La piel no necesita palabras

La piel no necesita palabras
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 20 noviembre, 2019

Resultan curiosos algunos estudios que nos demuestran, que el primer sentido que desarrollamos en estado embrionario es el tacto. Aún no podemos ver ni escuchar y sin embargo ya reaccionamos ante los roces en medio del líquido amniótico, y es que el tacto es tal vez el sentido más primitivo del ser humano. Incluso los animales ciegos son capaces de sobrevivir captando la realidad de su entorno por las sensaciones que el medio le transmite. La piel es pues un maravilloso transmisor de información y emociones que recubre nuestro cuerpo como una especie de afinado radar…

LA PIEL HABLA DE ANGUSTIAS Y ALEGRÍAS

Son muchas las personas que suelen ir a las consultas de los médicos afectados por diversas patologías, como el ecezema, la calvicie, un acné muy virulento…sin encontrar solución efectiva para su caso. Se agotan todos los tratamientos conocidos sin que se resuelva el problema, sin que se alivie aquello que exterioriza nuestra piel y que, sin lugar a dudas sufre nuestro interior: las personas no somos un conglomerado de agua y amionoácidos sin espíritu y alma, al contrario, en ocasiones lo que pesa en nuestro cerebro es lo que provoca esta exteriorización de patologías.

La piel habla de nuestras penas y alegrías casi cada día: nos ruborizamos cuando nos dicen algo amable o cuando sentimos la cercanía de alguien que nos atrae, nos sudan las manos cuando estamos nerviosos, palidecemos de ira o enrojecemos de júbilo o incluso de vergüenza… la piel, en esencia, es capaz de liberar una gran cantidad de neurotransmisores que median en nuestras emociones, de ahí su intima y estrecha relación con el cerebro, es un indicador de nuestro estado anímico que en muchas ocasiones, si éstas no están bien gestionadas o canalizadas, pueden terminar en enfermedades.

DONDE LA MEDICINA NO LLEGA: LA PSICODERMATOLOGÍA

Los médicos aseguran que muchas alergias se deben realmente a problemas emocionales, los líquenes inflamatorios -los hongos- son productos de situaciones que nos generan mucho estrés o ansiedad: el miedo a perder un trabajo, un problema familiar… Son evidencias físicas de que algo no va bien, de que estamos poniendo en jaque a nuestro sistema inmunológico. Podemos hablar de casos incluso de “calvicie súbita”, situaciones en las que el paciente dice sentir que “le pica toda la piel, qué le quema”.

De ahí la existencia de una especialidad creada para tratar estas importantes afecciones, la psicodermatología, ya que la realidad social ha asentado las bases para una especialidad donde la medicina ordinaria de los dermatólogos no sirve de mucho para al menos un 40% de la población. Tratar la piel rehabilitando primero nuestras emociones es un factor clave para solucionar brotes muy graves de acné o eczema, por ejemplo, situaciones complicadas donde nos demuestran que, efectivamente la piel es mucho más importante de lo que creeemos, ella no necesita lenguaje para expresar, no requiere palabras, pero solo mediante este sentido somos capaces no solo de transmitir cariño sino de reflejar nuestro complejo mundo interior.

La piel habla y también sufre, porque en realidad es muy frágil tanto por dentro como por fuera: frío, calor, agresiones externas y también problemas internos. Para cuidarla a ella debemos cuidarnos nosotros, aprender a gestionar emociones y ansiedades, miedos y preocupaciones. De ti depende.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.