los grupos se volverían caóticos. Los intereses individuales afectarían mucho al funcionamiento del grupo, lo que conllevaría a un individualismo nada adaptativo, teniendo en cuenta que somos animales sociales y necesitamos a los grupos.

Amigos tomando café

Reflexión sobre la identidad social

Para concluir me gustaría plantear una pregunta: ¿la identidad social y los procesos de autocategorización son buenos –porque nos permiten adaptarnos a nuestro medio de una manera eficaz- o son malos -porque gracias a ellos nos convertimos en seres que cambiamos de metas y valores y dejamos de ser coherentes con nosotros mismos-?

En realidad esta es una pregunta que carece de sentido, intentar hacer juicios morales sobre esto es como preguntarse si la gravedad es buena o mala: hablamos de procesos naturales que simplemente suceden. Sin embargo, al igual que conocer la gravedad nos dice que lo mejor es que nos mantengamos alejados de los precipicios, conocer cómo funciona la identidad social también debería alejarnos de los peligros que puede encerrar.

Por ejemplo, entre estos peligros se encuentran la obediencia ciega a una autoridad, los etnocentrismos, la desindividuación, la discriminación de grupos… Lo cierto es que cada uno estos peligros está rodeado de tal cantidad de variables moduladoras que para entenderlos en profundidad necesitaríamos un artículo referido en exclusiva a cada uno de ellos (podéis ampliar la información con los enlaces).

La pregunta que os dejo para reflexionar es: ahora que conocemos los procesos de autocategorización y la identidad social, ¿qué podemos hacer para evitar los peligros que esta genera?


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